Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

sábado, 14 de enero de 2017

Salvadora

Eran esas las personas que trataron a Merrick como lo que era. Ella aceptó el desafío de los espíritus y fantasmas, convirtiéndolos en su familia y aceptando las miserias de estos como propias. Aseguro que bebía ron, entre otras bebidas espirituosas, para olvidar todo lo que podía escuchar, ver, sentir y, en definitiva, percibir más allá del mero contacto. Tuvo una vida dura e injusta desde su nacimiento, tuvo que probar las mieles de la muerte mucho antes de su adolescencia. Creció y maduró a destiempo, por eso jamás pudo ser libre.

No la juzgo por las discusiones, casi eternas y siempre similares, con David. Tampoco la voy a condenar por intentar vivir para siempre, quizás aislada de su auténtica fuerza espiritual, al convertirse en vampiro gracias a mi Louis. Si bien, quiero hablar de su buen corazón al ofrecerse como salvadora de dos vidas, que no de una.

Cuando avisé a Merrick Mayfair sobre un caso extraño en una de las plantaciones de Nueva Orleans jamás pensé, ni por asomo, que todo terminara de un modo tan trágico. Como si de una novela negra se tratara el misterio se puso sobre la mesa, hablamos durante días y aguardamos su llegada. Ella, una mujer de ébano con ojos de poderosas esmeraldas, apareció vestida de blanco como una novia frente al altar. Juro que jamás he visto belleza como la suya. Muchas mujeres podrán sentirse ofendidas por ello, pero aseguro que nunca he podido ver una dama con tanta clase. Se mantuvo firme y fiera ante los ataques de ese fantasma violento, el cual se desveló como el hermano gemelo del joven vampiro al que deseaba ayudar.

Aún recuerdo que cuando dijo que haría un ritual no sospeché que ardería con los huesos del que fue bebé, y en esos momentos espíritu malvado, igual que las maderas acumuladas a sus pies. Pareció no sufrir. Fue como si al fin encontrara la paz. Sospecho que siempre quiso tener a alguien a quien cuidar y amar, sin importarle la sangre o cualquier otro motivo.

Lloré durante horas observando sus cenizas. Había salvado la vida de mi nuevo amigo, así como dado paz al alma de su hermano fallecido con tan sólo unas horas nacido. Mis lágrimas no iban a salvarla, ni resucitarla. Nada iba a volver atrás el tiempo. Si bien, tuve que hacerlo. Lloré como lloran los mortales a sus muertos y me despedí de aquella gran mujer amándola por su gesto, el desafío que vi en sus ojos siempre y la verdad que me entregó cuando fuimos sólo amigos, aunque fuese de un ajustado tiempo en nuestras vidas.


Lestat de Lioncourt

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Lestat de Lioncourt