Hola, soy Lestat de Lioncourt y adoro a mi madre. Bueno, adoro todo lo que representa la palabra maternidad.
Lestat de Lioncourt
Hay quienes se atreven a afirmar que su
profesión es la más dura que existe. Sin embargo, desconocen la
palabra maternidad. La verdadera maternidad es una profesión de
riesgo, llena de sinsabores, en la cual aprendes día a día y jamás
existe jubilación. Nunca dejas de ser madre. La maternidad exige a
la mujer algo más que dar una vida, sino el cuidarla y el no
entorpecer su desarrollo. Una madre comienza a preocuparse por su
hijo el mismo día que sabe que está gestando vida y deja de
perturbar su situación sólo cuando fallece ella.
No se suele tener en cuenta a las
madres de forma diaria salvo cuando ya no están. En el momento en el
cual una madre desaparece de la vida de un hijo, por adulto que sea,
este comienza a entender el hueco que queda. Ya no están sus ojos
atentos a todo lo que hacen, ni sus consejos repetitivos, y tampoco
sus llamadas a cualquier hora para saber si está bien. Las madres
son seres que a veces quedan invisibilizados, echados a un lado como
si fueran juguetes rotos u olvidados porque la vida adulta es
fascinante.
El mayor reto de una madre es tener un
hijo sano, el siguiente es educarlo con valores y el último es que
llegue a ser feliz. Ya no es que posea una carrera impresionante,
grandes amigos, una pareja que le ame... Simplemente desean que sean
felices aunque su profesión parezca insignificante a ojos de todos.
Hace siglos el cuidado y crianza de los
hijos era sólo patrimonio de mujeres. Era su oficio. Las labores
domésticas, los hijos y estar presentable ante la pareja.
Actualmente se ha sumado el trabajo fuera del hogar y no se ha
disminuido del todo la carga familiar. Un hombre cuando es padre se
le sube el sueldo en la empresa, a una mujer es posible que la
despidan. Aún se cree que educar es sólo cosa de mujeres, aunque
creo que sin duda alguna pueden ser muy influyentes si estas pasan
más tiempo con los hijos. Ese es el problema. Los hombres tienen
oficios que los mantienen lejos de casa, como en otros siglos era la
guerra o el labriego. Ahora las mujeres también pasan horas en las
oficinas, empleos mal remunerados o simplemente buscando un sueldo
para que colabore con la cesta de la compra. Los niños se están
educando frente a pantallas de ordenador, televisión y
videoconsolas. Están olvidando los cuentos, los consejos, el ruido
de un hogar sano y fuerte...
Las madres se enfrentan hoy en día a
mayores peligros para sus hijos. Cada vez hay más formas de causar
daño a los más jóvenes y de entorpecer su felicidad. Es algo que
llena de temores a una verdadera madre, la cual no siempre tiene
porqué ser la que trajo al mundo a su hijo o hija. Madre no es sólo
quien da a luz, es quien educa y se preocupa. Hay madres que lo hacen
solas, madres que lo hacen acompañadas de otras mujeres y madres que
lo hacen en compañía de hombres más o menos decentes.
Muchos me han juzgado por como soy con
Lestat. Creen que no le amo lo suficiente porque no estoy ahí. Me
juzgan por haberme marchado de su lado y haber hecho mi vida. Si
bien, fue una oportunidad maravillosa para ambos. Nos descubrimos a
nosotros mismos y aprendimos cada quien una lección intensa,
magnífica e importante. Si bien, siempre me he preocupado por su
felicidad y bienestar. He aparecido cuando realmente lo necesitaba,
pues la lección ya la había aprendido y sólo quedaba que
resolviera el asunto de una maldita vez. Ahí estaba llorando cuando
Akasha se lo llevó y amenazó al mundo, al igual que cuando Memnoch
lo hizo o él tenía que asumir el riesgo de luchar con tenacidad y
honradez para salvar a los más indefensos.
Siempre he querido ser un ejemplo de
firmeza y amor, pero muchos creen que debería estar más pendiente
de mi hijo. No. No se debe. Una madre debe saber cuándo ser el
colchón y el pilar fundamenta, y cuando tiene que aprender a
levantarse su hijo por si solo. Es parte de la educación y del
aprendizaje. Aún así siempre me preocuparé, siempre tendrá
consejos, siempre me sentiré orgullosa y siempre lo amaré. Soy
madre y es mi profesión. Mi profesión es preocuparme por la vida de
mi hijo, su felicidad y transmitirle mi orgullo, respeto y amor.
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