Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

jueves, 9 de octubre de 2008

Un poco de Humor

Últimamente todo va bien en mi vida. Hago oídos sordos a los idiotas que intentan joderme, prefiero centrarme en mis estudios y en los que realmente me apoyan en esta vida. Me divierto haciendo locuras y esta es una, espero que les gusten y no plagien...porque muchos de estos personajes estan en el foro de Damned Souls y Crónicas.




Abro los ojos en medio de la oscuridad de mi ataúd, palpo el sobrio recubrimiento de color rojo y voy abriéndolo lentamente. Ya llegó la noche, llegó la hora de la cacería más despiadada y cruel. Me presento frente al espejo como un príncipe de cuentos de hadas, arqueo las cejas alzándolas y sonrío enamorándome de mi reflejo como Adonis. Mis cabellos dorados se esparcen sobre mis hombros, en un movimiento rápido los recojo en una coleta, y abotono mejor mi camisa de puro algodón blanco. Mis pantalones vaqueros están algo caídos, ahora es así la moda y debo aparentar ser un maniquí, no una antigualla.



Permitan que me presente. Me llamo Lestat de Lioncourt y esta noche antes de mi cena les leeré una obra de teatro. Imaginen el reparto, olviden los convencionalismos y sonrían. He elaborado una arriesgada trama tomando como referencia Alicia en el País de las Maravillas, una pesadilla tétrica para cualquier chiquillo y que habría que estar enajenado para leer eso a un hijo.



-¡Oye! Yo se la leí al mío.-mi hijo, un hijo real mío. Un chiquillo que tiene mi herencia genética, mi sangre. Es parte de un antiguo legado que dejé en Auvergne, que encontré en este nuevo siglo.



-Gracias, acabas de arruinar mi voz en off.-respondo a mirando a Louis, sí se llama como mi eterno amante. Y digo eterno amante porque realmente no acabamos con nuestra relación, la dejamos congelada únicamente.



-¡Jo! Papá encima que yo dije de hacer el video.-¿cómo demonios puede ser tan condenadamente gay? Es increíble.



-Vale, no dije nada. Ahora añade las imágenes que grabamos ayer.-dije alzando mis cejas con una sonrisa de triunfador de la noche de los Oscar.



-Esto…-agachó la cabeza y comenzó a golpear sus dedos índices entre sí, una imagen típica de un anime o una serie cómica.



-¿Qué?-pregunté abriendo los brazos en un aspaviento.



-Grabé encima.-murmuró entre dientes.



-¡Qué diablos te pasa! ¡Me costó mucho ponerle esa diadema de conejito a Louis!-grité rabioso, la cólera era incontenible.



-¡No lo sé! ¡Me puse cachondo y puse el video para gravarme con Dio!-me respondió igual de alterado, realmente sí tenía parecido a los genes de los Lioncourt.



-Ni yo ni la audiencia precisábamos de tantos detalles, gracias. Ahora sí que no cenaré esta noche.-me avergoncé un poco que todo aquello se emitiera en la única radio de Damned Souls.



-¡Oye! ¿Qué tiene de malo Dio?-preguntó como si fuera un adolescente, aunque…¡qué diablos! Únicamente tiene veintidós años mortales.



-Nada, únicamente que sale contigo y tiene pulgas.-respondí con una sonrisa burlona.



-¡Mi lobo no tiene pulgas!-me gritó en el oído y casi me rompe los tímpanos.



-¡Yo no tengo pulgas!-la puerta de la habitación se abrió con Dio echando el humo del tabaco por la nariz como si fuera un búfalo.



-¡El que faltaba!-dije volviendo a alzar los brazos.



-¡Te he dicho que no fumes, que vas a dañar a mi bebé!-gritó lloriqueando.



-¡Un bebé que no debió de engendrarse! ¡Maldición!-comencé a darme golpes con la pared. Se habían embarazado usando magia la vez anterior, tenía ya un nieto y otro en camino, eso me hacía sentirme viejo.



-Papá, ¿cuándo vas a poner la película dónde soy la estrella?-Claudia, recientemente resucitada por mí, apareció de la nada quedándose frente a todos esperando que se emitiera al aire, tanto en televisión como en sonido por radio, la pequeña película casera que grabamos.



-Nunca, tu hermano borró la película.-murmuré señalando a Louis, el cual mostraba un estado de gestación de casi ocho meses.



-¡Eso es falso!-rechistó corriendo hacia su lobo.



-¡Louis William!-taconeó maldiciéndolo, conocía cada rasgo y cambio de su expresión.



-¡Sólo gravé encima!-empezó a llorar y Dio lo abrazó posesivamente mirándonos a ambos como si nos asesinara.-¡Deberíais darme mimos que estoy sensible!-



-¡No le gritéis!-su lobo no me daba miedo, pero tenía razón así que no dije nada más.



-Yo quería verte vestido de sombrerero loco, a Louis de conejo con el gran reloj y yo como Alicia.-hizo un pequeño puchero, sin embargo se calmó.



-El mejor papel fue el de Nerissa, como la malvada reina.-hizo Louis un gesto de monstruo de cine mudo y rió.



-No, el mejor fue del rey que era Mike.-saltó Claudia sobre el parquet dejando en grácil movimiento sus tirabuzones.



-No, la carta que debía ser asesinado…Quinn.-Dio estaba integrándose en la conversación aquella apuesta sobre el mejor actor.



-¡Que va! ¡La mejor carta era el loco de Niki que acusó a Quinn de pintar las rosas!-Y ahí estaba el maldito violinista apoyado en el marco de la puerta, sonriendo y burlándose mentalmente de mí aunque a mí no llegaba nada.



-¡Queréis dejar de recordarme esa película! ¡Me avergonzáis! ¡Me convertisteis en conejito!-tras él apareció Louis de Pointe du Lac, algo enojado y con los ojos llameantes.



-¡No! ¡Te convertí en conejito Play Boy! ¡Mon Dieu! Cada vez que lo recuerdo me desangro.-casi me ahogué en mis babas imaginándomelo desnudo con aquella diadema con orejas de conejo blanco y el gran reloj ocultando sus partes nobles.



-¡Lestat!-gritó tirándose a mi cuello, intentando ahogarme…aunque ya casi lo estaba en mis fantasías.



-¡Basta! ¡Son las cuatro de la mañana y quiero dormir de una puñetera vez! ¡Mi nieta se ha dormido! ¡Nuestra nieta Lestat!-ese era Armand. Su hijo y un chico que adopté hacía décadas, habían tenido una hija. He de decir que sale al encanto de los Lioncourt y que espero que no salga como Armand en sus aspectos más oscuros.



-¡Tú! ¡Cabrón!-Claudia estuvo a punto horas atrás de matarle a golpes, pero esta vez no pude retenerla y se me escapó para pegarle en la espinilla.



-Señores oyentes les pido disculpas, mi familia es extraña y estúpida.-era la voz de Griffith le habían hecho crecer hasta un muchacho de unos dieciocho años, cosa que era inadmisible para mí.-Corto la comunicación, creo que a nadie le interesa…



-¿Quieres una piruleta?-Quinn apareció entrando por la ventana con el “pulgoso” como así llamaban muchos a su pareja. También tenía un lobo por amante, como mi hijo pequeño.



-¿De cereza? Vale…-







Fin

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt