Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

domingo, 6 de septiembre de 2009

Dark City - capitulo 9 -Días precipitados, demasiado precipitados VII

Imaijju te queremos! Viva Corea!



-Al menos este tiene algo de cerebro.-escuché por lo bajo a Toll.

-Cállate.-gruñí para mis dos amigos.

-Gracias.-escuché de labios de Olivier, un chico con mucho temple si teníamos en cuenta que Yue se comía con los ojos a Hizaki.- ¿Y que tal la obra? Supongo que estarán ya ultimando detalles para sus próximas producciones, no tuve oportunidad de decirle lo maravillosa que fue, es un gusto ver espectáculos de tan buena calidad.-halagaba a Kamijo que simplemente sonreía cortésmente. Era un hombre que creía en proyectos, en los que se metía y en los que imaginaba. En parte la obra de Lestat el vampiro se llevó a cabo gracias a sus depósitos, pero nadie lo sabe. Todos hablan de un hombre rubio, de ojos azules y francés que se personó ante el dueño del teatro rogando un espectáculo de calidad. Muchos hablan de que el verdadero Lestat existe y deseaba verse en los tablones, la leyenda aumentó al ver el parecido de aquel joven francés al personaje de la obra y llamarse igual. El Lestat de la obra era un muchacho conocido por Kamijo y puede decirse que también protegido por él. La leyenda, mito o realidad, es que esa obra se hizo un éxito y lleva en cartel más de un año.-En realidad disfrute muchísimo su obra.... y ser tan amable de permitirnos pasar a backstage, sólo podría agradecérselo diciéndole que en cualquier runaway que tenga, esta obviamente en mi lista de honor, en primera fila.

-Dentro de un mes daré un recital de piano con mi alumno más aventajado, está abajo... es Eduart.-comentó con una leve sonrisa de satisfacción. Yo también sonreí satisfecho. Ese pequeño virtuoso del piano y el violín formaba parte de mi familia, todo gracias a la elección de mi hija por su padre. Aunque su padre y yo aún teníamos cierta conversación pendiente.-Estaré encantado de ir donde usted me invite, a mí y a Jasmine.

-Vete.-dijo mi hijo mirando a su ex, parecía incinerarlo con la mirada.

-¿Por qué?-respondió en japonés.

-Porque yo así lo ordeno.-murmuró en el idioma de nuestra ciudad, todos lo entendimos perfectamente.

-No es tu novio, él me lo dijo, y como no es tu novio yo estoy aquí para recuperarte.-lo dijo en Japonés para que Olivier siguiera en su pompa.

-Antes muerto que volver contigo Yue.-aquello lo dijo en francés.

Yue se puso a llorar por la derrota. Hizaki tomó de la mano a Olivier intentando llevárselo de la presencia de aquel enclenque. Después se marcharon hacia fuera los tres.

-Estos jóvenes de hoy en día.-murmuró Kamijo.-Se harán daño los tres si no queda clara la situación, aunque yo la vi magníficamente expresada por la mirada de Hizaki.-se apoyó en su bastón y fue directo a la ventana observando el perro de Phoenix.

-Es complicado decir adiós, sobretodo cuando tu corazón está entregado a esa persona.-dije con la mirada amarga y reflejada en el espejo.-Es doloroso dejar partir a quien amas, también es triste para esa persona no poder dar el mundo que promete y humillante para la pareja actual.-Toll se quedó confuso observándome en el reflejo del espejo.

-¿Sabes donde está Yutaka? Anoche te fuiste de la fiesta con él.-dijo intentando controlarse y no juzgarme precipitadamente.

-Anoche nos dijimos adiós. Seguramente ahora descansa y mañana estará como nuevo.-comenté.

-Espero que no le hayas hecho daño, somos amigos pero sabes bien lo que hay.-asentí a cada una de sus palabras.

-Es tu hermano.-susurré.

El ambiente se enrareció e Imai sonrió abrazándome.

-Felicidades, espero que hayas meditado esto más de una vez.-susurró y yo asentí.

-Siento molestar.-dijo Lio en la puerta.-Todos los invitados han llegado, incluso el señor Wilde.

Paulo estaba tras él comiéndoselo con la mirada, acariciando levemente uno de sus hombros.

-Si no quieres quedarte manco deja tranquilo a Lionel.-murmuró Kamijo sin despegar la mirada del jardín.

-Excuse moi, no sabía que este joven era suyo.-mi amigo se giró al escuchar aquello.

-Bien sabes que es de Taylor, ya deberías saber como se las gasta.

Lionel estaba algo sonrojado y avergonzado con Jun en sus brazos. Tan sólo se giró y se marchó temblequeando. No estaba acostumbrado a que lo acosaran, antes como cura todos tenían sus límites y en estos momentos era un hombre común, muy hermoso eso sí.

Todos bajamos hacia el jardín, la ceremonia iba a comenzar. Los chicos tomaron sus asientos en primera fila, Wilde se puso de los últimos porque así se sentía espectador de aquel circo. Sí, así lo tachó en una de sus charlas telefónicas con mi empleado y este me lo hizo llegar a mí.

-¿Has visto? hay que tener elegancia en cada ocasión.-dije al bajar por la escalera y encontrarme a mi hijo. Me dirigí a mi posición en el jardín, junto al pequeño pórtico de rosas rojas y al juez que nos casaría. Era conocido mío, así que mataba dos pájaros de un tiro.

Kamijo tenía prisa por acomodar a Jasmine y colocarse a mi lado. Mi hija no llegaba, no sabía donde demonios se había metido. Iba a tardar más que el novio. Tendría que hablar con ella seriamente. Phoenix bajó de azul oscuro con un peinado que le hacía verse deslumbrante, todo él parecía deslumbrar. Tal vez por la felicidad que estaba alcanzando al fin.

-Tenemos que esperar.-susurré cuando quedó junto a mí, tomé sus manos y las besé.-Te ves muy atractivo.

Entonces escuché murmurar a un grupo de jóvenes y dirigí mis ojos hacia donde los había oído murmurar. Era Miho con un grupo de amigos de Londres.

-¡Joder! ¡Cuanto emperifollado!.-dijo uno de ellos casi gritando tan alto que era capaz de notar su respiración en mi nuca. Mi princesa le dio un buen pisotón que hizo que gimiera de dolor.

-Idiota, compórtate.-todos se quedaron mirándolos y yo carraspee.

-No se separen de mi, de seguro nos comen vivos.-los tomó de los brazos hasta llegar a su lugar. Por el camino tuvo algún piropo extraño de Amaury y la corrección de Cat.

-Miho, estás buenísima.-susurró Amaury y Cat le dio un golpe.

-Se dice hermosa idiota.-chistó Cat

-P...papá di...dice que parece princesa siempre.-reí bajo ante aquello, siempre fue mi princesa y notaba que otros habían apreciado su belleza.

Estaban en primera fila, junto a Lio, que tomaba las imágenes para luego contarle a su pareja.

-Callaos o sólo saldrán berridos y no podré hacer un buen reportaje.-tenía la lengua hacia un lado intentando averiguar como se ponía en marcha.

-¿Ya podemos empezar?-preguntó mi amigo de partido y juez.

-Sí, Fermín, ya podemos.-jugaba con uno de mis anillos, una y otra vez pensando en Yutaka.

Sus amigos se sentaron y ella terminó de saludar a su amigo. Me pregunté que hubiera sucedido si esos dos hubieran acabado juntos, no quería ni pensarlo realmente. La boda continuó. Llegaron las preguntas de rigor y no dudé en decir Sí, aunque por dentro temía el dolor que le causaría a mi antiguo amante. Phoenix soltaba pequeños destellos en sus ojos al decir un Sí tembloroso, pero seguro.

-Si alguien tiene alguna razón para oponerse a esta unión, que hable ahora o calle para siempre.-no se escuchaba ni una mosca y de repente gritos que me hicieron girarme.

Imai, el asesino, hizo su aparición. Llevaba a Megumi en sus brazos, la tenía agarrada como si fuera una tenaza. Ella lloraba, el maquillaje se había corrido por sus mejillas. Notaba como mi hija se tensaba y comenzaba a llorar. Únicamente pensé en mis nietos, Hizaki me había mandado el parte de su hijo y el de ella. Estaban unidos, eran hermanos al fin y me alegré por ello. En ese momento únicamente pensé en ella, sin importarme morir o no. También en Phoenix y en mi pequeño Jun.


-Yo me opongo.-empezó a decir mientras Megumi seguía intentando zafarse de ella. El muy idiota vestía de rojo con unos zapatos extraños. Se creía don interesante, pero en realidad era don idiota. La seguridad podía haberla mermado, pero en cuanto los compañeros caídos por sus manos no dieran cuenta a los otros lo descubrirían.-Que mal educado eres Sakurai... Te casas... ¿Y no me invitas? ¡Que malo eres! Y yo que te estimo tanto.

-Déjala, la cosa es entre tú y yo.-intenté calmarme, parecía una balsa de aceite pero por dentro me revolvía. Amaury tuvo un alarde de valor, salió de su asiento y agarró a Miho metiéndola donde las bancas.

Jun lloraba, lloraba llamándome y estirando sus brazos. Lionel intentaba hacerlo callar como podía, había dejado la videocámara en el suelo. Amaury estaba preguntándose si moverse hacia Miho o qué. Cat le agarró fuerte del brazo para que no hiciera ninguna locura. Ese joven parecía conocer al tipo aquel, lo miraba con odio y cierto recelo. Eduart lloraba al igual que Jun, era como un niño pequeño a pesar de sus dieciocho años. Era un niño dulce, como mi hijo mediano. Hizaki no estaba, di gracias de no encontrarlo con un rápido vistazo. Wilde estaba sereno, como si nada pasara. El resto estaba en silencio, temblaban. Jasmine tiró de Phoenix y Kamijo los abrazaba a ambos.

-Deja que se vayan todos, la cosa es entre tú y yo. Mátame, es lo que deseas. Pero supongo que eso no te hará tener a Megumi, tampoco que tu estupidez desaparezca y mucho menos te durará la felicidad... ¿Te puedo preguntar algo?-todos me miraban fijamente.- ¿Dónde estabas tú cuando el marido de Megumi la golpeaba? ¿Dónde cuando mi hija probó los golpes de ese desgraciado? Yo desconocía todo, pero ¿y tú? ¿Y yo soy aquí el hijo de puta?-si me iba a matar, que lo hiciera con ese pensamiento en su cabeza. Di gracias que Uta no estuviera. No me movía, ni me acercaría a mi hija. Más bien me alejaba de ella por si me disparaba y fallaba.

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt