Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

domingo, 4 de abril de 2010

Dark City - capitulo 16 - Aroma de oscuridad III


No pude más, sabía que me rechazaría pero realmente no pude. Terminé abrazándolo y pegándolo a mí. Llevaba meses queriendo hacerlo, meses que necesitaba sentir su cuerpo cálido junto al mío. No quería nada sexual, no deseaba nada más que su amistad y su compañía. Quería tenerlo como un amigo, quería conservarlo con una visión distinta a la de aquella noche. Algo en él hacía que deseara protegerlo, cuidarlo de alguna forma, y sin embargo era la persona que más daño le había hecho. Jun batallaba por no quedar aplastado, si bien terminó cómodo aferrado a ambos.

-No, Atsushi suéltame.-dijo cuando reaccionó ante mi imprevisible abrazo, comenzó a moverse y al no poder empezó a gritar.-¡Suéltame!.-exclamó, pero creo que me escuchó sollozar como él hacía. Ambos estábamos llorando. Besé su frente deseando que ese momento durara horas. Sentilo tan cerca me había hecho bien. Por unos segundos pensé que podría volver a tenerlo a mi lado aunque de forma distinta.

-Yutaka.-murmuré.-Aunque no me creas yo te quiero, te aprecio más de lo que crees.-susurré apartándome para secar sus lágrimas. Mis dedos fueron a su mejilla intentando dejar su rostro libre de llanto. Si bien, entonces noté un buen golpe en la cara que hizo que mis gafas cayeran al suelo y yo también estuviera a punto de caer junto a ellas.

-¡Me cago en tu puto padre desgraciado de mierda!-fue lo siguiente que escuché y vi aquel castaño claro mirándome como si quisiera usarme como saco de boxeo.-¡No vuelvas a abrazar a mí pareja! ¡Y te recalco el mí!-vociferó.-Y no te mato a golpes por el niño que llevas en brazos y porque Midori está presente.-gruñó escupiendo a un lado y prácticamente poniéndose en guardia para darme otro más si hacía o decía algo que no le agradara.

-Niñato.-dije tocándome el labio roto y le miré.-Yo tengo mucha más educación para no devolverte el golpe.-sabía que si le tocaba un solo pelo Yutaka jamás me lo perdonaría, tampoco lo haría Hizaki y mucho menos yo. No era el momento para ponernos a pelear, aunque ganas no me faltaban.

Yutaka se quedó sin saber cómo reaccionar, pero poco después empezó a poner orden. Se centró por alguna extraña razón e indicó a la pequeña que no se moviera del lugar donde estaba. Parecía seguro de si mismo, aunque podía jurar que por dentro estaba desquiciado.

-Max..-susurró.-Max tranquilo.-dijo quedándose entre ambos, pero a él alejándolo como si fuera un perro rabioso.-Por favor, Max tranquilo.-colocó sus manos sobre su torso y él simplemente me miraba de forma desafiante.-Atsushi no estaba haciéndome nada malo.-le tomó del rostro para que le mirara, si bien él seguía gruñendo.-Atsushi ¿estás bien?-interrogó girándose hacia mí, tan sólo la cabeza.

-Dile a tu perro guardián que no me gusta que me rompan el labio tan de mañana.-dije notando como mi hijo me palpaba la cara.

-Papi.-murmuró viendo la sangre y se puso a llorar. Creo que le descontroló aquello tan viscoso y caliente en sus pequeños dedos. De inmediato los limpié intentando calmarlo.

-Gracias Maxwell por hacer llorar a mi hijo.-gruñí molesto.

-¡Encima con cachondeo!-escuché que decía aquel medio metro, porque era prácticamente tan bajito como Yutaka. Jamás lo había tenido tan cerca, tan cara a cara.-¡Te voy a romper la columna vertebral por diez partes cabrón! ¡No te acerques más a mi familia!

Eso me dejó en shock. La niña ya de por si llamaba papá a Yutaka. Sin embargo yo ya no buscaba a Yutaka como pareja, sino como amigo. Pero descubrir cosas así de improvisto no se me da bien encajarlas, es como tener que soportar que alguien que ha sido vital para ti te cambie la realidad.

Su pequeña comenzó a llorar a pleno pulmón en el banco, al igual que hacía Jun en mis brazos. El resto de padres e hijos se habían alejado de nosotros como si fuéramos una bomba nuclear a punto de explotar. Realmente nos estábamos comportando como dos gallitos de pelea en un pequeño corral.

-¡Perrito Max!.-oí a esa niña llamar así a ese estúpido y casi me echo a reír, lo hubiera hecho si no me hubiera dolido tanto el labio.-¡Perrito Max no te pongas así! ¡Por favor! Por favor...-pidió mientras lloraba desconsolada aferrándose a la pierna de ese muchacho.

-Max, tranquilo, por favor.-dijo Yutaka tomándolo de la camisa.-¡Escúchame!-lo tomó del rostro para que le mirara sólo y exclusivamente a él.-No hacía nada malo, de verdad. Tan sólo estaba disculpándose por lo que pasó.-verlo así con otro que no era yo me quebraba por dentro, me quemaba.-Por favor Max.-susurró.-Tienes que creerme.

Nada más terminar de hablarle Yutaka me miró. Él me miró fijamente con aquellos ojos azules que parecían llamas, de esas de gas, su rostro estaba hecho casi de piedra. Si bien se relajó nada más ver a la niña y después por las caricias de Uta.

-Ven pequeña.-la levantó del suelo.-No llores, te pondrás fea como este idiota.-comentó besando después su sien.

-Pero.-balbuceó tomando al conejo por las orejas.-¡Pero!-empezó a buscar un perro, estaba seguro. No era un pero, sino perro. Él aún no sabía hablar bien, mucho era que dijera alguna palabra o repitiera lo mínimo como si fuera un loro.

-Jun no hay perro.-susurré antes de besar su mejilla. Él se calmó y se aferró a mí.-Ha sido todo fortuito, no quería lastimar a Yutaka otra vez... sólo quería recuperar al menos su amistad.

-Pues no lo harás.-comentó Max.-¿Amigos?-puso las manos de la niña sobre sus oídos.-Claro... te lo follas y lo dejas tirado en un hotel ¿amigos eh? Hijo de puta.-dijo en un gruñido después para escupir a un lado. Después dejó que la pequeña dejara de taparse los oídos.

-Ambos complican las cosas.-murmuró bajo.-¡Todo lo complican!-estalló.-¡Escúchenme bien! ¡Este no es lugar para venir a discutir algo que ya pasó!-gritó cerrando los puños para mirarnos a ambos como si nos apuntara con un revolver.-Y que quizá hubiera sido mejor que no pasará, sin embargo por algo tuvo que ocurrir.-dijo algo más calmado.-Atsushi.-me llamó la atención con el mismo tono de voz que había hecho años atrás, cuando éramos sólo unos críos y discutía con alguno de nuestros amigos.-La verdad es que lo pasado está en el pasado y yo te perdoné cuando puse bien los pies sobre la tierra. Me hiciste salir de una forma brusca de esa burbuja donde me tenías.-sus ojos bajaron y se enfocaron en Jun, sabía que él lo quería y que había estado dispuesto a cuidarlo junto a mí para ser una familia.-Más no sé si pueda ser tu amigo de nuevo, porque ya no quiero causar problemas. No quiero problemas para ti ni para mí.-dijo apoyando su mano en uno de los hombros de su pareja, para luego tomarlo de la mano.-En tu nota decía que encontrara alguien y que fuera feliz con esa persona. Ahora lo soy, así que por favor no sigas buscando o pidiendo algo que no creo posible.

-No quiero tenerte como pareja Yutaka.-lo dije bien claro.-Te quiero como amigo.-le miré a los ojos y luego miré su mano aferrada a la de él.-Me duele que pienses que sólo te quiero para hacerte daño. Si no fui lo suficientemente hombre para decirte la verdad es porque no podía... no podía dejar de necesitarte y no sabía como frenar. No es que no quisiera, es que no sabía cómo hacerlo. Pensé que siendo radical sería lo mejor para ambos, pero me equivoqué.-el chico tan sólo acariciaba su mano intentando tranquilizarse.

-Pupa.-murmuró mi hijo tocándome el labio con un dedo.-Papi pupa.

-Me da igual lo que quieras o que seas el padre de mi mejor amigo.-dijo tomando a Yutaka por la cintura.-Me la suda.-su tono de voz era agresivo, pero al menos no alzó la voz como antes.-No te quiero cerca de Yutaka, ni cerca de Midori y tampoco te quiero cerca de nuestra vivienda.

-Eso lo dejaste sumamente claro al día siguiente que desperté solo en el hotel.-intervino frío.-Si te duele que sólo piense en eso, que sólo me quieres para hacerme daño ha de ser por algo. -me lo estaba echando en cara. Jamás me había echado en cara nada.-No Atsushi, no te quiero cerca de mi.-dijo mirándome con ese hielo en la mirada que me causaba dolor.-Ya oíste a Max, por favor.-susurró.-Deja de buscarme porque realmente esta vez lo detuve, aunque no sé bien como, pero la próxima no sé si lo haré.-tomó sus cosas para irse con ellos dos.

-Nunca te he buscado aunque lo he deseado.-dije con el tono de voz calmado y de forma clara.-No lo hice porque sabía cual sería la reacción que tendrías.-me agaché para tomar las gafas del suelo.

Mi móvil sonó en el momento más inapropiado. Yo tan sólo acepté la llamada al ver marcado el número de teléfono de mi hijo. Quería que fuera a cuidar a Takumi unas horas. Seguía pidiéndome esos favores a pesar que Clarissa adoraba al niño y a veces le rogaba que lo llevara. Pero él quería dejármelo porque sabía que era importante.

-Claro, no me importa.-dije apartándome de ellos unos metros. Acordé recogerle en menos de una hora. Él dijo que no tenían prisa, que sólo querían pasear sin más aunque con algo de libertad.

Terminé de hablar con mi hijo y me giré hacia ellos. Verlo en ese estado me hacía daño. La última vez que lo vi sonreía, así lo quería recordar y ya no podía ser. Sonreía al lado de ese mismo hombre que lo protegía, pero fue en la lejanía, y la noche del hotel era la más nítida.

-Perrito ¿ya nos vamos?-escuché decir a la niña que jugueteaba con los colgantes que llevaba ese individuo. Realmente parecía un perro que guardaba bien a su presa.

-Debo irme.-dije notando como el pequeño se aferraba bien a mí.-Aunque no me creas... me hubiera gustado hacerte mínimamente feliz como ahora eres.-observé como Max lo tomaba mejor por su cintura. Esa maldita cintura que siempre me había vuelto loco.

-Largo.-escuché en un gruñido. La voz de ese chico realmente cambiaba cuando estaba molesto, era algo gutural.

-Vete Atsushi.-susurró Uta.-Por favor ya no vuelvas a buscarme.-se giró para no verme.

-No te he buscado.-respondí.-Esto fue fortuito.-dije antes de comenzar a caminar con el pequeño en brazos. Él se estaba quedando dormido. Al fin el nerviosismo se había pasado. Tal vez el niño sentía lo que yo sentía, era algo psicológico que he leído en varios libros.

No hay comentarios:

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt