Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

miércoles, 19 de julio de 2017

Desesperación

Benji escribió otro texto sobre esos días, pero mucho más profundo.
Lestat de Lioncourt 

Sentía un desapacible sentimiento que lograba que estuviese con los ojos fijos ante la siniestra realidad sin mover un sólo músculo. Decenas de jóvenes estaban siendo destruidos y las imágenes de lo ocurrido en Calcuta evidenciaban que estaba extendiéndose más allá de Brasil y países del sur de América. En aquellos momentos la situación era bastante difícil y no se podía abarcar el problema. Sólo era la punta del enorme iceberg que estaba a punto de hacer zozobrar a toda una especie. Nos hundíamos y no había opción a rescate.

Por lo que había logrado entender los causantes eran nuestros propios congéneres. Los vampiros más relevantes o ancianos estaban implicados. Por primera vez no era culpa de Lestat. Él ni siquiera estaba presente, pero sí sus innumerables copias baratas que se paseaban por las tumultuosas calles de Nueva Orleans. Decenas de jóvenes se vestían con ropas baratas, aunque similares a las narradas en sus escritos, con el cabello alborotado y una sonrisa estúpida en los labios. Demasiados para mi gusto. Lo idolatraban y yo simplemente lo veía como el posible héroe que sofocaría las llamas de un incendio que estaba destruyendo decenas de vidas. Y no eran vidas comunes. ¡Eran vidas llenas de siglos y por lo tanto conocimiento!

A mi radio llegaban audios, vídeos, fotografías y llamadas exigiendo poder conversar sobre el horror vivido. Algunos sobrevivían y otros sabían que estaban a punto de ser destruidos, pues en la ciudad donde se hallaban ya habían destrozado a más de una centena en una sola noche. A cada hora que pasaba se abrían nuevos focos. En pocos meses habíamos pasado de ser miles a tan sólo un puñado.

Intentaba no ser alarmista, pero finalmente sucumbí a la histeria. Hice comunicados terribles, envueltos en la desesperación y la rabia. Juro que lloré en más de una ocasión por pura frustración. Había jóvenes que huían de una ciudad a otra y eran perseguidos por criaturas tan quemadas como sus víctimas. Asimismo hablaron de una figura quemada, con túnica raída, que destrozaba a todo aquel que se aproximaba. Existían vampiros que despertaban y buscaban la sangre de sus congéneres. ¡Horrible!


Nadie puede imaginar el grado de estrés, preocupación y depresión en el que me hallaba. Pero finalmente la luz apareció a través del túnel. Decidimos que debíamos reunirnos para aunar fuerzas y que Lestat debía liderarnos. El problema era encontrarlo. Fue David, en su llamada a Jesse, quien hizo que este se percatara que algo no iba bien. Él los hacía juntos, pero no era así. No estaban juntos, sino separados. Maharet primero echó al viejo director de Talamasca, y luego fue a su propia descendiente. Algo ocurría en su hogar y ese algo era Amel. La fuente era su hermana y ella se negaba a entregarla. El resto... el resto ya lo conocen.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt