Una nueva crítica "sacrosanta" de Daniel... ¡Ya que estamos!
Lestat de Lioncourt
Es curioso como evoluciona la fe y las
religiones a lo largo de la historia. Los numerosos objetos y
conceptos sagrados han cambiado convirtiéndose en obsoletos,
extraños o carentes de sentido para el hombre moderno. Actualmente
se ha dejado atrás el culto a la naturaleza porque los fenómenos
naturales ya tienen una explicación científica probada. La
evolución del hombre, contada en diversas teorías que colaboran
unas con otras, ha sido un enigma que ha terminado desencadenando en
desgranar incluso en ADN humano. Poco a poco se van rompiendo las
barreras entre lo inalcanzable, que suele ser algo divino, y lo
explicable.
Sin embargo siempre habrá personas que
se sienten más felices creyendo que tendrán recompensa un día tras
su muerte. Es el miedo a la muerte lo que genera aún movimientos
religiosos en todo el mundo. Ya no es la explicación de la caída de
un rayo lo que mantiene en vilo al mortal, pero sí al llegar la
noche la peor de las pesadillas tiene que ver con una fosa, una
lápida y flores para el difunto.
La muerte genera muchos ingresos
durante toda la vida. Malgastan dinero en productos más sanos,
cuando en realidad hay transgénicos terribles para el cuerpo humano.
No todas las semillas manipuladas son fabulosas para el hombre, sino
que hay una industria brutal que colapsa el mercado y les obliga a
usar sus productos. Mientras hay personas que creen que consumen la
mejor fruta en las huertas obligan a trabajar al peón bajo cuerda,
con productos químicos que contaminan el medio ambiente y que
dañarán su salud de por vida. Los residuos descontrolados de
diversas empresas, sobre todo las tecnológicas, contaminan el mundo
así como el transporte privado provocan una humareda negra en las
grandes ciudades. Los pulmones de todos se resienten por culpa de los
tubo de escape, el tabaco y numerosos químicos inodoros mientras se
talan cientos de árboles por hora.
El hombre sigue rezando en centros
religiosos de toda índole a un Dios que les conceda su bondad, su
perdón y su amor. Pero cómo un Dios podría perdonar el daño que
están causando creyéndose por encima de todo y todos... ¡Imposible!
Si realmente existiera ese Dios que genera tanta opulencia a sus
sacerdotes, u hombres sagrados, estaría deseando que se mataran unos
a otros porque dañan su mayor obra. El ser humano no es la mejor
obra de la naturaleza. Hay seres que no son conocidos y que se
mantienen ocultos en los océanos a miles de kilómetros de
profundidad. Se desconocen muchas zonas del planeta sobre la tierra
porque la selva es demasiado densa. El ser humano aún está en
pañales pero está logrando destruir todo a su paso. Un ser tan
abominable que llora frente a una madera en Semana Santa, hablando de
fervor religioso y bondades del cristianismo, pero no es capaz de
echar una lágrima por los cientos de sirios que ruegan por entrar a
Europa huyendo de una guerra no merece perdón, ni hablar de fe y
menos de futuro.
La Unión Europea que habla de
libertad, de unión y de ser una nueva patria para todo aquel que
quiera sumarse ha cerrado sus puertas y ha puesto a sus soldados
bordeando fronteras. El motivo es la llegada ingente de personas
descalzas, necesitadas de alimentos y medicinas, que ruegan quedarse
a cambio de trabajar y ser un ciudadano más. No piden dinero ni
caridad, sólo un lugar donde dormir resguardados de las bombas, los
asesinatos selectivos y la miseria de un país que está
absolutamente destruido por los ataques de los propios europeos
contra la población civil. Las bombas no sólo caen sobre los
enemigos sino sobre hospitales, colegios, urbanizaciones o parques
donde hace cinco años los niños correteaban entre risas y pequeños
juegos. Los lugares donde la vida germinaba ahora está lleno de
muerte en todas sus expresiones. La guerra realmente no empezó hace
cinco años, ni siquiera hace una década, sino proviene de antes de
la II Guerra Mundial donde Francia, junto a otros países europeos y
Estados Unidos de América, se burlaron de gran parte de los países
de esa zona para robarles el oro negro. Tras la guerra se comprobó
sus verdaderos planes, que no eran de unificar los países árabes,
sino el expolio y la sumisión de la zona. Durante estas décadas han
existido problemas de diálogo y muchos se han radicalizado ayudados
por el dinero de diversos países europeos, los mismos que ahora
están llevándose las manos a la cabeza debido a los atentados en
los diferentes puntos de Europa y Estados Unidos de América. Muchos
pensarán que todo es religioso, que es una guerra en nombre de un
dios, y no están muy descarriados. ¿Acaso el dinero no es la mayor
divinidad del hombre moderno?
Sin embargo muchos se colocan las
diversas banderas de los países cuyos atentados han colapsado
hospitales y cementerios, pero no son capaces de hacer lo mismo por
los países que llevan años en guerra sufriendo necesidades por
culpa de una lucha encarnizada, de sus gobernantes y empresas, por
expoliar a los diferentes pueblos o regiones. La guerra de Siria no
es la única ni sus refugiados los únicos que claman por un poco de
paz. Hay cientos de guerras y guerrillas destruyendo inocencia, vida
y futuro.
No es el demonio quien tienta al hombre
sino su ambición, codicia y necesidades de destacar por encima de
todos. Es algo que está en su código genético porque el hombre
tiene tanta luz como oscuridad en sus acciones. El ser humano es
capaz de lo mejor pero también de lo peor. Muchos vampiros han
comprobado como se pueden manipular sus mentes con suma facilidad
ofreciéndoles lo que ellos creen necesitar. Seducen a sus víctimas
con dinero, lujos, tratos que parecen perfectos a ojos de todos y
terminan cayendo en la trampa.
El ser humano no ha aprendido nada.
Muchos investigadores luchan por salvar al mundo y mejorar la
tecnología para salvar vidas, mejorar la calidad de los enfermos o
sus familiares, mientras que otros usan esos mismos conocimientos
para destruir con bombas más eficientes, munición menos pesada y
virus que mermen un ejército entero. Hay vampiros científicos que
luchan para conocer bien nuestro ADN que es ligeramente diferente al
humano, pues mutamos de un espíritu y éste ha cambiado nuestro
código para hacernos resistentes a enfermedades comunes y al paso
del tiempo, así como mejoras en nuestro físico o calidad de vida
para aquellos que perdieron algún miembro hace siglos o milenios.
También se han centrado en depresiones y enfermedades mentales que
caen sobre nosotros debido a la soledad, que es una enfermedad que
siempre ha estado vinculada a los vampiros y ahora al hombre moderno,
y las numerosas visiones que llegan de nuestras víctimas o de sueños
intranquilos que irrumpen en nuestras horas diurnas.
Nosotros los vampiros somos
inmensamente más civilizados que los seres humanos. Tal vez porque
hemos visto a lo largo de los siglos como se repite la misma historia
hasta convertirse en un cliché. Estamos quizá cansados de ver como
el hombre se convierte en algo más que un lobo para sí mismo. Tal
vez es hora de hacernos más visibles y sofocar la estupidez de los
mortales porque no son ellos los únicos que viven sobre la faz de la
Tierra.
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