Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

martes, 15 de agosto de 2017

Julien Mayfair

Julien vs Lasher...  ¡Ah! Tentación.

Lestat de Lioncourt 

—Hay verdades disolutas como una pipa cargada de tabaco y una taza de chocolate humeante. Verdades que provocan cáncer de nostalgia y un agujero en la sien de un revolver que nunca llegó a dispararse. Certezas que no se confirman, pero que están ahí acariciando el vello de tu nuca y sonriendo como la chica más bonita del baile y que nadie quiere sacar a bailar, pues para ellos y sus cánones no es suficiente. Realidades como el golpe que un terrón de tierra que cae sobre tu propio ataúd mientras lo contemplas. Tú, yo y cualquiera somos verdades y podemos ser tóxicos como beneficiosos—. Decía aquello convencido de cada una de sus palabras. Sobre todo, porque se giró hacia mí y me observó sin pudor alguno, sin miedo, sin orgullo y tampoco sin necesidad de mostrar cierta fragilidad. Era él mismo. Su alma resplandecía tras sus ojos profundamente azules y que mostraban ya alguna arruga, así como su cabello estaba cada vez más cano.

No recuerdo la edad que podría tener por ese entonces, pero creo que ya rozaba los cuarenta. Su cabello rizado, bien peinado siempre y con corte a la moda, era una marea de colores. Su cuerpo era flexible aún, pero se hallaba laxo sobre el sillón como si estuviese muerto o careciese de emoción, aunque su sonrisa mostraba todas y su voz la propulsaba más allá de su cuerpo, de su figura, de su innegable hombría a pesar de sus coqueteos con hombres y grandes pasiones a escondidas de una sociedad aún anclada en creencias católicas llenas de misoginia y homofobia. Él era un héroe entre muchos hombres, un símbolo para la familia y un ejemplo para sus hijos. Él era Julien Mayfair y estaba explicando lo tóxico que podía ser pese a que muchos lo amaran.

Era la divina tentación para cualquiera, sobre todo para alguien que ansiaba tener un cuerpo y estaba anclado en un no-existir, en un no-vivir, observando a los demás disfrutando de su existencia, de su vida y, en definitiva, de “ser”. Yo no era nada salvo una sombra, un viento entre las ramas o un hombre bien vestido, con cierta belleza, caminando por el jardín de la mansión de First Street.

Me quedé dubitativo aunque siempre he mostrado una personalidad juguetona, algo infantil, pero sólo es una muestra y no una realidad. Me senté en su cama sin apartar los ojos de encima de su cuerpo, de la forma elegante que se llevaba la pipa a los labios y daba una calada. Él sabía que podía morir en cualquier momento, él sabía que sus poderes tenían un límite, él se sabía distinto e igual a los demás hombres y mujeres de la familia.


Abrí la boca como para decir algo, pero finalmente guardé silencio. Era mejor no decir nada. Sólo lo dejé pasar.

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt