Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

martes, 20 de octubre de 2009

Dark City - capitulo 11 - Nuevos Aires (XIV)


Mientras hablábamos caminábamos en la dirección que él marcaba. Iríamos a visitar cada uno de los pisos, también averiguaríamos otros. Queríamos que fuera en el barrio dormitorio, las agencias nos comentaban incluso de arrendamientos baratos en otros lugares pero deseábamos que fuera lo más próximo al Hotel Duque.

Estuvimos horas mirando varias agencias, los apartamentos que estas tenían no era lo que deseábamos. Al final dimos con un ático a unas calles del hotel. Pedimos una cita para visitarlo, ya que no estaba en el listado de Kamijo, y nos dijeron que tras media hora se personaría un agente en la puerta del edificio. Nosotros nos quedamos sentados en la cafetería, pedimos un café y descansamos nuestros adoloridos pies. Estábamos cansados, habíamos recorrido prácticamente la ciudad al completo al ir de un lugar a otro.

-Este barrio le agradará.-comentó con una sonrisa leve mientras dejaba la taza en la mesa, aunque la seguía rodeando con sus aparentes frágiles manos.

-Aún no me has dicho como es Mario, tampoco cómo lo conociste.-estaba intrigado, deseaba saber quién era el hombre que le concedía la custodia de Megumi. Temía demasiado por su seguridad, ese maldito loco podría presentarse y armar un nuevo escándalo.

-Mario es un hombre que te agradará cuando lo conozcas, puedes venir conmigo al aeropuerto si lo deseas.-dijo tras un sorbo de su café, aún lo tenía próximo a sus labios.

-Lo haré, pero deseo que me des leves referencias para hacerme una idea.-respondí clavando mis ojos en los suyos.

-Oh, vamos.-dejó la taza en la mesa y sonrió leve.-No me digas que puedes estar celoso.

-No es eso.-declaré.-Tan sólo quiero saber como es su carácter, Megumi necesita alguien distendido y que sepa ser todo un caballero.

-¿Buscas un escolta o un marido para la madre de tu hija?-interrogó alzando una ceja.

-Busco un hombre que la proteja, pero que a la vez le haga olvidar los malos tragos. Un amigo además de un matón.-quería que Megumi empezara a tener confianza en los hombres, que no lo odiara por ser su escolta y que viera su compañía como algo agradable en vez de obligatorio.

-Mario tiene un carácter muy equilibrado.-yo tomaba mi café sin dejar de escuchar lo que me comentaba.-Verás dependiendo de la persona con la que esté, de los gestos que tengan con él, es más o menos agradable. Tiene el síndrome del caballero, sin ser machista ni extremista. Adora la naturaleza, ama a los animales, pero detesta en su mayoría al ser humano. Bueno, más bien detesta las relaciones prolongadas con miembros del sexo opuesto. Es mujeriego, pero sabe cuando una mujer le paga por protegerla y no suele involucrarse sentimentalmente. Más bien creo que desde que le rompieron el alma en trocitos, más que el corazón como suele decirse, no ha vuelto a buscar refugio en los brazos de una mujer.-el hombre que dibujaba parecía todo un caballero, pero con ligeros toques de chulo de bar.-Tiene un aire de rebelde sin causa, pero no te dejes deslumbrar por ello ya que es un hombre maduro. Tiene tu edad, es curioso. Justo los mismos años que tú tienes, además aparenta también menos años.-sacó un sobre pequeño, del sobre foto y me la mostró.-Sabía que me harías esto, así que traje unas fotografías.-dejó el resto del sobre en la mesa y comencé a mirarlas.

Aquellas instantáneas, capturas de un fragmento de vida, donde se veía a un hombre de aspecto algo pálido y ojos grises. Su corte de pelo era algo Glam, por no decir su aspecto de motero camino al paraíso de las Harley Devidson. Algunas eran de él cantando en una especie de banda, me quedé clavado en la estética tan tétrica y a la vez ochentera.

-¿Quiénes son el resto?-interrogué alzando una de ellas para dejarla en el centro de la mesa.

-Su vieja banda de Glam Metal, esa foto tendrá como cuatro años.-cuando dijo aquello tragué saliva. Realmente era un hombre que aparentaba menos edad de la que tenía.-Tranquilo, a pesar de sus pintas de alocado tiene un enorme corazón y también bastante cuidado con su trabajo.

-¿Cómo es que tú y él son amigos?-no me imaginaba a Kamijo asistiendo a uno de esos conciertos.

-Pura casualidad, prácticamente, como tú me conociste a mí.-rió bajo mientras jugueteaba con la cucharilla agitando su café.

-Explica eso.-respondí.

-Verás cuidaba a un viejo amigo, me parecía degradante el trato que le estaban dando. Al final conseguí que se vengara y terminó como líder de la organización en la que estoy. Es tan sólo un muchachito de veintidós años, pues cuando él tenía catorce conocí a Mario. Fui a casa del padre de Mario buscando refugio, buscando un lugar para alejar al que consideraba prácticamente un hermano.-así que cuando dijo eso supe ya inmediatamente la relación de esos dos.

-Mafioso.-susurré.

-Digamos que es un gran hombre de negocios, es italiano, aunque su mujer no. Por ello el aspecto de la piel de Mario. Además, si te digo su segundo apellido ya sabrás de donde es natal su madre.-sonrió algo nostálgico.-Ritola.

-Finlandia.-respondí.

-Así es.-dijo dando el último sorbo a su café.-Lo que he dicho aquí podría traerme consecuencias, por favor no digas nada. Aún muchas personas querrían mi cabeza en bandeja, por hacer que un mocoso como él termine dominando tantos negocios en Asia.-murmuró tomando una servilleta para llevársela a sus labios.

-Es de confianza entonces.-lo que me había dicho, el cómo lo había conocido, tal vez no aliviaría a nadie pero que me contara algo así era para mí importante.

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Lestat de Lioncourt