Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

martes, 28 de marzo de 2017

Dios

Por eso lo amo...

Lestat de Lioncourt

Sentado ante este hermoso Jesucristo con la mirada doliente, sacrificado por los hombres de buena voluntad y por aquellas mujeres de corazón bondadoso, me pregunto si alguna vez existió simplemente fue una noble invención a costa de dulcificar los esfuerzos de aquellos que una vez se alzaron. Un símbolo de un hombre sacrificado, revolucionario y adicto a una verdad incontestable. Similar a tantos otros en tantas otras religiones. Salvado de hombres, pescador de almas, ¿no es así? Al menos, de ese modo lo recuerdo. Y por ello, sentado aquí, en recogimiento siento que quizá debió haber existido para poder imponer un poco de luz en un mundo cargado de sombras. Pero ya no creo en él. Hemos demostrado que los espíritus existen, que quizá fueron tomados por dioses y estos siguen buscando, de algún modo, su importancia entre el mundo de los vivos y los difuntos.

Recuerdo a mi hermano. Decía ver ángeles y escuchar demonios. Hablaba de Dios constantemente y de su palabra. Oraba en ayunas, se tiraba al suelo y lloraba. No puedo dejar de revivir cada momento a su lado. Su larga mata de cabello rubio pegada al suelo, sus ojos azules convertidos en un océano revuelto y en en esas manos jóvenes, dulces y fuertes a la vez, rasguñando el mármol de una capilla que yo ordené construir para él.

Cómo olvidarlo. Es imposible. Su tragedia fue la mía.

Tal vez su recuerdo me hizo amar a Lestat. Él tenía ese porte gallardo y desafiante, pero parecía no temer a nada ni nadie. Él era la muerte en persona, bailando y gozando en las calles de la ciudad, mientras que yo me sentía despiadado y ruin por las vidas que aniquilábamos. Pero la verdad es que algunos no merecen siquiera un día en este mundo. Unos porque sus vidas son vacías, tan huecas como las muñecas de plástico que aspiran ser, otros porque son crueles y nocivos, y la minoría por enfermedades terribles que les imposibilitan ser felices o encontrar cierta paz.

Somos almas encerradas en cuerpos, no cuerpos con alma. Ya quedó claro. Después de la muerte tenemos otra existencia sin cuerpo, al menos sin uno físico como quien dice, que se pasea buscando aliviar los pecados o los malos encuentros que nos asfixian.

Siento que si sigo aquí contemplando esto, viendo esta mirada llena de dolor, me volveré loco. Él no existió, pero Lestat deseó ser una especie de santo para que se le rindiera culto. A veces me recuerda a él. Sé que parece una locura, ¿pero no es un revolucionario que intenta salvar a los demás pese a todas las tragedias que lleva a cuestas? ¿No ha hecho grandes esfuerzos y milagros? ¿No ha sobrevivido a encuentros inexplicables con un supuesto diablo? ¿No fue él quien nos ha salvado incluso sacrificando parte de sí mismo? Lo ha hecho. Por eso siento que él es mi Dios, mi religión, la palabra divina...


Supongo que es estúpido para muchos, que es incomprensible incluso, pero lo amo. Amo a ese imbécil y amo sus locuras.

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt