Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

jueves, 3 de septiembre de 2009

Dark City - capitulo 9 -Días precipitados, demasiado precipitados V


-Podemos seguir.-dijo tras una risa nerviosa.-pero realmente Atsu, quisiera ducharme... ¿No se te antoja ducharte conmigo?-me besó entonces de forma tierna, como haría una dulce esposa tras un duro día de trabajo. Él era perfecto para ser mi marido en ese sentido, no preguntaba donde iba y me daba todo sin derramar una lágrima. Pero a mi me entusiasmaba la bravura de Phoenix.-Anda, vayamos a ducharnos.-sus ojos eran la personificación de la inocencia y yo se la robaba con cada mentira.

En el aseo había un gran jacuzzi de esos que tienen de todo, incluso sesión de masajes para distintas partes del cuerpo. También un enorme espejo tras aquel lujoso centro de baño, próximo una ducha con radio y también un lavabo pequeño junto a los estantes llenos de sales de baño gratuitas.

Habíamos ido juntos hacia allí, besándolo lentamente. Mi boca se pegaba a la suya, a sus deseos y gemidos. Se separó de mí y se inclinó de forma sugerente ante mí, llenando la bañera y vertiendo algunas sales. Esa provocativa e indecente postura me hizo agarrarle de la cintura, acariciándola lentamente, mientras me pegaba a él.

-Así sólo harás que quiera más.-dije besando su cuello, sus hombros, acariciando su espalda, hasta sus piernas.-Sólo harás que quiera verte gemir de nuevo... en nuestra noche.-me aparté y lo levanté girándolo para que me mirara.-Sólo has sido mío, este cuerpo y estos labios... únicamente míos y no sabes lo ansioso que estoy en recuperar mis dominios.

-Entonces recupéralos, ya sabes que no me opongo a ello.-abría lentamente los grifos, iba llenándose todo y yo simplemente seguía acariciándole. Cuando lo llenó se metió apartándose de mí, me miraba eróticamente con esos ojos cargados de inocencia.

Me metí tras él, no podía evitar caer rendido a esa mirada. Había venido a decirle no y al final caí con ganas. Se merecía una última vez... aunque siempre digo eso.

-Uta.-susurré mordisqueando su cuello.-Deja que te bañe.-coloqué mi mano en su entrepierna acariciándola.-Me vuelves loco.-noté como gemía y se estremecía por ese pequeño contacto, era muy sensible y siempre lo había sido.

-Acchan...-se giró para quedar frente a mí encaramado a mis piernas.-No, deja que yo te bañe, deja que yo te mime.

Tomó una de las esponjas gratuitas y echó un poco de jabón, empezó a extenderlo todo mientras iba bajando hasta mi cadera. Después de ese recorrido tan sensual mientras me miraba lo dejó hasta donde esta mi miembro. La esponja se rozaba sobre mi piel, la piel más sensible de mi cuerpo y la de cualquier hombre.-Tú también me vuelves loco.-dijo en un leve gemido.-Siempre lo has hecho.-murmuró antes de ir a mi cuello y dar una leve mordida.

-Yutaka.-susurré en un gemido tras la mordida.

Las caricias con la esponja me estaban destrozando, además de excitando. No recordaba lo que me había propuesto: decirle que ya no nos veríamos más. En mi cabeza se formuló algo estúpido, no decírselo y quedarme con ambos. Era difícil elegir cuando querías y deseabas a ambos, aunque mis sentimientos por Phoenix eran mucho más fuertes.

-Mímame como quieras.-dije acariciando su cintura.

-Claro que te mimaré.-susurró en mi oído.-Y como a ti te gusta.-entonces la esponja se cayó de sus manos, para en ese mismo instante, empezar a dar leves como constantes roces a mi miembro, la mano libre no dudo en ponerse en su cadera. Mientras sus labios seguían besándome y mordiéndome levemente en el cuello.-Acchan te amo.-dijo antes de fundirse en mi boca, desesperado por alcanzar la pasión de minutos antes.

Esas caricias eran especiales, únicamente él sabía hacerme aquello con esa delicadeza y pasión. Mis labios se pegaron a los suyos, mis ojos se clavaron en los de él y terminé agarrándole de la nuca con una mano y con la otra de la cintura.

-Así Yutaka.-susurré antes de quedarme pegado a sus labios.

Las caricias que me regalaban dejaron de ser suaves, para terminar siendo algo fuertes. Me exprimía y me hacía perder los estribos. Estaba engatusado por su aroma, por el calor del agua, por sus caricias y sobretodo por esos te amo.

-¿Te hago perder la razón? Más que cierto paliducho ¿verdad mi Acchan?-preguntó volviendo a besar mi cuello sin dejar de tocarme.

-Yutaka.-gemí echando la cabeza hacia atrás intentando no pensar en Phoenix, él me lo había recordado y me había hecho sentir despreciable de nuevo.-No lo menciones.-susurré tomándolo por la cintura para pegarlo más a mí, agarré sus nalgas e introduje uno de mis dedos moviéndolo lentamente en su interior.-Ai shiteru.-dije agarrándolo del cuello con mi mano libre y lo besé de forma lujuriosa... quitándole el aliento.

Empezó a gemir bajo y como pudo movía sus caderas bien pegado a mí. Quería desquiciarme, pero yo haría que desquiciara él.

-Aishitero Acchan...-dijo cerca de mi oído.

Era erótico, derrochaba un magnetismo sexual que me pegaba a él sin importarme nada. Mordisqueé su cuello, mi mano estaba firme en él y lo pegaba bien a mi boca. Introduje un segundo dedo en su interior, sus caderas se movían de forma que me hacía desesperarme por completo. Mis mordidas en su cuello se hacían más intensas, al igual que las de su clavícula y hombro. Iba a dejarlo bien marcado. Por inercia echó hacia atrás su cabeza cuando sintió ese segundo dedo, seguía moviéndose más rápido como las caricias que me regalaba. Me había vuelto completamente duro, había logrado que estuviera dispuesto de nuevo. Quizás no lo amaba como Phoenix, pero saber que yo era su único pensamiento y estaba siempre dispuesto a ofrecerse me excitaba. Seguía ese juego observándolo y notando como rogaba un poco más. Un tercer dedo se coló entre sus nalgas y sonreí de lado.

-¿Te gusta?-interrogué después de lamer su cuello.

Hice que se abrazara a mí, pegó más su cuerpo al mío y el agua salía de la bañera poco. Estábamos dejando el baño encharcado por nuestro placer. Su mirada rogaba, sabía que no resistía demasiado a la excitación. Era prácticamente virginal. Era como tener un adolescente entre mis brazos y darle el trato adecuado a sus hormonas.

-Acchan.-dijo con la voz quebradiza.-Dame lo que quiero, danos lo que queremos.

-Quiero ver como te mueves.-susurré dejando ese juego para entrar en él. Lo atravesé con rudeza mirándolo a los ojos. Quería que tuviera mi expresión de placer bien grabada en los suyos. Gemí al notarme rodeado por su cuerpo, sus piernas a ambos lados del mío y sus brazos rodeándome. Mis manos fueron a su cintura y comencé a moverlo lentamente.-Quédate quietecito neko, yo haré que maúlles.-eso hizo, únicamente puso sus manos sobre mis hombros mientras gemía.

-Pasaran años y jamás olvidaras esta noche, te lo prometo.-no, no la olvidaría y quizás tras ella me odiaría. Movía su cuerpo a mi antojo y mis labios se pegaban a su cuello y su torso. Quería dejar marcas por toda su piel, en realidad no quería pensar que debía separarme de él. Era duro dejar el vicio más apetecible que jamás tuve entre manos. Desde bien joven lo descubrí, descubrí que él me atraía sólo por como se arrastraba ante mí por un poco de atención. Mi ego se veía recompensado por su amor incondicional, su entrega y su cariño.

Si hubiera conocido una fórmula distinta a todo aquello, a dejarlo, y que Phoenix no se molestara... lo hubiera hecho. Dejar a uno de los dos me suponía perder parte de lo que era. Perder a Phoenix era perder todo lo que había construido estos años, los sentimientos que poseía. Perder a Uta significaba perder el aliento cuando desfallecía, los cariños cuando era incapaz de pedirlos o... simplemente unos ojos ilusos esperándome por siempre. Le iba a dañar, haría que su cuerpo y su mente quedaran doloridos por lo que estaba haciendo.

-Ai Shiteru.-susurraba constantemente entre jadeos, quería hacerle sentir especial aunque luego lo renegara hasta el día que pisara mi propia tumba.-Ai shiteru.

Sus manos tiraban levemente de mis cabellos, su boca se pegaba a mis hombros y a mi cuello. Era demasiado erótico, sobretodo cuando inició esa danza sensual que me ofrecía en el escenario. Perdía la cabeza. Le guiaba mientras él se entregaba, podía notarlo. Me estaba ofreciendo su alma en ese sexo tan frenético. El agua se salía de la bañera, sentía como por algún movimiento se activó el sistema de masajes y burbujas. Aquello estaba siendo simplemente delicioso.

-¡Uta!-grité en un gruñido moviéndolo más.- ¡Eres únicamente mío!-quería que lo fuera, a pesar de yo no ser suyo. Era simple posesividad.

Él no pudo responder ya que los gemidos y los jadeos le entrecortaban cualquier cosa que fuera a decir. Lo observaba moverse de esa forma que tanto me excitaba. Mis brazos lo rodeaban con fuerza, no quería dejarlo escapar. Sus piernas temblaban, notaba que no aguantaría mucho más.

-Acchan.-gritó para gemir sobre mi boca, sus ojos estaban entrecerrados y terminó recostado sobre mí.

Acabé dentro de él al notar una presión leve de su interior. Simplemente me dejé llevar y ningún sentimiento de remordimiento se pasó por mi mente. Salí de él con cierta nostalgia... no volveríamos a estar de nuevo así. Besé sus labios y su cuello sacándolo del agua en mis brazos. Como pude lo envolví en una toalla y lo llevé a la cama. Allí nos tumbamos mientras acariciaba su rostro.

-Descansa.-susurré.

-Acchan.-balbuceó.-de…déjame secarte.-dijo a duras penas intentando incorporarse con sus brazos, pero estaba tan agotado que cedieron y cayó casi de bruces sobre el colchón. Bufó por no hacer lo que quería, era adorable incluso en ese aspecto. Su rostro se veía sonrojado y sus cabellos empapados por el sudor, además del agua.-Mañana te trataré como es debido.-murmuró pegándose bien a mi cuerpo húmedo.

-Sí.-susurré sintiendo que algo en mí moría. Deseaba quedarme a su lado, estaba tentado de nuevo a no presentarme en mi propia boda. Tan sólo deseaba que se durmiera pronto para marcharme.-Descansa, mañana me atenderás como mejor sabes.-besé sus labios y lo pegué a mi pecho. Intentaba no alterarme más, ya estaba demasiado alterado y no era bueno para mi corazón.

-Sí... creo que será lo mejor.-escuchaba mi corazón mientras pasaba su mano por mi pecho, parecía calmado y lleno de felicidad. Estaba mintiéndole, me estaba despidiendo de forma cruel con él.-Tu también duerme, debes descansar para tranquilizar tu corazón.-fue lo último que dijo con su voz adormilada. Aún agotado pensaba en cuidarme, pensaba en mí.

Acaricié sus cabellos y aspiré su aroma antes de apartarlo. Puse una almohada donde yo debería de estar.

-Lo siento.-susurré comenzando a llorar al apartarme de él.

Me vestí con rapidez y en el vestíbulo pedí una hoja de papel, una pluma y que no despertaran al hombre que dormía en la habitación donde habíamos estado.

"Lo siento.

Sé que puedes odiarme ahora, te he vuelto a mentir como siempre. Te prometo que esta es la última vez que te haré daño. Amo a Phoenix, aunque siento que no puedo dejarte y ahora mismo deseo volver al cuarto quedándome a tu lado. Sigo queriéndote, pero mi cariño y mi promesa por él es más fuerte. Lo lamento, no sé como soy capaz de ser tan ruin contigo... sólo espero que encuentres a un chico que te de lo que yo no puedo darte.

Debí de ser sincero, pero mi egoísmo me cegaba. Tan sólo te quería para mí, aunque yo no pudiera entregarme a ti como lo hacías. Hacerte sonreír, llenarte de felicidad aunque falsa me hacía llenarme de orgullo. No tengo nada que ofrecerte, mi corazón se lo voy a entregar a otro. Sin embargo, jamás podré olvidar todo lo que me has dado y lo que yo no he sabido otorgarte."

Internamente deseaba que no conociera a nadie, que fuera eternamente mío. Sobretodo cuando doblaba el papel y lo metía en un sobre que me ofrecían. Terminé llorando al salir del hotel. Caminé varias horas hasta darme cuenta que debía de volver a casa. Llamé a un taxi y me monté. Tenía que llegar a tiempo para la ceremonia.

2 comentarios:

Miho dijo...

Voy a llorar T______T

Malvado Atsuuuuuuuuuu!! Te dije mil veces que te quedaras con Uta ¬ ¬

Pero eres necio T____T

Waaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!! Mi Uta ;____;

No se que decir u.u estoy sin palabras T________________T


Pero... Muajajajajaja! XD Ya lo vengarán! De eso estoy segura ^ ^ & yo, YO seré feliz! ^ ^

Me voy a dormir

Te amo ^ ^


PD: Ya dije que me vendre a leer aqui xD Antes de dormir :3

Charlot Grimm dijo...

Hello Monsieur Lestat...
cómo está? disfrutando de su inmortal vida?
Desde aca Lady Charlot le desea una grata cacería :P

Saludos,
Charlot.

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt