Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

jueves, 24 de septiembre de 2009

Dark City - capitulo 10 - Creo que voy a matar a alguien. (parte IV)


-Vino mi amante y me golpeó, pues no soy de una sola cama.-tras aquello, no sé si para envalentonarse o para templar los nervios, bebió la copa de un solo trago.-Me rompió las gafas, las acababa de comprar, y me puse a llorar como cualquier empollón ante un deportista en su primer día de universidad.-yo estallé en carcajadas, mientras me tumbaba en el sofá.

-¿Y? ¿Qué pasó?-intentaba animarle para que me siguiera contando.

-Ella vino, recogió mis gafas y sonrió.-susurró.-Ahí me interesé por ella, tal vez para un personaje femenino en mis obras. Su sonrisa era cálida, dulce y muy agradable.

-Vaya, no te fijaste en sus senos y en su trasero.-murmuré y él me fulminó con la mirada.-Es un buen comienzo, eso es todo.

-¿Vas a recordarme cada vez que abra la boca mis errores?-interrogó molesto.

-Adelante, continua y yo me quedaré callado.-dije levantando mi mano izquierda y dejando la otra sobre mi corazón.

-De acuerdo.-susurró tras un pesado suspiro.

Yo me acomodé una almohada tras mi cabeza y cerré los ojos, deseaba imaginarme aquella cafetería pequeña y acogedora. También deseaba ilustrar los dibujos mentales de los rasgos que me facilitara de ella, de todo lo que allí ocurrió.

-Descríbela primero.-murmuré.-Detalle por detalle, quiero saber quien es la mujer que te ha hecho perder la cabeza.

-Imagina a una muñeca de porcelana perfecta y haz que camine, que ande, que respire y sobretodo que piense por si misma. Una mujer fuerte e inteligente.-la música de Bowie entraba en la habitación como una bocanada de aire fresco, junto a su voz la de mi acompañante.-Cabellos rubios, aunque creo que eran más bien castaño claros con toques dorados. Tenía tirabuzones perfectos, pero estaban adornados con una boina francesa y no con el típico recogido.-sonreí cuando escuché aquello, Clarissa solía llevarlos en la época de facultad. Fue un recuerdo agradable, de los pocos que quedaban de nuestro matrimonio sin recordarme que fui un desastre como esposo.-Sus labios eran gruesos y algo perfilados, su mirada la de un gato salvaje y curioso… con fuerza y zalamería incrustados en cada destello azul. Atsushi, sin duda me encontré con la diosa Venus de asombrosa inteligencia como belleza.-seguía con los ojos abiertos mientras hablaba, no podía evitarlo ya que amaba hacer eso con todas las historias que me narraban.-Vestía con ropas algo oscuras y sueltas, no muy ceñidas, y sus manos eran suaves aunque algo frías. Ese tacto me hizo despertar, me hizo palpitar.

-Se llama amor a primera vista, suele pasarle a jóvenes enamoradizos.-dije alzando una ceja aún con los ojos cerrados.-Es la salsa de la vida, lo que nos emociona e incita a conocer.-moví mis hombros como cuando cantaba y alcé mis brazos con las cejas levantadas, ambas, junto a una mueca curiosa en mis labios.-El escalofrío que nos resucita.-acomodé mis brazos tras mi cabeza y le miré directamente a los ojos.

-No soy un adolescente.-respondió.-No sé si se puede uno enamorar con un flechazo.

-No, pero es el principio amigo mío.-dije bastante seguro de lo que decía.-Las tres veces que he amado han tenido ese inicio, esos síntomas.

-Entonces, estoy perdido por completo y naufragaré de la forma más bochornosa en cursiladas poco digeribles.-aquello me hizo soltar una risotada bastante alta.

-Ese es tu miedo, miedo a quedar atrapado en las redes del placer espiritual y no en el corporal como has tenido siempre.-giré de nuevo mi rostro mirando el techo.-Da miedo, pavor o como quieras llamar a esa sensación de caída libre constante.

-El miedo siempre está en el hombre, es un sentimiento muy esencial en todos los animales.-susurró.

-Así es, las cosas nuevas nos da miedo y sobretodo algo que puede cambiar radicalmente nuestra vida.-dije incorporándome un instante para acomodar el cojín un poco más.-Sigue.

-Llovía, chispeaba más bien, ya sabes como es el verano que a veces tiene pequeñas tormentas pasajeras. Fui tras ella porque abandonó el libro, comenzamos a tener una conversación animada y le propuse que compartiéramos taxi.-susurró.-Ya sabe como son los taxistas de esta ciudad.

-Chabacanos y groseros algunos, gentiles otros. ¿Debo de suponer que te encontraste a un chabacano?-respondí si inmutarme.

-Así es.-comentó levantándose de su asiento, para volver a sentarse. Estaba nervioso, se veía aterrado.-Después la ayudé a encontrar un hospedaje provisional y le mostré la zona donde vivo, ya sabe que vivo próximo a sus hijos.

-Sí, el barrio dormitorio de la ciudad gana adeptos.-dije con una sonrisa.-Me llamaron loco cuando hice una autopista hasta aquella zona desangelada. Vamos, cuando propuse esa autopista.-me sentía orgulloso de mis méritos, pero intentaba ocultar mis fallos.

-Cenamos juntos, conversamos con un buen vino en un pequeño restaurante francés y después la acompañé hasta su pequeño hotel.-parecía todo una película, de esas románticas que le gustaban tanto a Phoenix.

-¿Y?-dije esperando que siguiera y contara el resto.

-Nada más, ni la besé.-esas palabras me hicieron girarme en el sofá riendo bajo, tanto es así que caí al suelo.-¡Deja de burlarte!

-¿No era Cheshire? Pues Cheshire se ríe siempre de la pobre Alicia de este modo.-dije sonriendo pérfidamente mientras arqueaba levemente las cejas.

-Deja de burlarte y dame soluciones, es lo que quiero.-murmuró cruzándose de brazos.

-Invítala a cenar.-fue mi única respuesta.

-Quiero sacarla de mi cabeza, no quiero meterla más en ella.-se arrodilló frente a mí.-Por favor.

-Soy un grande conquistando, pero olvidando no. No soy Dios, ni un santo al que rezar.-respondí siendo bastante sincero.

-Me da miedo amarla, no soy el tipo de chico que necesita.-susurró confuso.-Quiero apartarme, quiero alejarme antes de hacer cualquier estupidez.

-Evitar lo que sientes si es una estupidez.

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt