Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

lunes, 4 de septiembre de 2017

Decepción

Ay, Michael...

Lestat de Lioncourt 

Me había sentado en el borde de la cama, permitiendo que ella tomase la iniciativa de acaparar las revueltas sábanas que se enroscaban en su cuerpo de sirena. Tenía los cabellos diseminados sobre la blanca almohada y parecía que había estallado un incendio. Jamás había visto un cabello tan rojo como ese y tampoco una joven con la piel tan lechosa salpicada por decenas de pequeñas pecas. Su nariz era pequeña, pero perfecta en ese rostro de muñeca. Poseía unas largas pestañas rojizas que parecían no ser reales.

No podía dormir. Rowan había desaparecido y ahora tenía que cuidar de una adolescente demasiado precoz, la cual se escabullía a veces para hacer de las suyas. Había escuchado sus andanzas. Sabía ahora que la niña que había visto, con ese hermoso y dulce vestido a juego con sus lazos, era sólo una ilusión. La realidad era que tras ese aspecto había una mujer demasiado fogosa. Yo mismo ya lo había comprobado hacía tan sólo unos días. Fue un acto que debió llenarme de vergüenza, pero sólo logró acrecentar mi deseo. Me sentía avergonzado y tentado a la vez.

Miré mis manos, las cuales ya no tenían la posibilidad de poder ver el pasado o presente por medio del tacto, y fruncí el ceño. Deseaba un cigarrillo, un botellín helado de cerveza y algo de mi música favorita. Sin embargo, tuve algo más que me erizó los vellos de la nuca.

Ella se incorporó de la cama y se pegó a mi ancha espalda. Pude sentir sus pechos libres de sujetador alguno, sus manos rozando mis clavículas y sus labios pegándose en mi cuello. Pronto sus brazos rodearon mi torso y sus dedos hábiles comenzaron a desabrochar la camisa de mi pijama. No lo evité. Por unos momentos me quedé paralizado intentando averiguar como rechazarla, pues algo en mí me exigía que lo hiciese entregándome por completo al deseo.

Por algún extraño motivo mi mente se desconectó, pues mi mano derecha agarró la suya para colocarla dentro del pantalón y ropa interior. Ella jadeó pegando sus carnosos labios en mi nuca, sus dientes mordisquearon el lóbulo de mi oreja derecha y sus senos se aplastaron aún más contra mi espalda. Su mano comenzó a acariciar mis testículos apretándolos para jugar con ellos, pero pronto agarró mi miembro y empezó a tirar de él con cuidado.


Sin embargo, no pude. Justo cuando decidí abalanzarme sobre ella la vi y no pude. No podía repetir algo así. Salí de la habitación como si mi alma la buscase el diablo para llevarla con él y me encerré en el baño. Acabé dándome una ducha helada. No sabía qué me ocurría.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt