Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

miércoles, 7 de abril de 2010

Dark City - capitulo 16 - Aroma de oscuridad V


-No hice nada.-dije algo molesto porque no me creyera.

-Tú nunca haces nada y sin embargo terminas destrozando las esperanzas de Yutaka.-dijo con calma.-Tranquilo no voy a ser yo quien te juzgue.-comentó.-No soy un santo, bien lo sabes, pero sabes que cualquier cosa que haces hacia él termina mal.-encendió un cigarrillo con total y dio una calada. Su aspecto de gangster le daba un aire místico y criminal. Era como ver a Buda convertirse en Scarface.-¿Por qué tienes el golpe? ¿Quién te lo hizo? ¿Y qué pretendías? Son tres de mis preguntas esta vez.-dijo contándolas con sus dedos frente a mi rostro, puesto que me había desplazado hasta estar a su lado.

-Max, la pareja de Yutaka, me dio el golpe. Abrazaba a Yutaka pidiéndole perdón, sólo eso.-era mi respuesta y era la verdad, simplemente esperaba que me creyera.

-Lo que hiciste no tiene perdón alguno.-me reprochó.-Hiciste que creyera que era el elegido, el hombre que pasaría el resto de tus días a tu lado.-comentó mirándome a los ojos con serenidad.-Es cierto que de otra forma no hubiera comprendido, hubiera seguido intentándolo porque le conozco tan bien como tú, pero aún así no deja de ser cruel.-caló su cigarrillo y sonrió.-Yo hubiera sido más delicado, es más no me hubiera metido de nuevo con él en la cama.

-Tú y tú.-dije molesto.

-Atsushi tengo que decirte las verdades que me guardo, me has pedido ayuda y voy a dártela. Si bien, no eres un santo y tampoco puedo hacerte creer que lo eres.-comentó.-Bien sabes que también Yutaka debería oír sus verdades, pero él no me pide consejos.

-No te los pide porque tú eres cruel hasta la médula.-comenté dirigiéndome al frigorífico.-¿Quieres algo de tomar?

-Una cerveza estaría bien.-contestó.

-Pues no hay.-dije mirando la nevera con incredulidad, a penas había carne o algo que fuera graso. Mi hijo se estaba volviendo un vegetal.-Hay refrescos.-le mostré latas de cola.

-Eso mismo.-respondió alargando la mano para atrapar una.-Sobre si soy cruel.-dijo quedándose algo pensativo mientras observaba el humo de su cigarrillo.-No lo soy.

-Sí lo eres.-dije abriendo el refresco para sentarme de nuevo a su lado.

-Pienso que él jamás debió de esperarte, que hizo mal al no comprender que te casabas y que querías una familia. Hizo muy mal en buscarte de forma sexual y amorosa cuando ya estabas prácticamente comprometido con Phoenix.-dio una calada al cigarrillo.-Sus meteduras de pata aumentan con su edad.-dijo dejando salir la nicotina por la nariz para apagar el cigarrillo en un cenicero cercano.-Pero si él hizo todo eso fue porque tú siempre le has mirado distinto, aunque no sea sexualmente.

-Le miro distinto porque para mí él es distinto.-susurré.-Es especial.

-Se puede decir que le amas como un igual, como alguien que se compenetra contigo al cien por cien, y eso en la cama debe ser increíble. Pero no le amas para pareja, no le amas para darle tu alma, no le amas para nada más. Si bien, él siempre ha sentido que así le mirabas. Esa es tu culpa.-dijo señalándome.-Debiste decirle que te atraía y te sentías completo, pero que no le amabas.

-¿Cómo decírselo? ¿Has visto sus ojos cuando te mira suplicando por algo? Esos ojos me los hacía continuamente.-repliqué intentando defenderme.

-Atsushi yo estoy casado.-dijo mirándome fijamente a los ojos.-Pude tener una amante de veinte años hace unos meses.-comentó como si nada.-Una chica atractiva, una mujer explosiva, pero yo amo a mi mujer que tiene menos curvas y que me hace feliz con una caricia. Aunque me atraiga esa chica, aunque me entienda al cien por cien, yo no la amo. Por ello la dejé en la estacada el día que quedamos únicamente para follar.

-Pero ella la conoces de hace días, como mucho meses, pero yo a Yutaka lo conozco desde que éramos prácticamente niños.-veía mucho más difícil mi situación que la suya.

-Es la misma tentación, sólo que en tu caso hay más confianza.-comentó dando un trago del refresco.

-Lo que digas.-no quería hablar más del tema.-Quería hablarte de algo que es imposible.

-¿Qué es?-preguntó alzando su ceja izquierda.

-Un amigo dirige un teatro y quiere estrenar una obra literaria de otro amigo mío.-dije intentando entrar en el tema que me importaba en ese instante.-Me pidieron que volviéramos los cinco, que volviéramos a ser lo que fuimos, y que actuáramos tras la tramoya en las distintas escenas de la función.

-¿Te das cuenta de cómo está la situación? Yutaka te echará su perro guardián si te acercas, su hermano te quiere meter las baquetas por el orto y no olvidemos a nuestro malcriado Imai... que desea despellejarte.

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt