Carta de Louis a Pandora... Esto fue mucho antes de Príncipe Lestat.
Estimada compañera:
Me pongo en contacto contigo porque me
anquilosa demasiado este mundo. Sé que ambos hemos compartido
grandes momentos que nunca se han revelado. Durante algún tiempo he
releído esos poemas que me aconsejaste, pero sigo sintiendo un vacío
enorme en mi pecho. Es como si mi alma se sintiese insatisfecha
incluso ante la magnífica belleza de estos tormentosos diálogos del
poeta consigo mismo, el papel y cualquier lector agradecido. En
ocasiones los recito, pues son hermosos. No obstante, soy incapaz de
llenar ese vacío que cada vez es mayor.
Ayer intenté conversar conmigo mismo.
Leí una de las obras más importantes de Thomas Mann y me quedé
pensativo durante un largo rato. Hay vivencias que no he vivido
plenamente y algunas ni siquiera las rozaré. No recuerdo bien mi
nacimiento en este mundo, pues estaba más pendiente de mi muerte. El
dolor era insoportable y sólo quería que pasase el mal trago. Jamás
dejé de creer que la muerte era más importante que la vida, por eso
decidí ser respetuoso con los humanos. Deseaba que ellos murieran
por sí mismos, ya fuese por enfrentamientos absurdos en una taberna
llena de hombres rudos y estúpidos o en la cama debido a una dura
enfermedad. Me equivocaba. La vida es más maravillosa y ahora la
arranco sin importarme nada. Arranco la vida porque las vivencias
humanas me hacen sentir comprendido. Aún así, tal como te he dicho,
sigue el vacío.
Como bien sabrás Maharet me hizo
llamar a su presencia. Fue poco después de lo ocurrido con Lestat.
Supongo que quería agradecerme la conversación tímida y breve que
tuvimos en aquel entonces. Fue en la capilla. Nos reunimos ambos para
sentarnos frente al cuerpo de Lestat que parecía el de un santo
incorrupto. Murmuramos algunas vivencias que nos habían hecho estar
ahí, frente a él, amándolo y preocupándonos. Después me llegó
una carta. Me pedía que la viese y eso hice. Me reuní con ella en
una vieja casa abandonada en esta ciudad sin escrúpulos y sin la
belleza que antes poseía. Nueva Orleans ya no es lo que era y
seguirá siendo alienada por la corrupción despótica de tantas
almas, pero eso no importa ahora ¿verdad? Lo importante fue la
reunión. Ella quería que fuese más fuerte y prácticamente me
exigió que bebiese de su sangre. Me negué. Es obvio que quiero
tener la oportunidad de morir.
Hasta esta noche no me he dado cuenta,
Pandora. No me he dado cuenta que quiero tener esa posibilidad tan
sólo por Claudia. No quiero vivir ese momento con gran intensidad,
ni degustarlo como si fuese especial. Tal como dijo Mann no lo
disfrutaré, no lo viviré intensamente, no lo recordaré quizá si
me convierto en un espectro... ¿Me reuniré con Dios? No lo sé. Ya
no creo en nada. Ese es otro de estos grandes motivos por el cual me
siento vacío. Aún así recurro a los poemas que tú me ofreciste.
No puedo dejar de leerlos y emocionarme como un idiota.
Ojalá pueda volver a verte, pero de
momento me despido. Sólo te pido que me envíes otro listado de
poemas u obras que creas que pueda interesarme y no haya leído.
Sabes que aprecio demasiado tu sensibilidad a la hora de leer y
disfrutar de cada encuentro literario.
Esperando tus cálidas palabras,
Louis de Pointe du Lac.
No hay comentarios:
Publicar un comentario