Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

miércoles, 28 de julio de 2010

Dark City - Capitulo 18 - Camino vital V


Heroin - Buck-Tick, es la canción que no para de sonar en mi cabeza hoy...


-No me jodas Uta.-le reproché mirándolo de reojo.-Lo que te ocurre es que estás completamente enamorado de Max, además que tiene que ser bueno en la cama...-me encogí de hombros.-Por cierto, otra que tiene perro guardián va a ser madre. ¿Ya te dijo Megumi?-si no se lo había dicho era raro, pero supongo que aún no había querido entrar en contacto visual con Miho. Megumi temía la reacción de nuestra hija.

Sabía cómo podía reaccionar Miho ante una sorpresa así. A pesar de todo quería a su madre, aunque hubiera huido de Londres y por ende de su lado. Mario seguramente no querría problemas y Megumi tampoco, así que tal vez Yutaka no lo sabría porque podría terminar confesándolo. Esperé su respuesta, aunque su cara lo decía todo.

-¿Embarazada? Se nota que no perdió el tiempo.-respondió-Sólo espero que esta vez lo disfrute y le pida a su pareja todo lo que no nos pidió a nosotros.-realmente debió ser duro lidiar con una embarazada llena de caprichos por los antojos, además que ya de por si Megumi me resultaba una amante de las compras y los postres. Suspiré sintiéndome .-Se lo merece.-dijo totalmente convencido que Mario tendría la suficiente paciencia con una mujer en su estado.-Supongo que será niño, desde hacia años quería tener otro.-eso no lo sabía, aunque jamás le pregunté si ser madre era uno de sus deseos. Para mí ella era una buena amiga, pero no me gustaba entrometerme si deseaba tener otro puesto que yo no sería el padre.-Pero sabes bien que no quería hijo de su marido y bueno...-hizo un inciso para sonreír.-Me alegra que ahora pueda.-entonces me miró de reojo buscando alguna reacción en mi rostro.-Sólo espero que a ti no te de algo por eso, por aquello de que eres todo sobreprotector.

-Nada que ver, hace meses que lo sé.-dije tras un profundo suspiro.-Antes que tú hija me infartara y casi la palmara.-no era un reproche, no de forma completa.-Pero ya estoy bien.-mentía, por dentro quería morirme recordando las palabras de Miho. Aún no sabía cómo pudo saber todo, aunque tenía mis ligeras sospechas y todo apuntaba a Hizaki o el propio Yutaka.

Sabía que no le habían querido decir nada, simplemente le dirían que fue otro de mis excesos. No quería que supiera la dolorosa verdad. Quería mucho a Miho, pero estaba seguro que desaprobaba esa forma de ser en ella. A pesar de haberse criado lejos de mí parecía ser cierto que los genes son los genes. Él siempre me reprochó ese tipo de comportamiento, tal vez verlo en ella tan sólo le recordaría que tenía otro quebradero de cabeza con ella.

-Lo lamento Atsushi, en verdad no pensé que Miho fuera a tener una reacción como la que tuvo.-era sincero, podía verlo en sus ojos.-No sé lo que dijo y no quiero saberlo, lamento tanto se hayan dado las cosas de ese modo.-iba diciendo aquello mientras caminábamos hacia la salida del estudio junto a las niñas.

-Que ojalá me muriera, que no era mi hija y que me fuera al infierno.-era básicamente su mensaje.-Eso mientras agonizaba en el suelo.-dije de forma inconsciente.-Y casi me muero.-añadí con una sonrisa amarga, parecía la de un canalla que se enfrentaba a la muerte y se burlaba de ella, sin embargo era algo bien distinto. O me enfrentaba con cinismo a todo lo que sucedía o no lo superaría jamás.-Sin duda alguna tiene mis genes, pero ahora soy yo quien hubiera deseado que no los tuviera.-fui duro al decir aquello, pero su reacción fue desmedida y cruel. Aunque más que cruel era consciente que así hubiera sido todo más sencillo para ambos. Yo lo fui con Yutaka, pero él era quién debía darme mi castigo y no ella.

-Realmente yo lo lamento Atsu, no pensé que esa fuera a ser su reacción.-murmuró preocupado.-Podría decirte y darte la razón pero...-estaba por revolver sus cabellos para que dejara de preocuparse, si se lo dije era porque debía saberlo y así saber a qué se atenía.-Aparentemente ella la tiene ahora, pero no justifico la forma y el modo.

-Yutaka ella no tiene motivos ni razones, aunque yo poniéndome en su lugar los tendría. Quien me tiene que decir de todo eres tú, pero tú no eres así.-dije parándome para tirar de él y abrazarle.-Gracias al menos por hacer la vista gorda... no soportaría perderte otra vez.-susurré antes de besar su mejilla.-Te quiero Uta.

-No es bueno que andes diciendo eso Atsushi, no quiero causar problemas con tu...-sabía que aún le guardaba cierto rencor a Phoenix, a pesar que era feliz con Max y estaba enamorado de él. De igual modo había tensión con Phoenix al escuchar su nombre.-Pareja y no me andes dando besos, no quiero problemas con Max.

-Papi... La muñeca huele feo.-murmuró Midori separándola de ella, mientras a la niña empezaban a mostrar los ojos aguados.-Ya no la quiero.-y fue en ese preciso momento cuando empezó a llorar a pleno pulmón, jamás había visto un niño con mejores pulmones que ella.

-Te quiero como un hermano... y a tu hermano no le rechazas abrazos joder.-dije antes de tomar a la pequeña.-Hay que cambiarla y no hay pañales. Mierda...-murmuré intentando buscar soluciones.-¿Qué coño te dan de comer? no pega nada en una nena ese perfume.-besé su frente antes de comenzar a tranquilizarla, pero no se calmaba.-Hay que buscar a sus padres.

Entonces lo vi. Vi a ese tipejo estúpido y ridículo que casi acaba con mi vida. Imai Hisashi estaba en el estudio, él era de la nueva banda y eso lo tenía seguro por el pálpito que sentí. Me quedé paralizado con la niña llorando, lo peor de todo es que estiró sus brazos comenzando a gritar “papá”.

-Toma, Midori la encontró.-señalé a la niña antes que pensara que la quería secuestrar.-Quita esa cara de acojone.-comenté antes de dejarla en sus brazos, intentando quitarme el susto de encima.-Es linda tu princesa, no sale a su padre así que tiene suerte...-me giré hacia Midori que aún lloriqueaba.-No llores, papá Yutaka y el tío Atsu te van a comprar un enorme helado.-intentaba no pensar que ese estaba ahí, pero maldita sea era imposible... estaba ahí. No era un holograma, ni una pesadilla, simplemente era de carne y hueso.

Nada más ofrecérsela casi me la arrancó y ella se calmó, lloraba pero era un llanto leve y no como segundos atrás que parecía que la torturábamos. Frunció el ceño mirándome como si quisiera dispararme, pero dudaba que pudiera tener armas encima y menos en el estudio, como mucho me podría tirar el pañal sucio de su hija.

-¿El gato rabioso no te hizo nada verdad?-aquella pregunta la hizo en voz bien alta para que yo lo escuchara. La niña se aferró firmemente a él y yo lo observaba aún atónito ante el descubrimiento.-Tranquila nena, ahora mismo te llevo donde papá D para que te atienda.

-En verdad lo lamento.-empezó a decir Yutaka, se veía que la cara del tipo no la recordaba porque no estuvo presente en la boda.-Pero es que Midori la vio sola en ese estudio y bueno...-carraspeó intentando buscar palabras para no incomodarlo.-El sonido que había ahí no era el indicado para una bebé.

-Créeme que está acostumbrada a los gemidos y jadeos de D.-respondió con esa maldita sonrisa sádica.-Es normal, D es tan... sensible.-al comentar aquello Yutaka se sonrojó como un quinceañero.-En cuanto a lo tuyo, gato rabioso, no tomaré en cuenta tu... ¿cómo se llama? ¿comentario? ¿palabra? No sé ni que era.

Claro que yo comencé a reírme cuando vi la reacción de su pareja tras sus espaldas. Se había sonrojado como molestado.

-Ven aquí mi niña.-susurró tomándola en brazos y ella simplemente terminó por calmarse.-Iré a cambiarla, y espero que tú no te comportes como niño de preescolar... bueno eso va para ambos.-dijo al notar que reía bajo.-Que somos adultos.

Cuando vi que se marchaba me eché a reír a carcajadas doblándome casi. Tenía el cabello más largo así que me cubrió por completo el rostro. Podía decirse que parecía un adolescente burlándome del regañado de clase.

-¡Y yo pensaba que tenía cruz con Phoenix! ¡Existe el karma!-exclamé alzando los brazos.-Ni se te ocurra joderme Imai, te aseguro que esta vez no seré tan democrático.-dije clavando mis ojos en él para ir hacia Midori tomándola en brazos.

-Idiota....-escuché ese gruñido, fue una satisfación para mí escucharlo.-Al menos mi pareja esta sana.-murmuró mirándose las uñas.-¿Karma? ¡Ja! ¡Piensa lo que gustes! Pero yo es que lo dudo.-apartó sus cabellos de su sudada cara para seguir molestándome, o al menos intentándolo.-Pero sólo te digo algo, mi banda será mejor que la tuya y eso mininu cardíaco, será mejor que haberte arruinado tu boda.-ahí sonrió como un asesino, lo que era.-Que tengan un buen día.

-Seguro que tú pensabas en Max cuando dijo eso.-susurré girándome hacia él.

-¡Deja de burlarte de mí!.-exclamó dándome un golpe en todo el abdomen.-Dame a Midori, yo la llevaré a la cafetería. Ahí te quedas con tu amigo.-dijo tomándola de la mano para irse directo hacia la cafetería que estaba a unos metros.

-¡Sigue soñando Imai! ¡Sigue soñando!-dije a su comentario sobre mi banda, cuando ya se marchaba. Yo era mejor que él, pasara lo que pasara yo sería mejor que él.

El comentario sobre Phoenix no me afectó puesto que su enfermedad había remitido, además desearle el mal a alguien no era mi estilo... y más cuando podía salir afectada una niña y ese hombrecillo que iba con él. Entonces caí en la cuenta. El desgraciado era mínimamente gay y me eché a reír corriendo hacia la cafetería, puesto que él se había mostrado como macho.

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt