Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

domingo, 25 de diciembre de 2016

Winter Things

Feliz cumpleaños Lasher...
Lestat de Lioncourt


—Todo ha acabado.

Su voz taladró mi cabeza, perforando con fuerza mi cerebro, mientras me decía que eso significaba que quizá la muerte venía a buscarme. Deseaba morir. Sentía un dolor horrible en las caderas y un vacío horrible en mi alma. Algo había salido mal. Aún recordaba los alaridos, el parto frente a la puerta en el hall de entrada y los golpes de Michael intentando que abriese. Como si fuese una pesadilla. Todo parecía haber venido de una de esas torturas bíblicas de Dios a los hombres, de esas que nadie cree.

—Rowan....

El trino de las aves denotaba que había finalizado la noche. Me preguntaba si realmente seguía con vida o me había convertido en un fantasma, como la mayoría de nuestros familiares. Los pasos sobre la madera hacían vibrar mi cuerpo, así como mi alma. Sabía que había un peligro ahí fuera, pero no era capaz de abrir los ojos.

Podía percibir presión en mis senos de vez en vez, unas manos enormes acariciando mi vientre y el calor que desprendía otro cuerpo. No obstante, no era capaz de averiguar qué era. Gemí, creo que lo hice, entre el dolor y el placer. Mis piernas se agitaron como unos pobres peces fuera del agua y mis dedos acariciaron la rugosidad del suelo.

Al final, algo me incorporó y me llevó hasta el sofá. Pude aspirar bien el aroma de su cuerpo, el cual me brindó un deseo que corrompió cualquier otra sensación o sentimiento. Quise palpar esa figura con la misma pasión que lo había hecho hacía meses a mi reciente esposo. Mis ojos se abrieron cuando noté el mullido asiento del mueble.

—Madre, madre...—decía con una sonrisa tan similar a la suya, pero con una boca idéntica a la mía. Sus ojos tenían la belleza de los de Michael, pero la suspicacia de los mismos que veía cada mañana al mirarme al espejo.

—¡Quién eres tú!—grité aturdida—. ¡Mi bebé!—chillé palpando mi vientre mientras notaba que estaba desnudo, así como yo tenía mal acomodada la ropa. No estaba mi hijo en mi vientre, lo cual me decía que había parido—. ¡Dónde está mi hijo!

—Yo soy tu hijo—advirtió—. Soy tu regalo de Navidad, madre.

El resto de la historia ya es vieja y conocida. Han pasado más de dos décadas y sigo sintiendo miedo, preocupación y un deseo extraño de proteger todo lo que él era. Sabía que era un monstruo, sabía quién fue en otro momento, comprendí entonces que Lasher, el ser que estaba frente a mí, había ocupado el cuerpo de mi hijo. Si bien, no dejaba de ser mi hijo. Era mi criatura. No tenía mucho más en este mundo. Pensé que si dejaba que el resto de la familia, la comunidad científica y el mundo entero se enteraba de este suceso, quienes podrían señalarlo de milagro o maldición, podría acabar con él y conmigo en alguna institución. Sería usada como si fuera un alienígena y él, él podría ser convertido en objeto de laboratorio y vivisección.

Reconozco que quedé impresionada, pero no iba a permitir que lo destruyeran. Conservaría a mi hijo, del mismo modo que le permitiría vivir. Sería yo quien lo investigara, yo quien lo protegiera, yo quien hiciera de madre y compañera. Además, su aroma me confundía. Parecía un ángel, su perfume era atractivo y el deseo me envolvía por completo.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt