Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

sábado, 1 de julio de 2017

Desesperadamente

Todos hemos disfrutado alguna vez de la soledad. Es difícil aceptarla en nuestra vida, hacerle hueco y dejar que se instale como compañera de habitación. A veces son piedras muy pesadas en nuestra maleta cuando la arrastramos por el andén de estación en estación. Se convierte en un símbolo de derrota o sufrimiento demasiadas veces. Pero yo hablo de ir a verla y preguntarle si quiere quedarse un rato a tu lado. De esa soledad. La soledad que buscamos desesperadamente cuando sentimos que la sociedad nos impone demasiadas metas, creencias, palabras y sentimientos que ni siquiera han sido cercanos a nuestros ideales. Esa presión logra que muchos decidamos emprender un viaje fuera.

Quería recordar quien era. Necesitaba encontrarme con el joven que fui y preguntarle cuantos sueños seguían en el cajón del olvido. Ansiaba querer saber si por fortuna, o por desgracia, seguía ahí. Deseaba hallar el lugar en el mundo que la inmortalidad me había arrebatado. El foco de la victoria se encendió demasiado rápido y emprendí una trayectoria directo a las estrellas. Así, directamente. Me despegué y desvinculé de quien era para ser otro, lo cual fue un error.

Fui fuerte por mi madre, por Nicolas, por la verdad que estaba más allá de las simples y cautivadoras palabras de Armand, después por Marius mismo para ponerme a prueba y por todos los que vinieron después. Pero sobre todo fui fuerte por Louis. Amo demasiado a Louis. Él es todo lo que una vez ansié en aquel pequeño pueblo francés. Era el hijo de un marqués arruinado y que no vería ni una pequeña porción de la herencia. El tercero de tres hermanos que habían sobrevivido a siete partos. Realmente era un superviviente. Había sobrevivido a tantas tragedias que decidí que tenía que fortalecerme continuamente. Él no. Él podía ser débil. Él tenía permiso de echarse al piso y llorar hasta que el corazón se derrumbaba tras cada latido.

En los últimos años decidí ser otro. Quise disfrutar del anonimato. Salía cada noche a descubrir un pedazo de mundo. Ya no sólo perseguía a mis víctimas, sino también espectáculos a los que jamás hubiese asistido. No hablo de obras intensas en teatros convertidos en palacios de las artes. Hablo de lluvia de estrellas, tormentas marinas, amaneceres en las montañas o simplemente escuchar el ulular de los búhos mientras me oculto entre la tierra removida de algún bosque. Quería recordar que era ser auténticamente salvaje.

Durante casi diez años viví solo. Quise desprenderme de todo, pero no lo logré. Louis estaba ahí de forma recurrente, igual que todos los que amaba. Aún así pude pensar en ellos sin sentir la presión de sus deseos. No tenía que cubrir esas necesidades.

Aprendí que quiero estar con ellos, formar un lazo intenso con cada uno, pero también con el hombre que sigo siendo. El hombre humano y joven que mira los viñedos de su padre y se dice a sí mismo: ¿Ves, maldito imbécil? Podían recuperarse. He recuperado las tierras.


Sí, he vuelto a Auvernia. No me arrepiento. Tal vez este lugar fue una cárcel para mi madre, pero es el lugar donde nací dos veces. La primera del vientre materno y la segunda de entre las fauces de unos lobos que sólo querían sobrevivir, así como yo quería hacer lo mismo.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt