Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

lunes, 3 de abril de 2017

Palabras

¡No, Armand! ¡No le creas! Hasta yo sé que es un truco...

Lestat de Lioncourt


—Sinceramente, jamás podré olvidar todo lo que no hice por ti.

Al fin lo dijo. Dijo aquello mientras yo caminaba por el borde de la azotea como un niño cualquiera lo hace por el borde de la acera imaginando que es un trapecista, uno de esos hombres ágiles del circo, arriesgando su vida más allá de un esguince de tobillo. Miré las luces de la ciudad desplegándose bajo nuestros pies y suspiré. Quise decirle algo cruel, pero guardé mis energías. No deseaba empezar una nueva guerra que ya olía a vieja derrota.

—Ahora hablas de eso como si tuviese solución todo aquello...—respondí.

—Siempre serás mi Amadeo—dijo con rotundidad arrancándome por un instante el aliento y provocando que me detuviese. Logró que me girara suavemente hacia él y lo mirara allí de pie, con ese elegante traje oscuro de empresario de altos vuelos y esa camisa roja de seda—. Jamás dejarás de ser ese joven al que yo le entregué todo.

Busqué las palabras idóneas para dañar su autoestima y evitar que siguiese de ese modo. No quería que me enamorara nuevamente para abandonarme como un juguete roto. Yo no quería ser esa criatura estúpida que cae con facilidad en sus brazos. Me negaba.

—Todo excepto respeto—aseguré.

—Te he respetado siempre—me contradijo.

—No—dije saltando hacia el interior de la azotea para caminar hasta él. Vestía con las prendas de un muchacho común y corriente. Llevaba uno de esos pantalones vaqueros ajustados, unas botas bajas con correas de cierre en vez de cordones, una camisa con la cara estampada de Morrison y un sombrero que guardaba mis cabellos rojos revueltos—. Quisiste ver en mí algo que no había y cuando no lo hallaste no te importó que me arrancaran de tus brazos.

—Para—dijo en un tono de voz que parecía rogarme por su corazón hecho cenizas.

—Has empezado tú—comenté condenando sus anteriores palabras.


Entonces sentí deseos de desaparecer. Pude ver como una lágrima surcaba su perfecto rostro y algo en mí se quebró. Rápidamente busqué sus brazos y él me rodeó. Ambos nos echamos a llorar. La herida seguía abierta, el amor seguía ardiendo y yo continuaría cayendo en una trampa terrible.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt