Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

domingo, 30 de agosto de 2009

Dark City - capitulo 9 -Días precipitados, demasiado precipitados III


Tras varias horas, creo que casi cinco, me fui a la cama. Me tumbé al lado de Phoenix, el cual sonreía mientras dormía. Había estado varios días inquieto en sueños, también demasiado activo con los preparativos. Eso y su enfermedad hacían que mermara. Yo intentaría cuidarlo, abrazarlo y hacerlo feliz al fin. Lo abracé y arropé descansando a su lado.

Al día siguiente era la fiesta de despedida de solteros. Él tendría una con Jasmine y alguno de sus amigos. Nosotros iríamos a la otra ciudad, tomaríamos alcohol hasta terminar cayendo al suelo y quizás veríamos algún streaptease.

Me levanté como cualquier día. Él ya se había levantado, ordenado un poco la casa, alimentado a Jun y duchado. Me esperaba en el salón tomando un poco de café. Fui hasta él y besé sus labios de forma cariñosa. Me gustaba verle recién levantado y duchado. Olía a lirios la esencia de baño que él usaba, otras veces era de canela o de flores. Jazmine no paraba de conseguir cremas y body milk de varios aromas, además de sales y colonias. Ellos probaban todo lo que llegaba a la tienda, también nos lo hacían probar a nosotros. Claro, que mi relación con su amigo se empeoró por culpa de mi error.

A eso de las cinco de la tarde vino Kamijo a por mí. Lo acompañé hacia una limusina y allí me esperaban Hizaki e Hide. Ambos sonreían como si tramaran algo, no sabía bien qué. Tras nosotros apareció una comitiva de varios coches más. En ellos estaba el resto de mi banda y escoltas.

-Vamos a vivir una noche única.-dijo Hide con una sonrisa en sus labios, la sonrisa de pervertido que únicamente mostraba en privado.

-Pero aún es temprano.-dije mirando por la ventana de aquel vehículo blindado y tintado.

-Lo sabemos, pero nos movemos a otra ciudad.-comentó el conductor y me di cuenta que era Imai. Mi amigo Imai. Aquel maldito idiota estaba conduciendo una enorme limusina.

-Pero.-yo no quería ir de despedida de soltero, estaba bien como estaba. No quería terminar en la cama con nadie y menos con una mujer. Sabía que la nuestra sería más heterosexual, ya que la gran mayoría era bisexual o heterosexuales, los amigos de Phoenix eran casi todos gays.

-Vamos a ver bellezas bailando para nosotros, también cantando y actuando. He encontrado el mejor local erótico de todo el país, está en la ciudad contigua.-Kamijo mostró el folleto con una sonrisa infantil. Dios mío, ese hombre siempre me daba sorpresas. Jamás pensé que podía ser tan pervertido.-Bailan, cantan, se desnudan y hacen shows sexuales.

-Dios si te viera Jasmine te trituraba.-dije temiendo la reacción de su “doncella” al enterarse de mi despedida.

-Tranquilo ninguno de nuestras parejas lo saben. Además no vamos a tocar, sólo mirar.-comentó mi hijo interviniendo recostado en el asiento contiguo al mío.

-El mío si lo sabe, saluda Toll.-comentó Imai y Anii se giró en el asiento con una videocámara.

-Atsushi espero que te portes bien a partir de ahora o todo lo que hay en esta cinta se lo enviaré a tu querido Phoenix.-me estaba extorsionando, todos lo tomaron como una broma pero sus ojos decían que era real. Si seguía dañando, o molestando, a su hermano terminaría jodiéndome la vida. Éramos amigos, sí, pero como siempre digo él es su sangre.

-¡Dejad de amedrentarme todos! ¡Quiero ir a casa!-respondí y pararon para subir a alguien más.

-¡Konichiwa!-era Yutaka subiéndose con una camisa ajustada de tirantas y unos jeans tan ajustados que incluso mi hijo se quedó mirando.

-Hola.-dijo Kamijo algo serio y me miró a los ojos.

-Hola tío Uta.-él pensaba que ambos habíamos acabado y de forma positiva, por el bien del grupo y por no perder amistad. Pero mi hijo era muy iluso, sobretodo en ese campo.

-¿Estamos todos?-interrogué confuso.

-Sí, los demás van con Phoenix.-dijo Imai mientras conducía.

Nos desplazamos durante dos horas hasta llegar primero a un lugar donde tomamos café, después fuimos a cenar y cuando entramos en el local de espectáculos Uta tiró de mí.

-Quiero pasar esta noche contigo, sé que no te casarás pero quiero disfrutar de ti.-acarició mi rostro con una sonrisa.-Seremos muy felices a partir de mañana.-besó mis labios pensando que eran suyos. Pero el tiempo le quitó la razón.

-De acuerdo.-no pude negarme, su colonia se pegaba como chicle a mi ropa y activaba mis instintos.

-Tengo preparado algo especial.-susurró tomándome de la mano hasta la puerta. Tiraba de mí y en el aparcamiento se paró frente a mí quitándose el fular que llevaba en el cuello. Con él había tapado el colgante que no pudo ver mi hijo. Era listo incluso para eso.-Te voy a tapar los ojos.

-¿Qué tienes preparado?-interrogué confuso mientras me inclinaba para que me pusiera la venda.

-Sorpresa, A-cchan, sorpresa.-susurró mordisqueando mi cuello cerca de mi oído.

Empezó a tirar de mí, guiándome como gallinita ciega. No sabía donde íbamos, él me empujaba en ocasiones y en otras me hacía correr. Recordé que le prometí una noche a su lado, nuestra gran noche juntos, y que sería un refuerzo más para decirnos mutuamente que todo había vuelto a la normalidad.

Sabía que habíamos entrado en algún hotel, notaba el bullicio típico y el típico sonido de los carros con maletas por el piso. Al sentarme en aquel mullido sofá noté que era caro, nada más por los brazos de este que sobresalían grabados en madera... la madera de los brazos. Supe entonces que me encontraba en la suite real de algún hotel. Todo eso fue después de diez minutos vendado por medio de una ciudad que desconocía. Me sentó en un mullido sofá y acarició mi rostro con la punta de sus dedos.

-¿Estás listo? ¿Quieres que te quite la venda?-durante todo el camino sólo oía sus risas, notaba su nerviosismo y sobretodo ese espíritu de eterno adolescente abrazándome.

-Ya es hora ¿no crees?-dije intentando averiguar que tramaba, aunque ya lo suponía.

-Que ansioso eres, nunca cambiarás.-murmuró quedándose detrás, acariciando mi cuello suavemente y generando en mí expectación. Quería ver que tenía pensado.-¡Tadan! ¿Te gusta?-se giró para quedar frente a mí sonriendo, parecía un muchacho que me iba a entregar todo su mundo. Había decorado la habitación con erotismo y romanticismo bien mezclado a partes iguales.-A mí me gusta, yo le di a Miho una idea parecida cuando me pido ayuda para hacerle algo especial a Eduart.

-Uta.-susurré agarrándolo bien del trasero, ese que era puro pecado para cualquiera.-Uta.-dije de nuevo para centrarme bien de que era real.-Viviremos nuestra noche especial ¿no es así?-lo tomé del rostro clavando mis ojos en él.

-Sí, nuestra noche especial.-dijo mirándome fijamente para inclinarse y besarme con timidez, además se notaba ilusión de conseguir lo que soñaba durante años.

Temblaba mientras yo aumentaba la pasión de ese beso y él se apoyaba en mis hombros. Lo tomé por la cintura al ver que temblaba como colegial. Parecía que no había pasado tanto tiempo desde aquella noche, esa en la que lo desnudé por primera vez y lo hicimos en su propia cama. Aún recuerdo el aroma de las sábanas recién lavadas, su cuerpo diminuto intentando buscar aire bajo el mío y sus manos arañándome como un gato salvaje al sentir que se venía. Esos recuerdos solo hicieron que intensificara el beso mientras agarraba mejor sus nalgas, mejor que antes.

-Este condenado trasero me vuelve loco y lo sabes.-lo iba a destrozar porque sería la última, aunque no se lo diría jamás. Prefería verle ilusionado que llorando. Era cruel, pero para mí era más cruel no volver a darle algo especial... y más sabiendo que no volvería a poder concedérselo. Me puse de pie para rodearlo mejor. No recuerdo cuando lo hice, pero deseaba tanto abrazarlo que no me resistí.-Te amo.-dije mordisqueando su cuello, lamiéndolo lentamente sin hacer caso al vino aunque... después del sexo me apetecería.-Vamos a la cama... quiero destrozarte una vez más.

-Yo también te amo Atsu, te amo.-se abrazó a mi cuello rodeándolo, parecía asfixiarse en su fantasía y necesitarme pegado a él para dar rienda suelta a sus deseos. Era completamente feliz, lo notaba en su forma de abrazarme y de buscar mis labios.- Hazme sentir lo que soy.-susurró mirándome a los ojos con desesperación.-El único, el oficial, el primero en demostrarte que es el buen sexo.-murmuró cerca de mi oído para después dar ligeros y tímidos roces en mi entrepierna.-Ya no me hagas sentir como plato de segunda mesa, por favor...-rogó con la voz entrecortada.-Atsu...-notaba sus cabellos y el aroma de estos golpear en mi rostro, el suyo estaba oculto en mi cuello.-Házmelo como me lo hiciste hace más de veinte años.-eso me impactó. Era lo mismo que había imaginado y sentido cuando inició el juego, el beso y por supuesto mientras lo sentía pegado a mí.-Por favor.-murmuró sollozando.

Recordé lo que había escuchado cuando estuve sedado. Él no era segundo plato, no merecía eso. Me sentía culpable de no darle el puesto que se merecía, de no amarle como debiera.

-Uta.-susurré buscando sus labios para quedarme ahogado en él. No quería separarlo de mí, me imposibilitaba a mi mismo de todo aquello.-Te quiero.-susurré acariciando su espalda con la yema de mis dedos en un principio, luego pegando por completo mi mano sobre aquella camiseta ajustada.-Eres el primero... lo sabes bien.

-Se que soy el primero, pero quiero que me lo demuestres.-se apartó de mis labios y me miró con esos ojos que tanto me cautivaban. Me hacía sentirme bajo un hechizo, era como si me atrapara el alma.-Por favor, demuéstrame que soy el único y el primero, por favor.-mis manos se quedaron quietas en su cintura, bajo su ropa.-Atsu... Mi Atsu.-sus manos se pasaban por mi rostro y mis cabellos. No podía decirle en ese instante que sería nuestra última vez.

-Eres el único Uta.-susurré una mentira próximo a sus labios, acariciando su rostro para beber de esa boca que me volvía loco.-Quiero verte gemir para mí, es a lo que hemos venido y es lo que quiero... mi nombre suena mejor en tu voz quebrada por el placer ¿no crees?-quité su camiseta y mordisqueé su cuello.-Hazme lo que sólo tú sabes hacerme.-bajé mi cremallera y metí su mano entre la tela de la bragueta.-Házmelo Uta.

-Si amo.-dijo con timidez quitando el cinturón con cierto nerviosismo. Pronto bajó mi pantalón y mis boxer. Se quedó observándolo un instante, pero terminó por darle el trato apropiado. Acariciaba y besaba dulcemente aquella parte de mí, lo hacía con el cuidado que tanto me gustaba. Sin embargo, no tardó en introducirlo en su boca para irlo humedeciéndolo y dejando que llegara a su esplendor. Lo lubricaba como jamás lo había hecho Phoenix. Creo que estaba enganchado a ese sexo tan entregado, sexo que únicamente se hace cuando se ama por primera vez.

-Uta.-susurré agarrándolo de los cabellos, me gustaba notar su lengua sobre mi miembro y sobretodo con ese leve sonrojo que parecía invitarme a pervertir más su mente.-Haz lo que quieras con él, es todo tuyo y únicamente tuyo.-dije notando como mi excitación era tan fuerte que me hacía olvidar lo que ocurriría unas horas más tardes. En ese momento yo era libre y me entregaba a él, no había un Phoenix ni una boda... sólo él.

Observaba como se incitó con mis palabras, lo tomaba como dulce caramelo. Eché mi cabeza hacia atrás mientras a él lo pegaba más a mí. Puesto que comenzó a engullirlo como si fuera lo único en su vida, lo único que pudiera hacer. Sus ojos se fijaron en los míos y notaba sus jadeos morir mientras mordisqueaba mi sensible piel.

-Uta.-gemí apartándolo porque sabía que si seguía así me vendría. Lo levanté y besé sus labios desnudándolo con rapidez, lo quería desnudo y arrojarlo a la cama como debía de ser.-Te amo.-susurré clavando mis ojos en él mientras desabotonaba mi camisa.-Vamos a la cama, te quiero hacer mío.-dije lamiendo lentamente su cuello.

-Sí, sí Atsu, hazme tuyo, hazme tuyo como aquella vez.-notaba su excitación.-Mi primera vez, por favor.

No esperó a que lo desnudara del todo, ni a que lo arrojara a la cama, él se recostó con un toque infantil en su mirada por el rubor de sus mejillas. Parecía ese niño que tomé entre mis brazos e hice mío. Me llamaba, me gritaba que lo hiciera y a la vez rogaba en susurros y jadeos.

Verlo desesperado por tenerme me hacía sentir superior a cualquiera, era delicioso notar como su piel temblaba. Al deshacerme de la camisa, zapatos y pantalones junto a los boxer caí sobre él lamiendo su vientre mientras quitaba sus zapatos y pantalón. Besé sus tobillos cuando fui a colocar sus piernas.

-Así tan deseable harás que no quiera dejar de entrar en ti en toda la noche.-introduje un dedo en su interior, un solo dedo, y noté esa presión que engullía.

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Lestat de Lioncourt