Tesjamen es parte de los bebedores iniciados por La Sangre para que luego Akasha los formara como parte de su culto. Ella no los creó, pero bebieron de la fuente original. Es uno de los tres dioses que continúan vivos. Los otros dos dioses son el paciente Avicus y el indómito Cyril.
Aquí nos vuelve a contar la historia de amor hacia su bruja y la amistad con el espíritu Gremt.
Lestat de Lioncourt
Las heridas eran terribles y casi no
podía caminar. A duras penas lograba mantenerme de pie aferrado a
los troncos rugosos de los árboles. Era tan lento y torpe como un
recién nacido y caía de bruces sobre la crujiente hojarasca. La luz
penetraba entre las ramas incidiendo sobre mi piel ya lastimada.
Estaba horrorizado por el aspecto de mis manos pues sólo podía
imaginar mi rostro deforme, calcinado y ensangrentado. No podía
dejar de llorar pero tampoco debía detenerme. Me llevé días
caminando sin saber donde estaba realmente. Aunque puede que fuesen
meses o años. No lo recuerdo bien. Cuando al fin encontré un lugar
seguro me refugié, pero el miedo me hizo salir esa misma noche. El
miedo y una sed terrible. Cacé algunos animales pequeños y escuché
una conversación que me destruyó el alma.
A pocos metros de donde me encontraba,
oculto tras unos espesos matorrales, escuché las burlas de unos
hombres de corazón oscuro hacia una mujer que parecía rogar por ser
tratada con respeto. Se burlaban de su aspecto y la acusaban de no
ser útil siquiera como curandera. Cuando se marcharon entré en su
vida rogándole piedad y asilo. Creí que ella sabría entender mi
padecer y podríamos ayudarnos. Yo la ayudaría leyendo las mentes de
los que iban a buscarla y ella ayudaría a curarme las heridas
proporcionándome un lugar acogedor.
Durante algún tiempo todo funcionó,
pero decidí convertirla completamente enamorado. El aspecto no
importa cuando los corazones son hermosos y las almas se convierten
en ángeles bondadosos. Ella era pura bondad y tenía una belleza en
la que nadie más reparaba. La hice mi hija, mi compañera y por
supuesto el amor de mi vida. Jamás había amado así. Pero no nos
dejaron mucho tiempo tranquilos porque pocas décadas después fue
quemada acusada de brujería.
Creí volverme loco. El dolor que
soporté ese tiempo, pensando que ella estaba muerta, fue peor que el
dolor del sol cayendo sobre mi piel. Ni siquiera esas terribles
llamas podían emular mi sufrimiento en esos días tan oscuros.
Hesketh era una flor en mitad de un desierto. Se había convertido
para mí en un oasis en el cual olvidar el encierro, el sol y las
preguntas que aún consumían mi alma.
Lloraba entre unas ruinas como un
miserable cuando él dio conmigo. Gremt me localizó y comenzó a
conversar ofreciéndome su compañía. Sentí que al fin encontraba
un poco de consuelo para la muerte de mi compañera. No tardó en
desvelarme que ella estaba “viva” de algún modo y que en esos
momentos era un poderoso espíritu. No recuerdo cuántos días fueron
los que tuve que esperar para que me desvelara la verdad. Ella ahora
es hermosa y parece humana ante los ojos de cualquier mortal. Juntos
hicimos una alianza forjada en el mutuo respeto y cariño.
Investigaríamos a Amel, el espíritu que habitaba en la sangre de
los inmortales, y colaboraríamos con el mundo sin que este supiera
de nuestra existencia. En aquellas ruinas iniciamos lo que hoy se
conoce como TALAMASCA.
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