Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

sábado, 16 de abril de 2016

Mi discípulo rebelde

No sé si sentirme amado, odiado, aterrado o satisfecho... ¿Marius pensaba esto de mí? 

Lestat de Lioncourt

Durante algunos meses estuve soportando la presión de un joven atrevido y descarado que escribía mensajes encriptados en los muros de cualquier edificio y en diversas ciudades de distintos países. Desde que fue creado he seguido con interés sus pasos. Admito que llevo siglos vigilando a mi mejor creación la cual ha sido envenenada y traicionada por la oscuridad de un culto terrible, falso y apócrifo para sus viejas creencias. Ya no queda nada del ángel que construí porque ha quedado atrapado en los infiernos y en estos últimos años lucha para surgir, pero el daño ya está hecho. Sin embargo no he podido dejar de seguir su camino, su dolor y su miseria. Ante él surgió la llama da una esperanza nueva.

Cuando creé a mi querubín estábamos inmersos en una etapa cultural que surgió de forma atronadora entre los muros de mi vieja Italia. Florencia era la flor fragante que endulzó a los viajeros y mercaderes llevando la nueva visión del mundo al resto del continente. Sin embargo, él quedó inmerso en las sombras de un movimiento oscuro y temible. La luz del Renacimiento se apagó por siempre cuando el Barroco llegó arrasando todo con una nube recargada de detalles pero sin las luces y deprimida económicamente. Pero este nuevo vampiro surgió de entre las ruinas de un mundo sumido en la oscuridad para ser de nuevo la luz en pleno Romanticismo.

Podría decirse que su alma tuvo una semilla nueva y firme que le hizo arremeter contra todo con la pasión de este periodo, con la nula creencia en un Dios y sin temor a un Demonio. Me recordaba a mí cuando era joven aunque mucho más temerario y con un “yo” más exaltado. Sus sentimientos eran una vorágine similar a un torbellino y podía sentir sus ojos llenos de una luz que creí muerta. Ese nuevo vampiro cayó en la locura de la destrucción porque su gran amante había muerto. Los suicidios de escritores eran comunes, también los de otros artistas. Muchos de ellos lo hacían porque no eran capaces de transmitir el intrincado laberinto que era su alma. Otros porque el amor era demasiado cruel, imposible de atrapar y eso provocaba que sus obras fueran llenas de ira, dolor, miseria y esperanza. Siempre había esperanza incluso en la muerte podía hallarse una chispa de esperanza. Su nombre es Lestat y valora lo poco común, lo distinto, lo único y no cree en nada salvo en lo que puede contemplar con sus propios ojos. Un hombre que amó el teatro, que siempre estará vinculado con la música del algún modo y que llora ante la belleza de las pinturas más hermosas que jamás se puedan crear aunque no las comprenda del todo.

He decidido rescatarlo. Estaba a punto de dormir durante siglos quizás. Llevaba días enterrado en la arena aferrado a lo único que quedaba de su amante: un Stradivarius. Desenterré su cuerpo, sacudí el polvo pegado a sus ropas y le ofrecí mi sangre como si fuese un hijo que regresa al hogar tras siglos perdido. En ese momento creo que me sentí parte de un cuadro de Murillo convertido en el padre bondadoso que abraza con ternura a su hijo pródigo.

Conté todos mis secretos en una sola noche. Abrí mi corazón en unas horas ofreciendo mi dolor, mi felicidad, la escasa paciencia que aún envuelve mi alma y la verdad que he llegado a conocer tras mis múltiples y catastróficas experiencias. Acepto quizás puse demasiadas esperanzas en él o quizá no vi venir que era demasiado inquieto para prohibirle nada. Él quiso conocer más de lo que se debe y aunque le revelé quien era Madre y Padre, mostrándoselos sin miedo ni preocupación, rogué porque no descendiera hacia el Templo solo.

Ha despertado a Akasha y a Enkil, a nuestros Padres Inmortales, que son como dioses en mitad de un mundo sin magia. Yo no tengo culto religioso hacia ellos, pero me he esforzado por ofrecerles siempre las mejores comodidades, contarles las últimas noticias y mostrarle los avances del mundo. Pero no se movían. La ira o la rabia, aunque quizás ha sido los celos, han provocado que lo expulse de mi vida porque él ha logrado que ambos se levantaran y comunicaran sus deseos, miedos y celos. Enkil estaba profundamente celoso de Lestat y destruyó el violín que usó para endulzar el silencio de aquella sala. Akasha se alzó porque escuchó a este joven tocar una de las viejas partituras que tanto amaba su amante.

Ojalá no lo hubiese hecho porque yo deseaba compartir con él algo más que unas horas. Admito que no sólo estoy celoso porque ella reaccionara ante él. Siento celos porque él está más fascinado con la historia de Madre y Padre que conmigo. Yo he dejado de ser su fascinación para convertirme en sólo un elemento decorativo. Iba a ofrecerle ser mi discípulo y darle todo lo que no pude a mi querubín, mi Amadeo... su Armand.

En mis perversas fantasías he rozado la tentadora piel de sus rosados pezones con mi lengua, acariciado sus marcadas caderas y viajado con mi boca llena de deseo por su vientre. Nunca me detenía ante los botones de su elegante camisa blanca con puños llenos de encaje. Desnudaba su hermosa figura de Adonis y palpaba cada uno de sus extraordinarios músculos. Sus ojos azules, tan fieros como los de un animal salvaje que nunca admitirá doma alguna, me perseguían cargados de una lujuria propia de un hombre joven. Su boca grande y carnosa, aunque perfecta al encajarse en su rostro ligeramente anguloso y masculino, se abría murmurando mi nombre mientras sus muslos me ofrecían una visión maravillosa de su masculinidad. Quería pintarlo hasta saciedad con caricias indecentes y ofrecerle mi milenaria sangre cada noche. Deseaba crear un monstruo libre, salvaje y diferente; pero ya lo era y esas fantasías se hundieron en la despedida de una noche oscura cargada de estrellas en la orilla de un mar profundo de aguas negras y calmadas.

Sin embargo, pese a todo lo que he vivido junto a él que no son pocas desgracias, lo haría otra vez. Atraería su figura hasta a mí, lo desnudaría y lo introduciría en las aguas tibias de mi enorme bañera. Lavaría su cuerpo mientras susurro a sus oídos que posee el cabello de los ángeles de la Capilla Sixtina, besaría sus hombros ligeramente anchos y apoyaría mi mentón en ellos mientras le cuento nuevamente mi historia. Quizá tendría más paciencia para desvelar misterios mayores y no me precipitaría al contarle la verdad que aún se encuentra bajo mis pies, sentados como estatuas y vigilando la marcha precipitada de Lestat a mar abierto.



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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt