Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

sábado, 3 de abril de 2010

Dark City - capitulo 16 - Aroma de oscuridad II


Yutaka se percató de mi presencia en el parque y comenzó a huir. Esa niña se aferraba a él con fuerza y él parecía estar viendo al demonio. Eché a correr con el pequeño en mis brazos, quería alcanzarlo.

-¡Yutaka!-grité cuando veía que salía corriendo al igual que yo hacía.-¡Espera!-mi hijo miró hacia donde yo caminaba.-Yutaka.-murmuré quedando frente a frente.

La última vez que nos habíamos visto cara a cara había sido en el Hotel, aquella noche, y la verdad es que me sentía culpable por como había acabado todo. Jun sólo mordisqueaba una de las orejas del conejo.

-Uta.-balbuceó pegándose a mí.

-Creo que te debo una disculpa por todo lo que te hice.-dije con sinceridad.

-¿Disculpa?-dijo primero en un tono calmado.-¿¡Disculpa!?.-gritó provocando que la niña se aferrara a él algo asustada.-Creo que más que eso.-se quedó mirándome con los ojos llameantes, tal vez pensando bien qué decirme.-Me usaste Atsushi.-dijo con voz firme.-Me ilusionaste, me diste alas para cortármelas de la peor de las formas y crees que con pedir perdón todo quedará solucionado.-frunció el ceño.-¿No?-su tono de voz era molesto, demasiado molesto.

-No te usé.-dije bastante serio, intentando no alterarme.-Te necesitaba, aún te necesito. Eres mi mejor amigo y te he vuelto a perder.-mi hijo no paraba de observarlo, le resultaba familiar y al final lo reconoció.

-¡Ito Uta! ¡Ito Uta!-gritó en balbuceos estirando sus brazos hacia él.

-¡No te creo Atsushi! ¡Sé sincero por primera vez conmigo!-exclamó haciendo que todo el mundo nos mirara.-Me usaste.-la pequeña se aferraba cada vez más a él y creo que su molestia iba aumentando paulatinamente.-Estabas indeciso con quien quedarte, con quien sentirte mejor, con quien te haría feliz...-empezó a decir para quedarse en silencio haciendo un inciso.-Me utilizaste para darte cuenta de que no era yo quien te hacía sentir eso, sino él.-se notaba tenso y muy molesto, el tono de su voz jamás lo había escuchado de esa forma hacia mí.

-Papi U-Ta, papi U-Ta.-dijo ella tirando leve de su ropa. Cuando dijo que era su padre me dejó levemente en shock. Recordé que siempre decía que había algo más para los dos, para nuestra vida en común, y supongo que ese algo más era ella.-No llores.-murmuró tomándolo del rostro para limpiar sus lágrimas. Era una niña de unos tres o cuatro años, una niña que parecía perder la calma al ver lo que sucedía a su alrededor.

-Ya, ya, tranquila nena.-respondió dejándola en el piso para entregarle una piruleta.-Llévate la cesta y ve a sentarte en la banca de allí.-dijo señalando un banco que estaba cerca de nosotros.-¿De acuerdo?-ella sólo asintió obedeciendo a todo lo que él le había dicho.

Cuando la niña se sentó él miró a Jun. Mi hijo no paraba de estirar sus brazos con su rostro a punto de llorar. Tenía las cejas fruncidas y sus labios apretados. Intentaba huir de mis brazos hacia los suyos, quería estar con su tío Yutaka otra vez.

-Eso no quita lo otro.-dije mirándolo fijamente a los ojos.-Sabes bien que siempre te tuve un cariño especial, lejos que fueras mi pareja o no.-comenté notando como el pequeño seguía insistiendo.-Soy un estúpido que no supo reaccionar cuando apareciste, que no pudo dejar de caer en la tentación y que ahora sigue sin arrepentirse del todo... porque me dio una gran lección aquello... provocó que me diera cuenta de muchas cosas Yutaka.-mis ojos también se llenaron de lágrimas y terminé dejándolas salir, aunque con las gafas de sol podía hacerme el duro.

-Pues no te creo.-respondió a todo lo que había dicho.-No me quita el daño de lo que hiciste. Porque me hiciste sentir lo peor que jamás he sentido. Me sentí peor que el día que te fuiste de Japón, peor que el día de la boda con Clarissa y mucho peor que el día que me demostraste que habías cambiado radicalmente.-sus lágrimas continuaban saliendo, aunque parecía desear controlarlas.-Me lastimaste. Mi hermano realmente te odia, te aborrece, y le doy la razón porque siempre me dijo que me harías daño. Él sabía que terminarías lastimándome.

No pude más, sabía que me rechazaría pero realmente no pude. Terminé abrazándolo y pegándolo a mí. Llevaba meses queriendo hacerlo, meses que necesitaba sentir su cuerpo cálido junto al mío. No quería nada sexual, no deseaba nada más que su amistad y su compañía. Quería tenerlo como un amigo, quería conservarlo con una visión distinta a la de aquella noche. Algo en él hacía que deseara protegerlo, cuidarlo de alguna forma, y sin embargo era la persona que más daño le había hecho. Jun batallaba por no quedar aplastado, si bien terminó cómodo aferrado a ambos.

-No, Atsushi suéltame.-dijo cuando reaccionó ante mi imprevisible abrazo, comenzó a moverse y al no poder empezó a gritar.-¡Suéltame!.-exclamó, pero creo que me escuchó sollozar como él hacía. Ambos estábamos llorando. Besé su frente deseando que ese momento durara horas. Sentilo tan cerca me había hecho bien. Por unos segundos pensé que podría volver a tenerlo a mi lado aunque de forma distinta.

-Yutaka.-murmuré.-Aunque no me creas yo te quiero, te aprecio más de lo que crees.-susurré apartándome para secar sus lágrimas. Mis dedos fueron a su mejilla intentando dejar su rostro libre de llanto. Si bien, entonces noté un buen golpe en la cara que hizo que mis gafas cayeran al suelo y yo también estuviera a punto de caer junto a ellas.

-¡Me cago en tu puto padre desgraciado de mierda!-fue lo siguiente que escuché y vi aquel castaño claro mirándome como si quisiera usarme como saco de boxeo.-¡No vuelvas a abrazar a mí pareja! ¡Y te recalco el mí!-vociferó.-Y no te mato a golpes por el niño que llevas en brazos y porque Midori está presente.-gruñó escupiendo a un lado y prácticamente poniéndose en guardia para darme otro más si hacía o decía algo que no le agradara.

-Niñato.-dije tocándome el labio roto y le miré.-Yo tengo mucha más educación para no devolverte el golpe.-sabía que si le tocaba un solo pelo Yutaka jamás me lo perdonaría, tampoco lo haría Hizaki y mucho menos yo. No era el momento para ponernos a pelear, aunque ganas no me faltaban.

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt