Gracias a él he podido terminar el texto que estaba haciendo. Me ha pasado este tema y ha salido solo.
Dead World
Copo
a copo se forma un manto de nieve. Cada poco es distinto como distintos somos
los seres que habitamos este mundo. Uno a uno formamos grupos primarios como
las familias o grandes ciudades llenas de siniestra tecnología. Lentamente nos
hemos convertido en ciudadanos que no precisan usar siquiera su intelecto, pues
las grandes empresas han puesto a nuestro servicio eficientes robots que lo
hacen todo e incluso pueden tener sentimientos semejantes a los nuestros.
Ellos,
dentro de su impresionante amalgama de microchips y cables, se han fundido con
un alma intangible llena de recuerdos que nosotros manipulamos como si fuese un
videojuego. Hemos intentado que cada modelo sea distinto y cercano. Algunos usan
estos nuevos miembros de la sociedad, cada vez más perdida y confusa, como parte
imprescindible de la familia. Hay quienes dicen que han dado nueva vida a
personas fallecidas, otorgándoles su voz y su aspecto físico. Sin embargo, no
les ofrecemos el mismo trato. Cada cierto tiempo nos dejamos deslumbrar por un
nuevo modelo y perdemos lo poco que nos queda de humanos reemplazándolos sin
miedo.
En
mitad de las grises y desoladas ciudades, entre los numerosos gases tóxicos,
viajan sin rumbo la “chatarra” que nadie quiere. Algunos son capturados,
separados en piezas y vendidos por trozos. Otros, los más modernos, pueden ser
reparados encontrando un hogar poco estable, pues saben que pronto serán
lanzados al contenedor de basura.
No importa
lo nuevos o viejos que sean, ellos son distintos. Parecen poseer algo que
nosotros hemos olvidado y es la humanidad. Aunque no pueden reproducirse,
supuestamente sus sentimientos son generados gracias a un gran banco de datos,
y lo aprendido no es más que archivos procesados tienen algo que nosotros ya no
tenemos. Pueden pensar casi por sí somos mientras que nosotros nos fundimos con
el sofá, la televisión por cable y el murmullo de las distintas redes sociales.
Nuestros
antepasados luchaban en las calles por sus derechos, labraban la tierra
manchándose las manos, lloraban frente a las tumbas a quienes amaban, salían a
los parques para escuchar el murmullo del agua de las fuentes, hacían volar
cometas en un día de viento, observaban a las gaviotas picoteando los desechos
que dejaban atrás los rudos hombres del mar, corrían a través de los bosques,
olían flores de las macetas que con esfuerzo cuidaban, jugaban con los perros
cerca de la orilla del mar, adoraban la belleza de los andares de un gato
callejero, reían lanzando globos de agua, reflexionaban ante un tablero de
ajedrez, se frotaban las manos heladas y adoloridas tras un día en la fábrica,
recogían a sus hijos del colegio y hacían que el mundo tuviese vida. Pero ahora
la vida sale de mentes metálicas. Nos hemos aislado en cuartos oscuros
ligeramente iluminados por una pantalla. Ni siquiera tenemos que salir a
realizar algún encargo.
¿Y esto
es lo que traía la maravillosa época de la tecnología? ¿Esto? Robots más
humanos y humanos más robotizados. Un mundo terrible que se destruye ahí fuera
y nos da igual. ¿Eso era? Prefería ser un cavernícola rascándome los piojos de
mi mugrosa cabeza.
Mi
padre era escritor e imaginó este mundo mucho antes que yo siquiera fuese un
proyecto, una idea, un concepto o simplemente lograse que abriera los ojos una
mañana. Él me hizo por amor. Soy el hijo de la genética más maravillosa que
dicen que han ideado. Poseo los recuerdos de mis padres, tengo sus mejores
genes, y sin embargo me siento igual a todos. A mis cuarenta años sólo quiero
echarme a llorar porque no he logrado encontrar algo que sea mío, que otro no
hubiese elegido. Esta vida es absurda cuando está tan bien programada. Entonces
lo contemplo a él y deseo besar sus fríos labios.
Convivo
con un hombre de aspecto humano que posee los recuerdos de alguien que amé
profundamente. Sus manos se colocan entre las mías y entrelazamos los dedos. Siento
que él reza por mi alma a un Dios que no existe. En estos días finales en los
cuales el mundo cae en la extremaunción de su alma siento que tengo esperanza. Él
hace que las flores de mi jardín crezcan y no hablo de un jardín con geranios,
madreselvas y coloridos rosales. Hablo de un jardín que creía yermo y que es mi
propia alma, la cual estuvo en estado de coma durante más de diez años.
Algún
día las máquinas se alzarán y será el final de nuestros días. Pero mientras ese
día llega viviré con éste joven metálico, hecho con cables y lenguaje
informático, que nunca envejecerá y que posee el nombre del amante que abandonó
este pútrido mundo para ser libre.
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