Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

lunes, 20 de julio de 2009

Dark City - Sindrome de Peter Pan - Capítulo 8 (parte II)


Al regresar a casa me sentí cansado, andar bajo el sol me agotaba y me daba dolor de cabeza. Phoenix estaba jugando con el pequeño en el jardín. Yo no avisé de mi llegada, simplemente me di una ducha helada y me acomodé en la cama. Al despertar fui hacia la nevera y tomé unos cuantos aperitivos. No dejaba de pensar en Wilde. Sabía que quería algo más, que pronto se convertiría en un grano en mis partes nobles.

Terminé por elegir un té helado y un poco de ensalada, parecía que él me evitaba como yo le evitaba a él. Subí al despacho y me senté frente al ordenador, comí sin apetito alguno y terminé dejando todo a un lado. Me dediqué a terminar de pasar informes todo el día hasta llegar la mañana. Llevaba unas ojeras tremendas y buscaba el calor de la cama. Uta me había llamado a media noche, quería que nos viéramos, pero me era imposible.

Caí directo al colchón, aún dormía Phoenix y simplemente me giré hacia otro lado. No era capaz de tocarlo después de conversar con mi amante. Era como fallarle a mi pareja, como fallarme a mi mismo. Tenía que poner en orden mis prioridades, mis sentimientos, o me vería peor que cuando Clarissa. Sería peor porque no quería dañarles, si bien el daño estaba, y tampoco sabía bien qué era el acto más noble, más sincero y a la vez menos doloroso.

Noté como se levantaba, no pensaba que estuviera despierto. Me levanté tras él porque escuché que hacía el desayuno, tenía hambre ya que no cené. Al bajar lo observé fijamente y luego agarré una manzana del frutero. Su aspecto era el habitual, demacrado y ojeroso por los llantos que yo provocaba.

-Ya tengo sustituto.-dije tras un mordisco.-Al menos el chico ha dicho que si, por ahora.-di otra mordida.

-Hola.-respondió sin ánimos, pero se acercó para dejar un rápido beso en mis labios. Ya no había pasión, no se colgaba de mi cuello y no sentía esa necesidad de tomarlo por las caderas, bordeando su ropa interior con la yema de mis dedos. Se apartó de mí dejando un suave rastro a su crema corporal, era de vainilla, y ese sabor dulce siempre incrementó mi deseo sexual.-Deberías dormir más.-comentó sacando pan de la tostadora, sin mirarme.

-Me entró hambre.-dije mordisqueando la manzana.-Despiértame en cuatro horas, tengo que ir con Uta y con Toll a comprar algo para Miho.-Estaba deseando de ver antes a Uta, a solas, y tener más que palabras. Evidentemente todo era una excusa, pues el regalo ya estaba comprado. Bueno, sería uno de tantos. Si bien, a lo que iba sería a estar con Yutaka.

-Claro.-fue hacia el refrigerador y sacó un poco de queso untable, yo simplemente me giré y me marché de la habitación.

Fui hasta el colchón mientras terminaba con la manzana. Pensaba en qué hacer. Quería ver a Uta, quería tenerlo en mis brazos y hacerle sentir querido. Era algo más que un lazo de amor, era una promesa. Se la hice cuando éramos prácticamente niños y siempre las cumplía. Él me salvó la vida, yo se la salvé a él y después tuvimos que separarnos. Mi vida fue terrible lejos de su sonrisa, de esa mirada dulce y de esas palabras de alma entregada a la ilusión. Dejé lo que quedaba de la fruta en la mesilla auxiliar, me tapé e intenté dormir cuando él entró en la habitación.

-Atsu... estuve dándole vueltas en la noche a nuestra relación....-comentó sentándose a mi lado.-Y.-murmuró sin saber como decirlo.-Y llegué a la conclusión, obviando la felicidad de tener a Jun, hace semanas que no soy feliz.-susurró con voz temblorosa, tal vez pensando que ese sería el final.-En realidad tenemos que hablar seriamente Atsushi.-puso su mano sobre mi hombro para que me girara.

-Tengo trabajo importante, no puedo dejarlo de lado. Además cuando le de todo a Paulo tendré más libertad, te haré feliz o como quieras llamar a que te haga caso.-me giré agarrando la almohada.-Por favor, no quiero discutir.

-Hizaki te vio comprando un kanji del amor, un colgante como una vez hiciste conmigo...-dejó aquello en el aire, yo simplemente afilé la mirada. Pensaba en como trocear a Hizaki, ese maldito idiota siempre me metía en líos. Parecía que quería verme lejos de Phoenix. Tan amigos, tan juntos, tan aferrados y mis celos se activaban con sólo oír como hablaba de él.-Cuando me lo diste a mí estabas con Clarissa.-era el kanji de la belleza, pensé que era el que debía de darle porque así lo veía.-Ya casado.-añadió y yo cerré los ojos escuchando con claridad sus reproches.-No quiero empezar mi vida de casados con un amante ya involucrado.-se levantó saliendo de la habitación y yo lo seguí.

Fui tras él ya sin sueño pero con cara de no haber dormido nada en dos o tres noches. Lo agarré por el brazo cuando estuve a su altura, él soltó un quejido, y lo miré fijando mis ojos de cólera.

-Te he dicho mil veces que no digas sandeces, el colgante no era del amor sino el de Paz y lo compré como pedido para la novia de un amigo.-era falso, era el kanji de “promesa” y era para Uta, él ya lo colgaba sintiéndose orgulloso de volver a estar conmigo.

-¿Por qué?-susurró tembloroso mientras acariciaba mi rostro.-¿Por qué mientes tan bien?-lloraba y yo solté su brazo para rodearlo con los míos.

-Yo no miento, todo lo que hago es para estar más tiempo contigo.-susurré acariciando su cuerpo, su espalda. Hacerlo ya no era suficiente, con eso a veces me sentía complacido y sobretodo en épocas de Clarissa. Pero ahora buscaba otra cama, otro nombre y otros labios. Esos labios que susurraban que pasara lo que pasara me amaría, me esperaría, y yo de Phoenix no podía tener lo mismo. Sin embargo, con lo que decía se había conformado y sonrió.

-Ve a la cama.-dijo colocando sus manos sobre mi pecho.-Haré un asado negro que te encantara.-sonrió de forma más notable.-En la tarde, como se que trabajas, iré a donde Jasmine, a pasar la tarde con él y claro llevaré a Jun.-comentó quedando de puntillas mientras besaba mis labios. Yo no veía bien el plan, pues quería hacer otros.-Ve y descansa mi viejito.-susurró con cierta dulzura, aunque me crispaba los nervios que me dijera así.

-Pensé en llevar a Jun para que lo vieran los demás.-en realidad era para que Uta lo tuviera en sus brazos, decía que echaba de menos poder abrazarlo y su aroma de bebé.-Así podrás ir de compras o donde demonios vayáis vosotros dos.-dije apoyado en la pared, observándole.-¿Puedo o no?

-Jasmine y yo, íbamos a probarle ropitas que encargó para el bebé.-eso se imponía a mis planes, a lo que yo quería. Nunca podía hacer lo que yo quería y menos con mi hijo.-Nos vamos de compras.-comentó con cierto rubor, quizás porque tenía algún plan oculto y mucho menos me gustó eso.- otro día ¿si?-pidió sonriendo un poco.-Anda, ve y duerme, ya hablamos luego cuando estés más descansado.

-Pero los chicos necesitan verlo, quieren verlo.-había hecho una promesa a Uta, no paraba de decir que le quería ver con esa camiseta y unos pantalones que le había comprado.-Yo quiero pasar tiempo con él también.

-¿Tiene que ser precisamente hoy?-preguntó girándose hacia mí, ya que se marchaba hacia la cocina. Se acercó rascándose la cabeza.-Pues...-murmuró pensativo.-Pues reunámonos aquí...-no podíamos reunirnos en la casa porque no podría tener a Uta pegado a mí, como quería.-Le digo que traiga todo acá y tú les dices a los muchachos que vengan aquí.-sonrió rodeándome con sus brazos, intentando conformarme y comprarme con sus monerías.-Y todos contentos.

-No.-dije tajante.-No soportas a Uta y no quiero que comiences tus ataques. No tiene porqué soportar los berrinches que haces por puros celos.-quería a Uta y al niño a solas, poder estar como acordamos por teléfono.-Y Jasmine lo vio en un cumpleaños... tan sólo le faltó clavarle el tenedor o el cuchillo.

-Ya veo.-por instinto se separó de mí y puso sus brazos en jarra.-es por Uta ¿no? pensé que los padres éramos tú y yo, no tú y él.-ya empezaba, no tenía ganas de discutir con él y él buscaba cualquier cosa para hacerlo.-¿No sólo tengo que compartirte a ti con él? ¿También tengo que compartir a nuestro hijo?-dijo en un tono seco.-No soy idiota Atsushi, se que estás con él aunque lo niegues. Ya Hizaki casi me lo confirmo ayer, habla de una vez Atsushi, ten la decencia de ir con la verdad en la cara.

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Lestat de Lioncourt