Dark City - capitulo 11 - Nuevos Aires (XVI)

Era un consejo que me dieron los primeros días en mi pequeño despacho, cerca del de mi padre. Yo había estudiado duro, no estaba ahí por ser el hijo del jefe nada más. Jamás olvidaría a ese hombrecillo que se aproximó a mí, poco o nada podría yo conocer que sería despedido por mi padre pocos meses después. Mi padre prescindió de él porque ya era demasiado viejo. Sin embargo mi padre tenía varios años más que él. Jamás le perdoné que hiciera aquello, mucho menos cuando supe que se suicidó al verse arruinado al perder el empleo y también al perder a su familia tras divorciarse de su mujer.

La camarera apareció y Benjamín tomó el papel. Lo miré de reojo y le quité la nota.

-Señor, yo deseo pagar el café porque debieron esperarme.-replicó.

-Ya, pero no me gusta que me inviten.-respondí con una sonrisa felina, mientras Kamijo reía bajo.

-Entiendo.-murmuró algo desorientado.

Finalmente pagué los café y caminamos hacia la salida, giramos hacia la derecha y entramos en el portal del edificio. En el ascensor el muchacho volvió a dar síntomas de nerviosismo, yo simplemente me divertía al ver sus ojos recorrer cada botoncito del ascensor.

-Es un ático.-murmuró.

-Lo sabemos.-dijo Kamijo apoyándose levemente en la cabina.-El ascensor se mueve demasiado.

-Kamijo, no seas asustadizo.-musité y sonreí pasando mi brazo sobre sus hombros.-Piensa que si morimos dejaremos unos cadáveres jóvenes.

-Sí, pero no demasiado hermosos por como quedarían.-el joven nos escuchaba aunque aparentaba no hacerlo.

-Pero lo haríamos juntos, una amistad fuerte como la nuestra tendría un final trágico pero digno de una novela.-sonreí de lado observando que se iluminaba en el contador nuestro piso.

-Aún así, muere tú yo soy demasiado joven.-aquello fue un golpe bajo.-Maestro.

-Hemos llegado.-murmuró Benjamín abriendo la puerta y manteniéndola aferrada hasta que nosotros nos hallábamos algo retirados del ascensor.

-Es el único apartamento en este piso.-susurró con cierto asombro mi buen amigo.

-Sí, así lo deseó el arquitecto.-dijo con la voz temblorosa mientras buscaba las llaves, primero los bolsillos y después la chaqueta. No las encontraba y nosotros le observábamos fijamente sin perder detalle. Sabíamos que eso le haría ponerse aún más nervioso.

-¿Ha mirado en el maletín que porta?-indicó Kamijo señalando el pequeño maletín de imitación a piel, pues se notaba que era basto y mal acabado. Seguramente una imitación cualquiera de mercadillo, pero seguramente que cumplía bien sus funciones.

-Cierto.-masculló tragando saliva y al abrirlo ahí estaban. Las llaves aparecieron, pero sus manos torpes hicieron que cayera al piso.

-¿Me permite?-interrogué tomando aquellas llaves.- ¿Cuál es?

-La que tiene la funda de plástico es del subterráneo, la grande es la del portal, la pequeña del buzón y la mediana es la que abre la puerta.-indicó quedando detrás mía, intentando mirar por encima de mi hombro.

-Entonces es la mediana.-susurré abriendo la puerta con un par de giros de muñeca.

Al abrir un ligero aire a cerrado entró por mis fosas nasales. Aquel aroma me recordó a mi primer apartamento y sonreí con cierto aire de nostalgia.

-No tiene mucha luz, aunque aparente lo contrario.-murmuró.-Sin embargo, es un barrio tranquilo y que está en plena ebullición de vida. Pronto se abrirán nuevos locales comerciales, está cerca a una de las arterias principales de la ciudad y por supuesto pueden encontrar varios supermercados próximos. Es un buen lugar.-hablaba de aquella zona como si yo no hubiera estado presente en los planos. Llevaba años metido en el Ayuntamiento formando parte de un partido, pero él parecía no reconocerme.

-¿Cuántas habitaciones posee?-preguntó con rapidez mi amigo.

-Dos, una de matrimonio y otra de huésped.-replicó.-Es un buen hogar para una pareja.-reí bajo por aquello.-Si me lo permiten hacen buena pareja, los vecinos no tendrán problemas con ustedes ya que son de mente abierta.-ya no reí bajo, simplemente estallé en carcajadas.

-¡Atsushi!-elevó bien alto el tono de voz.-No te rías del joven, él no tiene la culpa de hacer juicios equivocados.-intentó ser conciliador, como siempre.

-¿Kamijo deberíamos decirle esto a Jasmine? ¿Y a Phoenix? Oh, mon amour.-dije girando sobre mí, moviéndome de forma parecida a un vals.

-Lo lamento, pensé que eran pareja.-respondió y entonces se quedó clavado mirándome fijamente. Benjamín creo que entonces vio la luz, entendió realmente quién era yo.-¿Atsushi Sakurai? ¿El político?

-Antiguo político, ahora simplemente hombre de negocios.-sonreí encarándolo, dejándolo algo pálido por mi presencia, y me giré dirigiéndome hacia el pequeño balcón.

-Lo lamento, no lo reconocí.-dijo bastante sorprendido.-Pensé que no tendría tan buen aspecto tras lo sucedido.

-Yo siempre tengo buen aspecto.-sonó egocéntrico, pero era lo que deseaba creer.-Hermosas vistas, Mario disfrutará con ellas poco tiempo.

-¿Mario?-interrogó.-¿No es para alguno de ustedes?-preguntó dejando el maletín sobre la mesa que había en el salón.

-No, es para un amigo mío.-dijo Kamijo con una sonrisa leve.-Por eso preguntamos cuántas habitaciones tiene, necesitará una como pequeño despacho.

-La cocina no es muy amplia pero está totalmente amueblada, el baño es de un tamaño considerable, están los dos dormitorios y este salón.-decía todo aquello señalando las puertas.

-¿Está todo amueblado?-dije entrando en algunas de las habitaciones, abriendo las puertas y comprobándolo todo.

-Sí, así es.-respondió casi de inmediato como si tuviera un pequeño resorte.