Oberon es demasiado humano y los humanos a veces demasiado monstruosos.
Lestat de Lioncourt
Siempre me he fijado, cuidadosamente y
sin miedo, que las estampas más navideñas poseen nieve a su
alrededor. Las carismáticas bolas de cristal con pequeños
monumentos, pueblos en miniatura o diversas figuras se ven envueltas
en una ventisca de nieve. Hay incluso pinturas, calendarios o cuentos
donde todo está nevado y se celebra con ímpetu estas fiestas. Jamás
entenderé al ser humano por sólo amarse en estas fechas, por ser
bondadoso sólo una vez al año y demostrar respeto de ese modo.
Son seres abominables la gran parte del
año, consumistas e hipócritas, dueños de una fábrica de cinismo
ilimitada y de un semillero de odio que parece germinar con fuerza.
Hay cientos de guerras de las cuales sus noticieros no hablan,
muertes y dolor que no les salpica, porque en ellos hay dictaduras o
regímenes que venden su tierra, su oro negro y diamantes, a la
grande y patriota nación estadounidense.
Padre nos aisló en esta isla caribeña
esperando que estos seres, crueles y déspotas, jamás pisaran las
cálidas y doradas arenas que conforman nuestro hogar. Pero igual que
si Adán y Eva hubiesen mordido la manzana, del mismo terrible modo,
el paraíso se convirtió en infierno. Las balas cruzaron el silencio
de la noche y se precipitaron sobre mis hermanos, enterrándose en
sus corazones y logrando que sus vidas se truncaran. Algunos eran tan
jóvenes que apenas comprendían el fracaso de nuestro pueblo, otros
estaban tan corruptos como Silas. Silas, el traidor, quien envenenó
a nuestro padre y creyó ser mejor líder. Él, junto a toda su
hambrienta y depravada corte, cayó.
Estoy transmitiendo esto desde un
ordenador, rodeado del vacío de una sala que antes estaba siempre
ajetreada, con una pista navideña reproduciéndose en mis
auriculares e intentando que el moño que he hecho, con un viejo
trapo azul, evite que mis largos cabellos oculten mis ojos y
provoquen que no pueda ver lo que intento narrar.
Este mensaje embotellado jamás lo
comprenderá otro más que un hombre de Talamasca. Estas navidades
serán otras llenas de recuerdos. ¿Desde cuándo estamos aquí
desamparados? Quizá las semanas me parecen meses y los meses años.
Soy esclavo y sigo vivo porque soy el último de mi especie, porque
si quieren otro ser como yo tienen que recurrir a mí apareando a mis
hermanas. ¿Qué será de nosotros? Algún día dejaremos de ser
útiles, ¿y luego qué?
Feliz Navidad, destructivos seres, y
que os jodan bien.
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