De verdad, tiene fuerza.
Lestat de Lioncourt
Muchos jamás comprenden el dolor y las
acciones que nos motivan a ello hasta que lo sufren. Cuando se ven en
nuestra posición, hundidos por la desesperanza y la humillación,
entonces aparecen las condolencias. Brotan de la nada, como amapolas
en los campos, y dejan que sus lágrimas sean el agua que riegue sus
palabras sin consuelo.
Hablan muchas cosas sobre mí. Critican
mi vieja venganza hacia un cobarde sin actitud, con miedo al
compromiso y decidido a usarme como si fuese un trapo viejo. Soy
Bianca y maldije a Marius por sus mentiras e hipocresías. Usó mi
cariño, respeto y lealtad para conseguir averiguar donde estaba
Pandora y, una vez allí, abandonarme. Sin embargo, el machista
pensamiento que aún hoy en día germina en todos vosotros,
arraigándose profundamente en vuestra lengua y sentir, os hace verme
como si fuese la mayor villana de este mundo.
Cuando era mortal podía tener
cualquier hombre en mi cama. No importaba su posición social o si
estaban casados. Ellos venían a mis fiestas con la sencilla razón
que era una concubina y deseaban llegar al cielo. Marius yació
demasiadas veces en mi colchón, dejé que jugara con mis
sentimientos y me robara el corazón de una forma vil.
Pero él, un muchacho que conocí en
París, me salvó el alma. Hacía años que vagaba sola. Un vampiro
solo, sin sentimientos agradables o recuerdos amistosos,
prácticamente se inmola día a día al sol en sus pensamientos sin
atreverse a intentarlo sólo por si sobrevive. Por eso él fue mi
pilar. Me levanté de mis propios escombros y volví a ser la mujer
atrevida, fuerte y feliz. Él me hizo percatarme que estaba sufriendo
las consecuencias de otros, pero no las mías. Yo debía decidir
quien quería ser y no lo que me habían hecho ser.
Me enamoré apasionadamente, durante
décadas fui feliz, y a mano un apoyo digno. Si bien, las quemas
destruyeron todo lo que tenía. Hundieron mi hogar, mataron a mi
pareja y llenaron mi alma de desconsuelo. Ahora hago acopio de mis
fuerzas por él. Voy a vivir el tiempo que a él le han arrebatado.
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