Memnoch ha hablado...
Lestat de Lioncourt
El ser humano parece despojado de todo.
Insensible e impasible a las tragedias. Al menos, cuando las
tragedias tienen un idioma diferente, ocurren en países
“tercermundistas” y en pueblos de etnias distintas a la suya.
Pero todo difiere y se magnifica cuando su color, idioma o posible
nacionalidad les invita a ponerse en lugar del otro. No se han dado
cuenta que bajo lo superfluo, que es la religión o el color de piel,
yace un ser indefenso y propenso al sufrimiento. Somos mártires de
malas decisiones, de momentos equivocados y de la mala fortuna.
Porque la mala fortuna existe ya que es una cadena de sucesos que no
podemos controlar y que, en cierto sentido, tampoco deberíamos
hacerlo. Es el orden natural, por así decirlo, que tiene el mundo de
recordarnos quienes somos.
Frente a la barbarie muchos miran hacia
otro lado. Aprietan los puños y tuercen sus labios con una sonrisa
macabra. Intentan ignorar. Incluso ponen la música actual más
llamativa. Bailan al son de las noticias manipuladas de última hora,
pues la verdad es demasiado dolorosa. Se insensibilizan recordándose
unos a otros que “fue lejos”, “no los conocía”, “su
religión es salvaje” o “son países poco democráticos”.
Inyectan el virus de la ira para incluso cargar contra las víctimas,
así como del machismo, la homofobia más clásica y toda clase de
motivos que les alientan a sentirse “a salvo” y “buenas
personas”. Se olvidan que ellos son posibles víctimas por
cualquier otro hecho. La violencia no libera a nadie, sólo los
encadena como si fueran presos en una enorme cárcel.
Han arrasado la tierra con bombas,
talado el Amazonas, encerrado a animales “para evitar su extinción
y exponerlos como payasos circenses” buscando “sensibilización”
y “amor” hacia estas criaturas, aplauden las nuevas
construcciones de fábricas, usan el coche para un desplazamiento de
cinco minutos y el deporte únicamente se hace por “moda” y no
por mejorar la salud. Visten ropa con publicidad y se burlan de otros
que carecen de ella, lo cual demuestra lo estúpidos y vacíos que
están. Colapsan redes sociales con vídeos virales de niños
discutiendo hasta llegar a los puños, en vez de paralizar su
difusión y buscar soluciones a la violencia en las aulas. Violencia
que siempre estuvo ahí, pero que ahora es cada vez más palpable
gracias a las cámaras en los móviles que no debería tener un niño
o un adolescente. Creen que son mejores por el uso de la tecnología,
pero no son capaces de distinguir aves, plantas, sentimientos o
libros que dicen haber leído... Las películas de moda son cada vez
más vacías, fáciles de digerir para mentes frágiles y sencillas,
porque la política les ha mermado y aniquilado. La cultura, la
educación y el sentimiento patriota están afianzados como un
puñetero virus que les dice que las fronteras son necesarias, que el
odio es normal y que hay que mirar con ojos sospechosos a quien viste
mal. Si bien, ¿les ha robado miles de millones el mendigo que vive
en una sucursal o quien trabaja como director general? Ahí está la
clave. Las cárceles están abarrotadas de chicos que fueron juzgados
como delincuentes siempre, por su raza o sus orígenes, y que para
buscarse la vida en esta jungla podrida, llena de flores
nauseabundas, decidieron ser el animal más venenoso y llevarse lo
que era de otro. El reparto de la riqueza cada vez va a peor. Ricos
cada vez más ricos, pobres cada vez más miserables y os hablan de
la clase media mientras aplaudís como focas.
Eso es el ser humano. Eso es lo que
sois. Si esperabais de mis labios algo agradable, lo siento. El
optimista, el soñador, el crédulo que lucha por vosotros es Lestat
y no yo. Yo soy su polo opuesto, su némesis. Y su némesis está
harto de haber caído por vosotros. Caí por defender que deberíais
tener conocimiento, verdades, y libertad. ¡Al infierno con todo! La
oscuridad que hay en vosotros es tan grande que ni la luz de mi
conocimiento, ni mis verdades, harán nada. ¿Qué sucederá después
de todo esto? Ira porque pretenderéis creer que no sois así.
Frustración porque pensaréis que no hay cambio posible. Humillación
al ser descritos de este modo. E insultos. Me insultaréis. Vendréis
a mí y me escupiréis a la cara que soy el demonio y como tal os
miento, os intento poner en vuestra propia contra porque ese es mi
juego. Sois tan estúpidos, miserables y aberrantes que me dais asco.
Esto es libertad de expresión y no
vuestras pancartas contra los gays, transexuales, negros o árabes.
Esto y no vuestras revistas sensacionalistas. Esto y no vuestra
propaganda política innecesaria. Esto y no vuestra ropa de marca que
sólo grita que os gusta pagar mucho dinero por ropa cosida por manos
infantiles. Imbéciles, desgraciados, simios mal evolucionados...
¡Eso sois!
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