Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

domingo, 29 de noviembre de 2009

Dark City - capitulo 12 - El ojo del huracán (I)


Capitulo 12 El Ojo del huracán.

Los siguientes días fueron bastante curiosos. Curiosos pero letales, por así decirlo. Si ya me encontraba en mitad de una apabullante tormenta en esos instantes podía notar como un rayo fulminaba mi cuerpo. Todo lo causaron terceros ajenos a mí, pero muchas de mis acciones fueron cobrándose lentamente hasta hacerme caer de rodillas intentando pensar en como regresar al buen camino. Cuando uno pierde total esperanza, cuando te apuñala mil veces el destino, sientes que tu alma se despega de tu cuerpo y que este se queda sin saber que paso dar para reencontrarse consigo.

El cumpleaños de Hero fue todo un éxito, eso no me produjo ninguna alteración. Tampoco la boda que se formuló en tan sólo unas horas. Primeramente confieso que pensé que sería un mes para recordar, después me di cuenta que lo mejor que podría hacer era olvidar todo lo que fue sucediendo. Fueron momentos muy tensos a partir de esas fechas, y creo que aún hoy en día sigue en mi cabeza el eco de todo lo que fue sucediendo.

Jasmine hizo videollamada desde París, como prometió, estaba tan emocionado que a penas articulaba palabra. Kamijo le había pedido matrimonio en el restaurante más caro y romántico de la ciudad, ese que era imposible de conseguir reserva si no eran meses antes y que estaba situado en la mismísima torre Eiffel. Las vistas debieron ser magníficas, el vino, la comida y sobretodo las palabras de Kamijo que lo apabullaron sin saber que decir. Sin embargo, era obvio que anhelaba ser el esposo de Kamijo. Se notaba que deseaba aferrarse firmemente a su presencia; esa presencia cargada de elegancia, como si fuera un aura que lo protegiera de ser uno más de los comunes mortales que merodean el mundo hasta su final. No obstante no había quedado ahí todo, en una simple pero romántica pedida, sino que habían conseguido casarse horas más tarde.

Kamijo era experto en falsificar documentación. Él quería casarse en nuestra ciudad, pero siempre queda hermoso en la memoria algo romántico e íntimo. Conocía bien a mi amigo a pesar de no tener más de unos pocos meses nuestra unión como tales, como confidentes. Era uno de esos hombrecillos que tienen elegancia natural, don de gentes y sobretodo un atractivo implícito. Es el eco viviente de aquellos nobles franceses con aspiraciones revolucionarias y amantes del arte, además de la literatura romántica que evocaba antiguas épocas de esplendor. Sí, uno de esos burgueses bien posicionados o nuevos nobles con sesera suficiente para invertir y ser emprendedores. Él parecía pertenecer a esas épocas, a épocas remotas, y haber entrado en la nuestra a lomos de un enorme caballo. Creo que por ello caí en sus redes, en las redes de su amistad. Su tono de voz era muy agradable y tenía un acento afrancesado que ningún japonés podría tener, ni siquiera los mestizos.

Me alegré por ellos, fue un momento francamente agradable. Veía como alguien hacía bien las cosas y me daba aliento para hacerlas yo también. Quería superarme, quería mejorar y sobretodo ser romántico con Phoenix. Pedí que atrasara la boda para Navidad, que la tuviéramos después que la de nuestros amigos. Él accedió con reticencias, yo le aseguré que me encargaría de todo y todo era una palabra que englobaba demasiado.

El mismo día que Hero cumplía años decidí encerrarme en mi habitación y sacar partido de Internet. Busqué música romántica por la red para inspirarme, había canciones de bandas metal y rock que habían compuesto baladas increíbles. Saigon Kick sonaba en mis auriculares con su canción I love you cuando un ataque de melosidad me impulsó a escribir algo para Phoenix, deseaba entregárselo en la boda justo después del “Sí quiero”.

“Los grandes hombres hacen grandes cosas, yo a pesar de poder haber sido un gran hombre nunca hice nada importante porque todo lo que construía lo iba destruyendo. Ahora me doy cuenta que quiero conservar algo a pesar de cualquier consecuencia que pueda ocurrir, ya no importa. Creo que nada importa en este momento.

Quiero ser un gran hombre para ti, dar un gran paso y no olvidar la huella de mi pie en tu vida. Deseo estar eternamente a tu lado, eternamente. Sé que suena demasiado tiempo, pero es todo lo que deseo. Todo es una palabra demasiado grande, también sé que no es bueno abarcar grandes cosas y dejarlas a medias. Pero esta vez estoy decidido, quiero saltar hacia donde estás y atraparte con miedo a que te escapes... como si fueras una estrella fugaz.

Te amo. Te amo tanto que ya no sé como decirlo o como escribirlo, incluso lo he dibujado con la yema de mis dedos sobre tu piel más de una vez. Quiero que me creas cuando lo digo, aunque no te mire a los ojos por temor a verme reflejado cada vez más viejo y con menos tiempo para darte. Sé que tardé en decírtelo, si bien desde que descubrí lo bien que se siente al decirlo no paro de dejarlo escapar de mis labios. Te amo.

El camino es duro, será duro, y tan sólo confío que tú estés a mi lado cuando llegue al termino de mis pasos.

Aishiteru”

No hay comentarios:

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt