Entretanto conseguía mi cuerpo decidí relajarme unas horas en un
cine. Es algo que no he contado, la verdad. Fui a una de esas
sesiones de tarde, casi al filo de la noche, para disfrutar de una de
tantas películas. Por primera vez compré refrescos, palomitas y un
sinfín de porquerías llamadas golosinas. Incluso compré uno de
esos afamados perritos calientes con mostaza, kechup y cebolla.
Conseguí varios boletos para disfrutar de diferentes sesiones y me
atrincheré en una de las salas. Quería saber qué se siente siendo
un humano, pudiendo reír y llorar sin límites.
Opté por Rocky V. Había visto las anteriores y deseaba algo de
acción. La sala rápidamente se llenó aunque llevaba algún tiempo
en cartelería. Antes, en los noventa, uno podía ver películas en
los cines durante meses. La sociedad amaba ir al cine en vez de
esperar años a que saliera en VHS o en televisión en esos canales
de pago que empezaban a difundirse, como si fuese una droga, por cada
casa con cierto nivel económico. Me senté en la butaca y disfruté
de cada frase, más que de cada puño. Admito que en ocasiones olvidé
que tenía que comer, pese a que era una necesidad fisiológica que
tenía mi nuevo cuerpo.
Noté como algunos se incorporaron en la escena final aplaudiendo
emocionados, algunos hombres se aferraban al brazo de sus novias y
estas sonreían fascinadas. No era sólo una película de boxeo, era
algo más. Era una historia que emocionaba. Muchos creen que es más
difícil hacer reír que llorar, pero el nivel emocional de un actor
y su forma de transmitir no se basa en chistes vacíos e
insignificantes que pronto se olvidarán. No, no hablo de los grandes
comediantes que sienten el peso de sus oscuras y vacías vidas, sino
de actores que deciden dar un vuelco a sus carreras y no sólo hacer
sonreír sino también llorar.
Después acudí raudo a otra sala, pese a que sólo me quedaban
algunos caramelos. Mi nueva película era Cyrano de Bergerac dirigida
por Jean-Paul Rappeneau. La vi en idioma original con subtítulos, si
bien no me hacía falta. Yo soy francés. Disfruté con cada palabra,
con los escenarios y recordé cuántas veces lo había visto en
teatro. Me emocioné como un niño con algunas escenas románticas
pese a que dicen que estas sólo atraen a las mujeres, otra
fanfarronada que suelen soltar aquellos que creen que conocen el cine
y sólo saben su nombre, a lo sumo.
Por último fui a una de esas películas que no pasaban a ser
reconocidas por el gran público. Me senté en una sala vacía. El
chico de la taquilla me avisó que a muchos les decepcionó o
simplemente optó por otras joyas de la parrilla. Pero yo compré mi
entrada para Nightbreed. Es curioso. Me llamó muchísimo la
atención. Quedé pegado en la silla con las piernas bien abiertas y
un cubo de palomitas nuevo. Ahora lo consideran de culto, e incluso
hay muchas referencias en series de televisión de todo tipo. Son
razas mutantes que viven en las alcantarillas y que han decidido
salir a la superficie. Sonreí pensando que los vampiros también
vivíamos aislados, pero luego me entristecí al recordar que había
perdido mi cuerpo. No podía perder más el tiempo. Tenía que buscar
a Louis. Él tenía que hacer algo. Debía ayudarme.
Admito que fue una de las noches más placenteras, la única que como
humano comprendí muchas emociones. Cuando salí del cine ya había
anochecido y tuve miedo. Tenía miedo. Miedo a morir siendo atracado
o usado como una bolsa de sangre para saciar la sed de algún
noctámbulo. Estaba arrepentido, pero a la vez satisfecho. Entendí
las palabras de Louis cuando dijo que yo jamás había sido humano,
que era un monstruo desde mi nacimiento porque superaba cualquier
dificultad. En esos momentos lo vi claro. Suspiré pesadamente, me
subí las solapas de mi gabán y me dirigí al lugar donde me
hospedaba. Mojo me esperaba.
Lestat de Lioncourt
OOC:
Hace unas horas he tenido que soportar que me digan que un Mister Olympia alias "Chuache" es superior porque tiene 7 Mr. Olympia. Es como decir que me gustan más los calcetines de invierno que comer chocolate. No tiene nada que ver. Ha tirado a Clint, Stallone, De Niro y otros grandes actores a la basura. Según él sabe mucho de cine. ¿Sabe lo que he hecho? Decirle que tiene razón, se ha puesto fanfarrón y le he respondido que es "Porque no me gusta discutir cosas absurdas y prefiero darle la razón a tener que escucharlo". Ha repetido que no, que eso no es cierto.
En fin...
Revisando los libros de las Crónicas recordé cuánto le gusta a Lestat las películas y libros de acción, como el teatro clásico. También recordé que Anne Rice es fanática de la ciencia ficción. Pensé que sentar a Lestat en un cine, siendo humano, sería una buena idea y más que ahora tenía esa discusión fresca.
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