Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

viernes, 25 de agosto de 2017

De regreso

—Así que has decidido venir—dije observándola desde el marco de la puerta a uno de los salones privados, allí donde nos reuníamos algunos para conversar lejos del barullo del salón de baile.

Ella estaba enfundada en un traje masculino. Supongo que para mí, como para otros, era una imagen atípica. Siempre la recordaba como una mujer enfundada en trajes ajustados, realzando su escote y mostrando a todos la cintura estrecha que poseía. En las memorias de aquellos que aprecio Bianca era una de esas mujeres fatales, que amaban las joyas y los perfumes de fragancias florales. Si bien, no siempre parecía vestirse de ese modo. Estaba frente a mí con un traje negro de cachemir gris, con su hermoso cabello rubio recogido y oculto bajo un sombrero y con unas botas bajas bastante peculiares.

—Necesitaba verlo—confesó—. Siempre discutimos, pero no puedo evitar sentir un profundo amor hacia Marius. Es como...

—Un veneno—repuse.

—Un veneno no, pues un veneno mata prácticamente al instante. Más bien como una pequeña droga que no te mata, pero te engancha—comentó incorporándose con la elegancia y majestuosidad que recordaba. La última vez que la había visto hacía tan sólo seis meses durante aquella crisis que se generó entre los de nuestra especie.

Era demasiado seductora. Para mí una mujer fuerte, que sabía lo que deseaba, me provocaba un deseo inmenso de conocerla, comprenderla, amarla y codiciar cada segundo que pasaba a su lado. Mi madre me había hecho admirar a las mujeres con sus defectos y virtudes, convirtiéndolas en adalides de la libertad cuando se mostraban tal y como eran, sin tapujos ni bajo criterios de los hombres, porque realmente mostraban la diversidad que había en nuestra sociedad.

—Veneno o droga, como sea—dije acercándome con los brazos abiertos para rodearla—. Espero que puedas ayudarlo—susurré cerca de su oreja, para luego dejar un beso en su mejilla derecha y luego otro en la izquierda—. Estoy feliz porque estés aquí con todos nosotros. Ven siempre que quieras, pues mi casa es tu casa.

—Tu casa... ¡Dirás tu castillo! Es impresionante lo que han logrado tus magníficos arquitectos—dijo echándose a reír de inmediato.


¿Cómo no lo veía Marius? Bianca se moría por estar a su lado, por comprenderlo y cuidarlo como nadie lo había hecho asta el momento. Ella quería rescatar al hombre que se había hundido en su propia tragedia.  

Lestat de Lioncourt 

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Lestat de Lioncourt