Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

domingo, 10 de enero de 2010

Dark City - capitulo 12 - El ojo del huracán (XXXIV)


Pues nada edición con foto mía y de Atsushi. Hacía tiempo que no hacía... algo así.

Dedicada para Miho


Yo bajé en silencio y permanecí callado incluso cuando me aproximé a los repartidores. Los chicos de la floristería esperaban para que pagara todo y así lo hice, al igual que con el muchacho de la pastelería. Todos se llevaron una propina por haberlo hecho en tiempo récord.

-Tengan cuidado.-dije notando que la verja aún estaba abierta y bajé junto con ellos.-La salida puede tener poca visibilidad.-comenté con una sonrisa.

-Lo hemos notado, gracias por el aviso.-dijo el chico que llevaba la camioneta de las flores.

-Hasta la próxima y gracias por llegar rápido.-sonreí cerrando la valla para girarme y ver que Phoenix corría hacia mí lazándose a mis brazos.

-Te amo.-susurró llorando aferrado a mí.-Te amo.

Salvé la situación con un poco de atención y romanticismo. Sin embargo, sabía que lo que había hecho me condenaría por siempre a sus dudas. Pero, al menos, ese día disfrutamos el uno del otro en completo silencio. Sus manos acariciaban mi rostro y las mías su cintura mientras únicamente dejábamos pasar las horas. El pequeño Jun jugueteaba frente a nosotros pidiendo un poco de atención. Éramos el ejemplo del nuevo tipo familiar.

Cuando llegó la noche Kamijo me llamó. Era una llamada común sobre algo no tan común. Mi hijo se iba a París, rodaría un video musical con aquella canción que hicimos juntos y sería un viaje para tal vez entender a Olivier. Yo tan sólo concedí mi permiso que él le acompañara, y no yo. Mi lugar era junto a mi pareja, dar un sí a mi nueva carrera en solitario y vigilar de cerca a Paulo. Tras las Navidades se daría al fin el poder al pueblo para votar. Se había alargado más de un año, pero los continuos cambios de miembros y el caos que aún reinaba en la ciudad lo habían hecho imposible.

Al despertar de la mañana siguiente llamé a la discográfica y di un sí bastante firme. Me citaron para la celebración de la firma del contrato, sería un desayuno copioso en el Hotel Duque y después una pequeña rueda de prensa. Deseaban que todos supieran que yo volvía a estar activo junto a ellos, que no me habían dejado escapar como al resto. Era la gallina de los huevos de oro, era su trofeo de caza.

Yo simplemente acepté todo lo que me proponían. Quería volver a sentir la magia del escenario y realmente no me importaba bajo que sello estuviera, tan sólo que me dejaran total libertad. Ellos aceptaban mis letras y tan sólo tenían que darme los músicos apropiados, los cuales podía hacer yo audiciones o aceptar los que ya me ofrecían ellos. Pensé automáticamente en Hide, pero sabía que él se pondría del lado de Yutaka y a los otros dos mejor no los molestaba. Toll estaba en la ciudad, junto a Imai, pero ambos estaban distanciados de mí y habían cambiado su teléfono. Los impulsos de una noche pueden tener consecuencias negativas sobre el mundo, por ello hay que ser maduro y aceptarlo de una buena vez. Yo lo acepté, por ello simplemente dije sí a todo lo que me ofrecía la compañía discográfica.

La cita para la gran firma fue una semana después de aceptar el trato. Tan sólo era firmar un contrato ya apalabrado. Una semana que tendrían para preparar el estudio y la sala de prensa, además de cómo me presentarían al público. Un público que quizás se mostraba reticente a mí o podía abrirme sus brazos y acogerme en sus calurosos aplausos. Por ello esos pequeños detalles tenían que estar a punto y debían hacerse en un margen de tiempo apropiado.

Phoenix estuvo a mi lado mientras hablaba por teléfono con el agente. Él quería averiguar todo lo referente a mi carrera, pero yo era autosuficiente. Yo era mi propio representante, yo y nadie más. Tenía abogados que podían ayudarme en caso de duda y leer junto a mí las bases de los contratos. No era tan idiota, no firmaba nada que no entendiera o leyera al menos un par de veces.

En la tarde de aquel día Phoenix decidió salir de compras con Jasmine. Querían ver la ropa que había entrado por la temporada de invierno y otoño en algunas tiendas, seguramente Jasmine necesitaba inspirarse y olvidarse por segundos de que se quedaba solo en casa porque su marido estaba casado también con el trabajo. Las bodas, la suya y la nuestra, se quedaron aplazadas porque Kamijo quería algo discreto pero completamente elegante. No deseaba hacerlo en el ayuntamiento, tampoco en mi hogar, ni en el suyo. Estaba intentando hacer algo romántico en compensación por las horas y el esfuerzo que ponía sobre el teatro.

Pensé que sería una tarde normal y corriente. Una más. Unas horas antes hubo un enorme corte de luz, pero yo no me percaté de ello. Phoenix se fue pasado el corte y después de llamarme para decirme de aquella salida. Takumi descansaba junto a Jun, acababan prácticamente de empezar la siesta, y yo decidí tomar un buen café. Hacía tiempo que no me tomaba uno e intentaba dejarme llevar por Chopin en un vinilo antiguo que poseía. Música clásica para relajar el espíritu y dejarlo llevar hasta lo más sublime.

-¡Café! ¡Bendito café!-dije antes de darle un sorbo y escuchar la perra. La asistenta no vendría hoy, le di día libre y por lo tanto no podía ser ella. Así que me levanté y fui a mirar en el porque a ver quien era.-¿Y esta qué hace aquí como mujer al borde de un ataque de nervios?-dije en un susurro, que esperaba que no lo hubiera escuchado, mientras me apoyaba en una de las columnas de madera.

-¡Ah! Tú...-dijo señalándome mientras intentaba abrir la verja de la entrada, Phoenix la había dejado encajada y tenía suerte de que la perra estaba atada.-¡Tú!.-gritó enfurecida caminando hacia mí con ganas de matarme.-¡Contigo quería hablar!.-la voz de Megumi cuando estaba molesta siempre me hacía gracia.

-¿Vienes a mostrarme lo bonitas que son tus botitas de agua?-interrogué alzando una ceja.-No te arrugues tanto, es malo para un día tan hermoso como hoy... llueve, los pájaritos cantan...-reí bajo pues me era divertido verla en esa pose de "¡te mato!"-¿Qué tal con Mario? ¿Por qué no lo traes? Y yo que quería conocerlo...

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt