Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

martes, 6 de junio de 2017

Víctima de la soledad

Víctima de la soledad

Lestat de Lioncourt 


Había desistido. Decidí abandonar todo. Arrojé al infierno cada sentimiento. Arruiné mis esperanzas regándolas con un buen trago de alcohol, libros de Dickens, viejas películas en blanco y negro y un poco de música clásica. Vivía con mis viejos gustos en una era moderna, acelerada, insufrible en ocasiones y que carecía de magia. Los sueños que había alcanzado no me llenaban. Tal vez eran metas muy pequeñas, o muy simples, porque era como si no hubiese logrado nada.

Estaba acostumbrado a la soledad. Me había hecho a ella. Sin embargo, tras conocer a mi primera pareja seria, una mujer que pasó conmigo varios años, pensaba que desconocería de nuevo lo que era sentirme abandonado. Todo se empeoró cuando el momento de la separación se produjo después de un aborto. Ella decidió deshacerse del hijo que esperábamos sin contar con mi opinión. Admito que es demasiado duro para una mujer hacer algo así, que es meditado y en ocasiones no surge de un capricho. Sin embargo, pudo haberme escuchado. Sólo pedía que entendiese mi punto de vista.

Por eso había desistido. Quería una familia. Era un hombre sensible lleno de esperanzas en un futuro que no llegaría. Imaginaba a mi hijo en un futuro siendo fuerte, sano, robusto ante los problemas cotidianos, e inteligente. Sobre todo inteligente. Un chico lleno de felicidad que deslumbraba a todos con su encanto y sus modales. El típico atleta con buen corazón. Incluso podía imaginarlo convertido en bombero, como su abuelo, o estudiando arquitectura, como hice yo. También podía verlo frente a un ordenador, pues en esta época muchos jóvenes terminan uniendo o vinculando sus vidas a la tecnología.

No se puede decir que no decidiera suicidarme. Creo que ni lo pensé. Me monté en mi coche, conduje algunas horas y me arrojé al mar. Comencé a nadar con la ropa puesta hasta que esta me pesaba demasiado, mis brazos ya no podían moverse y mi cuerpo quedó a la deriva. Poco a poco dejé que el sueño me envolviese y la sensación de la dulce muerte fuese mi canto de sirena. Permití que mi vida se volviese oscura y dramática, como el luto de mi tía Vivian de haber muerto.

De ese modo encontré otra esperanza. Conocí a mi mujer. La mujer que ahora me mira desde el otro lado de la cocina mientras bebe agua. Han pasado algunos años desde aquello. Creo que hace más de veinte años, pero no quiero contarlos ahora. Sólo deseo contemplarla. Sigue pareciéndome tan guapa y fuerte como en aquellos días. Sus ojos grises parecen querer destrozarme y amarme a la vez. Me gustaría saber qué está pensando en este mismo instante, pero prefiero imaginarlo.


No me siento vacío. No estoy solo. No estamos hechos para estar solos. Es cierto que me tengo a mí mismo, pero también me gusta pensar que la tengo a ella allí donde vaya. Tal vez no hemos podido ser padres como quisiéramos, pero nosotros dos también somos una familia.  

No hay comentarios:

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt