Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

miércoles, 9 de noviembre de 2016

Aquello...

Louis es todo un caso... ¡A veces es peor que Armand! 

Lestat de Lioncourt

Desde que lo conocí aquella misteriosa noche, en la cual nuestros caminos se cruzaron como si jamás hubiesen estado divididos, comprendí que seríamos compañeros eternos. Al principio supuse que sería un calvario para mí y mi espíritu, pero con el paso de los años me he dado cuenta que el calvario he sido yo, sólo yo. Mi melancolía le hace daño, pero a la vez me ama por ella. Siempre lo ha dicho. Él cree que cuando estoy lejos de sus atenciones y cuidados, sean cuales sean, magnifica lo que siente y lo convierte en algo demasiado poderoso. Sinceramente, no lo sé. No puedo decir que lo comprenda, aunque él a mí me comprende demasiado bien y eso me aterra. Creo que es el motivo por el cual siempre huyo de su amor. 

Hace unos años ocurrió algo siniestro. Él dijo que había visto al diablo en persona. Confesó a David Talbot, nuestro gran amigo mutuo, que había contemplado ante él a un monstruo de piedra, o que parecía de ese material, justo antes que cobrase vida y le hablara como si fuesen viejos conocidos. Tuve un escalofrío al escuchar dicho relato. Me quedé hundido en un recuerdo demasiado vívido. Sobre la tumba de mi hermano yacía diferentes ornamentaciones, pero fue la de una tumba contigua la que me asustó. Creí por un momento que el ángel que yacía desconsolado, guardando los restos de quien demonios fuese, se había movido. Sentí sus ojos sobre mí. No obstante le resté importancia y con el pasar de estos años, sobre todo los últimos antes de esta siniestra aparición, lo borré de mi memoria. 

Sopesé la posibilidad de haber visto al mismo engendro, aunque el mío parecía la dulcificación en persona. Él había visto a una gárgola en granito, o algún otro material, negro. La cual se transformó en un hombre joven de cabellos castaños y ojos atormentados. Decía que tenía rasgos dulces, pero a la vez muy masculinos. Pensé en los efebos y en la representación habitual de los arcángeles, ángeles, serafines, dominaciones, virtudes, potestades y querubines. Pero, sobre todo, me quedé con la vieja descripción de los tronos, antiguamente eran llamados Espíritus de las Estrellas y suelen ser perseverantes. No obstante, sólo pensé en ellos debido a la absurda paciencia que tuvo con Lestat. Después, según continuaba su relato, recordé a los encargados de salvaguardar la conciencia y la historia que siempre han sido las potestades. Aunque Memnoch, como así se hacía llamar, los mencionó junto con otro grupo de ángeles cuyo deber es supervisar a distintos grupos de personas. Los mencionó, aunque no dio sus nombres. Así como también hablo de la luz divina se filtrada del cielo que tocaba a los hombres, o al menos de ese modo se comportaban antaño, que provenía de los querubines; esa luz fue descrita junto a las alabanzas de los serafines. En la historia que narró ese ser sobre todo se centró en los principados, arcángeles y ángeles. La mayoría de las personas creen que los arcángeles son los seres más formidables de la creación divina, y no los culpo. Ellos son los guerreros más cualificados, y por así decirlo los generales de un ejército que no tiene miedo de dar su vida por la humanidad. Todo ese relato, lleno de detalles hermosos y siniestros, me mareó. Quedé conmocionado y conmovido. No sabía si Lestat comprendía la importancia de los primeros, segundos y terceros en la jerarquía celestial. Sólo sé que estaba aterrado y en ocasiones se quedaba visiblemente trastornado, según David. Llegué tarde. Cuando pude abrazarlo yacía desde hacía horas en la capilla y ya había empezado a enfriarse. 

Mientras él estaba allí tirado, como si fuese una escultura que crearon para decorar ese lúgubre rincón que antes exaltaba la imagen de un hermoso y centenario crucifijo, acaricié sus cabellos recordando al ocultista Rudolf Steiner, el cual hizo una división entre las fuerzas malignas. Una división manifiesta en la tradición judía que se había perdido, pues la cristiana decidió aunar todo el poder en un único enemigo. Hice memoria sobre su “Antropofísia” que según él es un sendero de conocimiento que desea canalizar lo espiritual en el hombre a lo espiritual en el universo. Pueden ser antropósofos quienes sienten determinadas cuestiones sobre la esencia del hombre y del mundo es algo tan vital como cuando queremos cubrir necesidades primarias. Para esta ciencia, por llamarla de alguna manera, Lucifer incita el humano a todas las exaltaciones, los falsos misticismos, el orgullo de elevarse sin frontera y la de su opuesto Ahriman, que no es más que el equivalente a Satán, como algo que incita el humano a las supersticiones materialistas. Aquello me dejó trastornado y logró que no me separara de él. Realmente le creí. Aún hoy le creo. No sé si realmente exista o no Dios, si puede resolvernos las dudas una entidad como esa... sólo sé que no puedo olvidar para nada de lo dicho por Lestat, David o los vampiros que se acercaron para intentar recomponer el rompecabezas que dejó atrás esa criatura. 

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt