Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

domingo, 15 de enero de 2017

Profundizando

Mona Mayfair nos acompañará estos días... Su historia me conmovió. 

Lestat de Lioncourt 


El siguiente libro es el final de mi vida y el inicio de otro camino muy distinto al fijado. Puede que en las anteriores notas electrónicas viviéramos el desafío que supuso para Tarquin el vivir rodeado de fantasmas, asumir que uno de ellos era su hermano y que el mayor misterio familiar no era Manfred el Loco, sino él mismo. Una historia trepidante de amor, fantasmas, venganza, muerte, odio y liberación. Supuso para mí también una revolución. En sus páginas se narra como una joven Mona Mayfair aparece seduciendo al pobre muchacho, el cual incluso llega a pedir su mano.

Admito que yo soy esa Mona Mayfair. Si bien, para consuelo de todos ustedes diré que amé, amo y amaré a Tarquin de una forma que nadie logrará hacerlo. Soy una mujer apasionada y difícil, pero él sabe como entenderme con tan sólo un gesto o una palabra.

Estas líneas las escribo desde un ordenador en algún lugar lejano a Nueva Orelans, pero aún puedo sentir como vibra la ciudad con el Carnaval, la lluvia torrencial golpeando los cristales y el murmullo del Barrio Francés. No hay ciudad más hermosa y extraña que la que me vio nacer, morir y resucitar. Sí, resucitar. Considero que volver a la vida como vampiro es una resurrección.

Mis orígenes todos los conocen ya, pero todavía no hemos repasado mi final. Quedé en la cama de Tarquin, una noche poco agradable, esperando morir rodeada de las flores que había adquirido yo misma. Quería ser su Ophelia. La “enfermedad” que me había mantenido en el hospital Mayfair durante años se estaba cebando conmigo, no tenía más fuerzas y estaba a punto de caer en los brazos de la muerte. Entonces, otros brazos muy distintos, me rescataron. Pude sentir su penetrante aroma masculino, su aliento golpeando mi cuello y la forma en la que perforó este. Del mismo modo que saboreé su sangre y exigí más cuando la vida recorrió de nuevo mi cuerpo.

Mi noble Abelardo, mi apuesto Tarquin, no sabía la nauseabunda verdad que había tras mi enfermedad. Mi debilidad venía através de los múltiples abortos de Taltos debido a mi supuesta promiscuidad. No era una promiscua. Yo sólo deseaba tener otro hijo que me guiara hacia donde estaba su hermana Morrigan. No es difícil de entender. Quería ser conducida a ese círculo de piedras que ella comentó una vez. Sabía que podría hacerlo. Sólo quería estrechar a mi pequeña una vez más. Cualquier madre lo comprendería. Él lo comprendió. Lestat también lo hizo. Incluso sé que Michael, su padre, lo sabía. La única persona que me negó tal hecho, que incluso creo que ocultó información, fue Rowan Mayfair. No la culpo del todo, pues esa hija nació del fruto prohibido de su marido con una estúpida adolescente.


En esta semana viajarán conmigo a las profundidades de un pantano más oscuro que aquel que rodea Blackwood Farm. Serán sentenciados por el destino, del mismo modo que este lo fue conmigo. Aprenderán a sobrevivir. Sabrán bien mi vida y aceptarán los hechos que os narramos. Se inicia el recuerdo de Cántico de Sangre...   

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt