Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

jueves, 22 de abril de 2010

Dark City - Capitulo 16 - Aroma de oscuridad XX


He modificado y añadido un trozo en memoria de un músico, de la voz de Type O Negative. Tenía que meter esta noticia y este video. Así que busqué un fragmento de la novela donde quedara bien. No sé si se nota el corte o simplemente ni os percateis.




Salí fuera dejando a mis músicos con sus ensayos, salí y los vi a ambos frente a frente sin decirse nada en absoluto. Aquel chico de no más de metro sesenta y cinco parecía mayor en estatura, como si su valor de estar allí y escuchar todo le hiciera parecer un gigante. Hidehiko seguía fumando, dando caladas lentas para saborear bien el cigarrillo.

-Vayamos a la cafetería.-comenté y mi amigo negó.

-Mejor un lugar más privado.-murmuró.-¿Qué tal mi casa? Es territorio neutro. Hoy mi mujer ha tenido que salir para una reunión importante, no podía quedarse a mi lado y yo la verdad es que llevo el negocio en la distancia.-sonrió de lado.-Así conoces de una vez donde vivo Atsu.

-Por mí está bien, yo sólo quiero escuchar lo que tiene que decir este y largarme a realizar mis fotografías para la revista.-comentó Max sin mirarme, evitando encontrar su mirada con la mía.

-Por mí también está bien.-dije metiendo mis manos en los bolsillos, me sentía incómodo.

-Vayamos en mi coche.-dijo Hidehiko caminando hacia los aparcamientos, arrojando la colilla al suelo para luego machacarla con sus zapatos italianos.

Nosotros simplemente le seguimos. Me preguntaba, y aún lo hago, qué es lo que pasaba por la mente de Max. Él parecía concentrado, tal vez en las palabras que había usado Hidehiko para convencerlo. Me resultaba extraño que alguien como él se prestara a lo que íbamos a hacer, parecía hombre de acción y no de meditar demasiado sus acciones. Sin duda era la clase de hombre que atraía a Yutaka.

Nos sentamos detrás en silencio, como habíamos llegado hasta el coche. Creo que ambos meditábamos sobre los lazos que nos unían. No sólo estaba Yutaka, también Hizaki y Miho. Él era amigo de ambos, por supuesto también de Olivier y había cuidado en más de una ocasión a mi nieto. Incluso Hero le conocía y solía parlotear horas sobre las llaves que le enseñaba. Sin duda teníamos que cruzarnos por una cuestión o por otra, no podíamos dejar que las diferencias amargaran a las personas que queríamos. Él era parte de mi familia, quisiera o no.

-Hago esto por Yutaka y por tus hijos.-dijo de forma serena.-No lo hago por ti.

Aclaró perfectamente lo que yo pensaba, simplemente parecía poder leerle la mente. Yo en su lugar hubiera hecho lo mismo, aunque hubiera tardado mucho más tiempo que él en aceptarlo. La tensión se acumulaba en aquellos asientos traseros que ocupábamos. Hidehiko intentó relajar el ambiente con un poco de música en la radio.

“El legendario Peter Steele ha muerto de un paro cardíaco. A sus cuarenta y ocho años nos ha dejado huérfanos. Es la última noticia del día, la última hora sobre esta leyenda que pasa a ser mito en el firmamento musical. Como ya lo hicieron otros él nos deja un hueco en la historia de la música. Os dejamos con uno de los temas de su banda Type o Negative como recuerdo a un monstruo del metal. September Sun para todos nuestros oyentes y para él. Es nuestro homenaje Peter.”

Mientras el sonido de las guitarras envolvían el vehículo y se incrustaba en mis neuronas, mientras nos deslizábamos por la ciudad, me quedé pensativo su muerte. La muerte siempre hacía recapacitar a las personas, aunque sólo fuera un instante, y nos llenaba de temores o de preguntas que no podíamos responder todavía. Era conocido y su voz totalmente reconocible, una voz potente cargada de experiencia vital, yo mismo tenía algún que otro cd de ellos. Cerré los ojos y medité como sería morir en activo, como sería morir en un escenario. Sabía que padecíamos lo mismo, un corazón enfermo, y a veces jugaba a imaginar como sería un mundo sin mí, un mundo en el que yo muriera de un paro y ahí no hubiera más amaneceres para mí.

Si bien, aunque sabía que muchos llorarían mi muerte otros quedarían como si nada e imitarían sus lágrimas, sólo para quedar bien, mientras otros sacaban el cava para brindar porque ya no estaba. No creo que todos mis enemigos brindaran, más bien alguno lloraría porque su vida se quedaría sin justificación para su rabia y deberían buscar otro símbolo al cual ver caerse de su pedestal. Creo que incluso yo había tomado cierto cariño a los enemigos que había tenido en mi vida, porque los enemigos nos hacen más fuertes y nos muestran nuestros errores. Un amigo jamás te dirá la cruda realidad, intentará adornarla, un enemigo te la muestra impactándola en la cara.

Cuando un músico muere algo queda en el mundo, no es un vacío. Las huellas que dejamos en buenos y malos momentos de nuestros oyentes. Las radios nos recuerdan con más cariño, menos críticas y mayor presencia. Cuando un músico muere deja silencio para el futuro, pero en un pasado lleno de letras que conmueven o incitan a la furia de la lucha. La música no muere, morimos nosotros. La música siempre renace, siempre es recordada y siempre escuchada. Se puede decir que los músicos somos como el Cóndor y los escritores como el Ave Fenix. Ellos también renacen, aunque sus libros sean quemados porque sus letras no son olvidadas y se transcriben continuamente.

Llegamos finalmente a la casa de Hide. Tardamos una media hora en el trayecto. Un trayecto en silencio como si estuviéramos en un funeral. La música parecía no calmarnos, sino más bien volvernos más tensos. Queríamos llegar y soltar todo lo que queríamos decir. Era necesario para ambos, nos urgía.

-Quiero terminar pronto con esto.-dije bajándome del coche.

-Lo mismo digo.-murmuró apoyado aún en la puerta del vehículo para cerrarla con cierta rabia.

-Tranquilo.-susurró Hide agarrándolo del hombro.-Recuerda lo que hablamos muchacho.

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt