Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

sábado, 20 de diciembre de 2008

Declive / Dark City

¿Por qué uso el nombre de Atsushi Sakurai? simplemente porque este hombre es un maldito pervertido y mi personaje en el fondo lo es, tiene una doble moral impresionante... parece serio pero en realidad sus actos luego son totalmente distintos.


Kiss Me Goodbye - Buck Tick


Capítulo 1:

Declive.

La tan temida crisis de los cuarenta no me afectaba y me sentía en mi mejor edad, esa donde todos los hombres se sienten orgullosos incluso de su vehículo. Yo me sentía orgulloso de mi familia, mi prestigio, mi trabajo y de ser asiático porque tenemos un cutis por el cual parece que las arrugas no dejan su huella con el paso del tiempo. Mis trajes caros y mis obras benéficas a la vez parecían contrastar como el sol en plena noche. Era un hombre respetado y amado por muchos, también detestado por los corruptos y homosexuales. Solía decirme cuando escuchaba insultos que era también una forma de mostrarme amor, porque se interesaban por mí incluso más que mi propia esposa.

Una noche en el hotel Duque, de cinco estrellas y con unas vistas esplendidas a la nueva zona de expansión de la ciudad, Phoenix quiso herirme con sus malditas preguntas y hacerme caer como cayó el cuarto partido de la ciudad. Sí, la corrupción y la mala gestión hicieron que se disolviera y durante un tiempo llevaríamos entre los partidos de la oposición la marcha de la ciudad. Ahí estaba con su maldito bloc de notas, su bolígrafo de propaganda y sus ojos ambarinos que me acuchillaban.

-Atsushi dicen que los homófobos son realmente homosexuales reprimidos ¿qué opina usted de esto?-antes que contestara a ese maldito jovenzuelo uno de mis hombres intervino.

-El señor Sakura no tiene porqué contestar a esa pregunta que además es una infamia, la rueda de prensa concluye aquí y den gracias a su compañero.-Eric tan atento, tan a la mano y tan idiota. Me quedé con las ganas de lanzar una mirada fría y sonreír contestándole con impasible.

Tras la rueda de prensa me sentía tan cansado que decidí quedarme en una de las habitaciones. Pedí una botella de vino Barolo que procedía de las uvas de Piamonte. Me quité la ropa dejándola bien sobre la silla y me coloqué el albornoz, nada más llegar el vino me sumergiría en la bañera y me tomaría allí una buena copa. Al sentir la puerta abrí sin preguntar y con los cabellos revueltos, el albornoz mal atado y descalzo. Si bien no era el servicio de habitaciones sino mi grano en el culo.

-¡Tú!-gritó mirándome como si fuera una fiera.-¡Tú homófobo de los cojones!-maldijo una vez más, pero esta vez tan exaltado que perdió su popular temple y su lengua afilada.-¡Cómo se te ocurre joder así a mí y a mis compañeros! ¡Me repugnas que sigas diciendo que eres amigo de mi familia! ¡Si mi padre viera en lo que te has convertido!-aullaba y yo cerré con temple la puerta recostándome en ella mientras lo veía despotricar.-¡Maldito seas! ¡Maldito! ¡Ojala un rayo te caiga encima y te parta!-entonces me observó y se quedó callado con un rubor en sus mejillas apartando la mirada de inmediato.

-Si has venido a insultarme te recomiendo que lo hagas en tu periodicucho, aquí sobras y si no te importa iba a darme un baño.-llamaron a la puerta y abrí agarrando la botella para dar una propina.-Vete o sigue insultándome, créeme Phoenix me importas bastante poco y sé que voy a ganar con o sin el apoyo de tus desviados.-sonreí al botones y este se fue contento con aquellos billetes de más. Volví a cerrar la puerta de la habitación mientras descorchaba el vino.

-Eres un intransigente, un estúpido, un arrogante…-se fue aproximando a mí con esas palabras de odio cargadas de ira.

-¿Y qué más?-dije con el sonido del cocho saliendo.-Oh, qué maravilla.-no le hacía caso ¿Se daba cuenta? era la mayor diferencia entre ambos.

-¡Ojala tu hijo salga maricón!-gritó y me giré quedándome absorto en su mirada de rasgos orientales, tan parecidos a los míos, y aquella palidez que le daban aspecto de muñeco de porcelana fina.

-Ojala tú encuentres una mujer.-sonreí vertiendo el vino en una copa y di un trago notando aquel cuerpo, ese sabor que me deleitaba y solté un pequeño suspiro.-Dime ¿los maricas la chupan mejor que las mujeres?-siempre había oído eso y supe que haría mella en él de alguna forma.

-¿Quieres probarlo? Maldito hijo de puta.-escupió como una serpiente siseante.

-Una apuesta si logras que se ponga erecta te pediré disculpas por todo lo ocurrido y dicho durante estos años, sino tú tendrás que retirar cada una de tus palabras vertidas en tu pequeño basurero.-me miró incrédulo y sonrió autosuficiente.

-Hecho.-me quitó el cinturón del albornoz y se quedó mirando mi entre pierna.

No sé porqué lo hice, no sé porqué dije esas palabras pero ahora no me arrepiento ni un ápice. Su lengua pronto se pasó por mi miembro y mis ojos se quedaron fijos en él. Sus labios, no puedo clasificar como me parecieron en ese instante. Mis manos únicamente pudieron acariciar sus cabellos enredándolos entre mis dedos, mis labios se entreabrieron con una sonrisa de satisfacción y mis ojos se quedaron fijos en los suyos.

-Joder.-jadeé acariciando su rostro con una de mis manos.-Eres una buena puta.-a veces me iba con otras mujeres, a veces no…desde hacía un par de meses porque mi mujer ya no me excitaba a pesar de ser hermosa, ya no la amaba aunque quería protegerla y tampoco me sentía cómodo cuando conversábamos sobre el futuro. Mi matrimonio se había ido por el sumidero realmente, pero aún así era un orgulloso y evitaba ver esos defectos.

-Estás duro.-dijo sonrojado mirando al suelo.-Yo he cumplido mi objetivo, ahora quiero que cumplas tu parte del trato.-no pensé que era un hombre y tampoco una mujer, tan sólo pensaba que era alguien atractivo y que me estaba excitando por momentos.

-¿Qué trato? Nadie lo sabe.-lo levanté del suelo y lo besé de forma pasional llevándolo a la cama mientras le quitaba la ropa. Él tiritaba bajo mis manos y ese arranque pasional no lo había tenido desde hacía mínimo cinco años.

-Eres un tramposo.-susurró nervioso.

-Debías conocerme ya, tienes veinticinco años y prácticamente cambié tus pañales.-contesté y él me miró rabioso.

-Cállate y sigue.-aquel mandato me hizo entrar en él sin prepararlo, eso le dolió, y pronto comencé a moverme en sus entrañas.-Atsushi.-gimió al fin mi nombre aferrado a las sábanas.-Atsushi.-la cama comenzó a tener ese crujido de muelles especial, el cabezal empezaba a golpear la pared y mis embestidas eran más rítmicas.

-Phoenix.-susurré minutos antes de venirme en sus entrañas casi a la misma vez que él.

Minutos más tardes estábamos ambos en la cama, yo con un cigarrillo y él se abrazaba a si mismo con lágrimas en los ojos.

-Soy una puta, una puta que se folla a un imbécil.-su labio interior tiritó.

-Piénsalo de este modo has hecho que caiga en tus redes.-di una calada al cigarro y lo apagué.-¿Quieres vino?-no estaba para nada confuso pues tenía claro que me gustaban las mujeres y él era la excepción quizás por ser tan andrógino.

-Quiero irme.-se levantó de la cama buscando su ropa.

-Alto.-me giré y le miré fijamente.-Si dices una sola palabra, una, de todo esto te mato. No podrás esconderte de mí.-vertí entonces vino en dos copas que había en la vitrina central de la habitación.

-Bésame Atsu.-susurró aproximándose a mí con los ojos llenos de lágrimas.-Bésame como antes, bésame y dime que no ha sido una sola vez.-por algún motivo me hizo sentir culpable de haberme acostado con alguien que no era Clarissa. Di un buen trago de vino y lo agarré por la cintura besándolo, fundiéndome en su boca.-Atsu…¿qué vamos a hacer?-preguntó confuso.-Yo…yo…-

-Tú haz tu vida y yo haré la mía.-me separé de él y me bebí la copa preparada para él.-Tengo que irme a casa no le dije a mi mujer que me quedaría en el hotel y no llevo el móvil encima.-él se quedó de pié palpándose los labios algo confuso.

En cinco minutos me había vestido frente a sus ojos y me fui. Pero de camino a casa no paraba de maldecirme y di gracias que mi mujer había salido con alguna de sus estúpidas amigas. Me duché como tres veces intentando no recordar, deseando no querer tenerlo bajo mi cuerpo y que su voz entre jadeos se fuera de mi cerebro. Nada más venir mi mujer la llevé a la cama y le hice el amor como nunca, quería afianzarme en la idea de que amaba a las mujeres y que él no era nada más que un desliz estúpido.

Me quedé dormido tras el sexo, agotado quizás por las dos veces con la anterior, y al despertar me vi a mi mujer sobre mí con sus labios en mi cuello, estaba dormida y con el cabello revuelto. No sabía que hacer, qué pensar, pero al final sonreí y acaricié su rostro besando su frente.

-Sólo una pesadilla.-me dije dejándola lentamente en la cama para ir al baño y continuar después mi trabajo.

Me senté en la mesa del despacho y observé la fotografía de mi familia, mi hijo mayor agarrando del cuello al pequeño y mi mujer observándome como si fuera el primer día. Recordaba los años en la facultad y como yo, un estudiante de segundo año de su segunda carrera, intentaba cautivar a la chica más atractiva de toda la facultad. Sonreí al recordar mis métodos de conquista que eran de lo más clásico a lo más extraño. Creo que le regalé flores de varios tipos hasta que supe las que le agradaban, después compuse varias canciones que grabé en una cassette y se la dejé en el bolso cuando se despistó un instante, también intenté aproximarme con pequeñas cartas echadas a su buzón y un día me atrapó cuando estaba enviando la última. Todo aquello lo había hecho de forma anónima, en aquella carta iba mi nombre y una foto mía. Ella únicamente se echó a reír al verme, se le subieron los colores y del nerviosismo le temblaron las piernas. Al parecer yo le había atraído desde el primer día y si llego a saberlo me hubiera ahorrado tiempo y dinero.

Durante horas estuve recordando momentos como si fueran fotografías, algunos estaban plasmados en el pequeño álbum que guardaba en el cajón inferior de la mesa. La foto que más me gustaba, la que siempre recordaba, era la de los primeros pasos de Hizaki. Tenía incluso un video casero de aquello y me sentía orgulloso de él, aunque jamás se lo decía simplemente porque pensaba que así intentaría lograr mejores objetivos. Un niño consentido no es un adulto que se arriesgue a nada, más bien un temeroso idiota que no sabe encontrar su camino. Quería educar a mi hijo con la severidad de mi padre, sin olvidar pequeños detalles por sus logros.

Cuando volví a la cama era casi de mañana, tenía un mitin en pocas horas y seguramente tendría que volver a ver la cara a mi amante ocasional. El texto estaba hecho e impreso, lo hacía yo y no ningún pelele que intentara introducir en él eslóganes baratos y absurdos. En lo referente a mis, o más bien supuestas, ideas o ideales tenía que esbozarlos yo. Tan sólo los imprimí y los amontoné en una carpeta, después me fui a la cocina y preparé algo de café. En ese momento entró mi mujer con el cabello revuelto y mi bata cubriendo su cuerpo desnudo.

-Atsu.-susurró abrazándome por la espalda.-¿Por qué no me dejas ir al mitin contigo?-besó mi cuello y un escalofrío recorrió mi espalda. Mientras lo hacía con ella únicamente pensaba en él y eso me hacía mantenerme distante.

-Clarissa ya hemos hablado sobre esto, no quiero politizar mis mítines como los estadounidenses con sus mujeres tras ellos aplaudiendo. Además, me siento menos presionado si no me miras. Tu apoyo lo sé, sé que está ahí.-me giré y acaricié su rostro besando tiernamente sus labios pese a que deseaba huir de su lado.

-Hazme un café mientras voy a por el periódico.-atrapó mi boca besándome como una leona, aquello me desconcertó pero supuse que era por las esperanzas vertidas en nuestra noche loca.

-De acuerdo.-usualmente teníamos varios guardaespaldas y estos nos hacían el favor de comprar la prensa diaria, además de dos mujeres del servicio de limpieza y cocina. Ella solo tendría que ir hacia el hall de la casa y agarrar el montón de periódicos, para volver luego a estar a mi lado haciendo que mi cabeza estallara.

La mañana pasó como la agonía final de un muerto, insufrible. Clarissa no hacía más que hacer planes para las Navidades, tan próximas que me daban escalofríos, mi hijo ya empezaba a aporrear la batería mientras el pequeño aullaba por cinco minutos más. Era sábado pero aún así no me importaba darlo todo en un discurso, quería ganar las elecciones y a su vez estar con la mente en otro lugar que no fuera en el trasero de aquel maldito. Mi vida se había arruinado, aunque ya lo había hecho hacía años.

El discurso fue bien, mis nervios se fueron nada más subirme al estrado y mis ojos se clavaron en un punto invisible. Las sonrisas, la dureza de mis palabras y la verborrea típica de un político. Hablaba de la inseguridad, del deseo por colaborar con los barrios marginales para solucionar problemas, programa para endurecer penas y a la vez reinserción social para los presos de bajo rango junto a medidas sanitarias y educación. El aforo estaba repleto y después la pequeña rueda de prensa habitual, no duró más de dos horas todo pero al quedar junto a los periodistas un escalofrío recorrió todo mi cuerpo.

-Señor Sakurai ¿podría decirnos porqué esa insistencia sobre la familia tradicional?-preguntó Phoenix jugueteando entre sus dedos aquel boli bic.

-Ante todo tenemos que tener en cuenta que el amor entre un hombre y una mujer da a un fruto, una semilla, que trae vida y prosperidad a los pueblos.-así veía a los niños, por eso era padre.-Un hijo es algo más allá de una carga familiar, sino algo más motivador y eso dos hombres no lo pueden otorgar, tampoco dos mujeres. Por lo tanto no veo lógico que puedan ser padres, no está en la naturaleza y por algo sucede, este tipo de cuestiones no son por arte de magia sino por pura lógica.-los ojos del periodista eran dos bolas de fuego.

-¿Piensa que la homosexualidad se contagia de padres a hijos? ¿Por eso no permiten que podamos adoptar? ¿Se ha fijado en si esos padres y madres son mejores para un niño que una familia tradicional? ¿Ha pensado en los sueños frustrados de esas personas? ¿Lo ha hecho?-aquella cascada de preguntas me asustó, se notaba que me maldecía por haberle hecho sucumbir en mis brazos y después abandonarlo a su suerte.

-Por favor, las preguntas una a una y le diré que pienso que no es contagioso, pero sí que puede influir al desarrollo de un niño. Hay que pensar en su bienestar y no en los caprichos de un par de homosexuales.-alcé una ceja y sonreí.-¿Alguna pregunta más que no tenga que ver con su situación personal?-se levantó inmediatamente y se marchó de la sala. Me sentí tan triunfador que sonreí de forma maliciosa.-¿No hay más preguntas?-todos quedaron en silencio tras la poca profesionalidad de Phoenix y mi forma de fulminarlo con una frase.

Al llegar a casa mi mujer se puso más cariñosa que de costumbre, yo únicamente me mantuve impasible para rogarle tiempo muerto pues estaba cansado. Era falso, tan sólo pensaba en él y en como bajarle el enojo a base de buen sexo. Me estaba volviendo un adolescente con las hormonas revueltas que jadeaba en busca de una fantasía, pero era así y no tenía remedio. Quería volverlo a ver, tenerlo en mis manos y hacerle sentir tan mío que jamás volviera a tontear con nadie más.

Por eso no dudé en conseguir su número de teléfono y días más tardes estábamos de nuevo en la cama. Mis manos rodaban por su piel y él solo gemía. Mis besos lo encendían y hacían que abriera bien las piernas entre gemidos. Mi lengua se anclaba sobre la suya mientras olvidaba por completo quién era. Phoenix era una bomba sexual y yo lo hacía estallar. Era evidente que tenía un lado oculto, ese lado que todos tenemos y que nos hacen ser un pozo de oscuridad bastante atractivo. Mis movimientos sobre él eran embestidas rudas y cargadas de necesidad, sus manos arañaban mi espalda haciéndome gemir. Con mi mujer nunca fui fogoso, siempre un caballero y de forma lenta. Pero él, él me hacía ser un salvaje arañando su piel y clavando mis dedos en su trasero. Tenía unas nalgas tan duras, rondas y suaves que me enloquecían por completo y perdía el rumbo de mi vida. El cabezal de la cama golpeaba bien la pared y los muelles chillaban mientras las ropas se empapaban de nuestro sudor. Jadeos, gemidos, alaridos con nuestros nombres bien altos en una habitación especial. Esa habitación era la presidencial y estaba apartada de ruidos externos e internos, es decir tenía un triple muro que la hacía una caja insonorizada.

-¡Atsu!-decía bien alto dejándose llevar por la locura.

-¡Gime!-grité atrapando sus labios nuevamente para mirarle fogoso, rabioso por un sexo que no quería dejar de tener.-¡Gime! ¡Grita bien mi nombre! ¡Soy tu dueño!-él movía su cabeza de un lado a otro y su pecho oscilaba intranquilo, podía oír casi sus latidos si no fuera porque nuestras voces opacaban cualquier murmullo.

-¡Atsu! ¡Atsu! ¡Me vengo!-notaba como el punto de placer era dominado por mi miembro, su rostro estaba tomado de un color rojizo y sus labios hinchados por las mordidas que les propinaba.

-¡Aguanta!-dije enérgico deseando llegar a tiempo junto a él, como así fue.-¡Phoenix!-grité en un gemido ronco que me hizo caer sobre él mordiendo su cuello.

-Atsu.-susurró tras un gemido fuerte, un estruendo más bien.

-Debo irme.-mis ojos estaban fijos en los suyos y mis labios entreabiertos, él los tomó como si fuera dueño de estos y me acarició el rostro.

-No, quédate…no quiero despertarme solo a media noche.-rogó temblando aún por las vibraciones del sexo.

-Debo irme, mi mujer me espera para cenar.-me aparté y me fui a la ducha.

-¡Déjala! ¡Me quieres a mí! ¡Yo lo sé Atsushi!-gritó abriendo la puerta de la cristalera del plato de ducha mientras me enjabonaba.

-Tú eres un divertimento, no te amo. No seas idiota, soy heterosexual pero me gustas porque pareces una mujer.-aquello lo hizo abrazarse y sentarse llorando en un rincón.-Es la verdad y deberías saberlo bien.-añadí mirándole como si nada.

-Hijo de puta.-susurró.-¡Me he enamorado de un hijo de puta!

-Deberías saberlo ya.-cerré y dejé que el agua limpiara su aroma de mi piel, aunque tendría que tener cuidado con los arañazos que me había regalado.

-Te odio.-dijo en un tono neutro, aunque lo repitió con un alarido.-¡Te odio!

-Muy bien ódiame.-estaba empapado y frente a él cuando dije eso.-Aún así bien que te gusta sentirte mío.-agarré una toalla y comencé a secarme la cabeza frente al espejo del baño.-Te has portado mal gatito, me has llenado de marcas.-dije al mirar mi cuello donde tenía una buena mordida.

-¿Por qué no me quieres? Vienes a mí, me haces el amor y te vas.-no se levantaba de aquel rincón y me miraba con los ojos llenos de lágrimas, no tenía la culpa porque él sabía a lo que se arriesgaba al andar conmigo.

-Es fácil uno no ama o quiere a alguien en dos noches de sexo, porque te equivocas de termino yo no te hago el amor, lo que hago es sexo puro y duro. No pidas explicaciones a alguien que sólo te busca porque quiere metérsela a alguien distinto a su esposa.-tembló quizás de furia y se levantó abofeteándome para salir del baño. Con rabia fue vistiéndose con rapidez.

-Eres un jodido hijo de puta.-lloraba mientras se vestía y me miró fijamente dejando caer su bolsa, para luego correr hacia mí besándome desesperado. Mis manos se quedaron en sus caderas y mi lengua aceptó su beso, si bien no lo entendía.-Me vas a querer, te voy a robar de brazos de tu mujer.-dijo seguro de si mismo para luego marcharse dando un portazo.

-No te entiendo.-susurré mientras me vestía.-No entiendo a las mujeres y a ti menos, debo ser un fracasado social.-murmuré colocándome la corbata.-¿Y ahora cómo hago para que Clarissa no vea la mordida?-me miraba en un espejo que había en la habitación y después sonreí de lado.-¿Piensa conquistarme? Está bien, no me va a ver en más de un mes.-

Como así fue. Durante un mes no lo vi, esquivaba sus llamadas con número oculto y me dediqué a mi familia por entero. Fueron unas Navidades en el hogar sin apenas salir a actos de sociedad, no quería que el cubriera ninguna de las noticias y mucho menos verlo plantado frente a mí con una grabadora intentando buscar un instante a solas. Me daban unos buenos datos entre el sector más conservador, además de que el centro estaba perdiendo votos a mi favor. Tenía una política social, aunque con ideas basadas en la familia que eran prácticamente sacadas de la década de los cincuenta. Mi mujer contribuía a todo con su ONG, nos veían como la familia modelo llena de amor y respeto. Mis hijos tenían las mejores notas y una educación exquisita, haciendo que fueran el sueño de cualquier jovencita. Me llenaba de orgullo y con ese orgullo me alimentaba la mente olvidando a Phoenix durante el día, si bien cuando me enredaba entre las largas piernas de mi mujer únicamente pensaba en él e incluso me volví fogoso con ella.

1 comentario:

Anónimo dijo...

hola como estas, espero y bien, oye me parece fantastica, la redacción, además de la musica, tienes mucho talento, y te agradesco el que te hayas tomado la molestia de subir estas lineas hermosas, creo que es perfecta y si sigues escribiendo te pido de favor que me informes, pues me parece que tu trabajo es exelente.
un caluroso saludo y muchas gracias por tus palabras.
con cariño tu amiga itzi
te dejo mi correo
itzi-1622@hotmail.com
por la atención gracias.

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt