Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

domingo, 19 de diciembre de 2010

Dark City - Novela - Capitulo 19 - Lluvias de otoño y nieves de invierno (XIV).


Pocos minutos después ya me había ido, pero regresaría esa misma noche junto a ella. Se estaba convirtiendo en una necesidad superior a cualquier otra.

Pasadas unas horas me encontraba sólo en casa, el pequeño aún seguía en la guardería, y aquel hogar que parecía cálido meses atrás se había convertido en el refugio de las sombras del pasado. Un pasado que seguía siendo eco en mis oídos.

Me encontraba meditando sentado, en medio del salón, cuando escuché el timbre, entonces me pregunté quién sería. Sabía que Phoenix ya no llamaría, más bien que no se atrevería a hacerlo. Así que supuse que sería alguno de mis amigos, o quizás Hero.

Cuando abrí la puerta para ver a Hizaki pegado en la cancela simplemente suspiré, él venía a buscar explicaciones o al menos eso reflejaba en su rostro. Yo no tenía que dar explicación alguna sobre mi vida, pero supuse que no tenía escapatoria.

Me aproximé a la cancela y la abrí dejándolo pasar. Un silencio tenso los acuchillaba. Él me examinaba de una forma que me sorprendía. Parecía desear explotar, pero no lo hacía, y yo quería pedir calma, y tampoco lo hice. Le invité a pasar con un gesto, cuando entramos cerré la puerta y ahí comenzó una conversación rápida.

-¿Qué pasó?-preguntó confuso.

-Se acabó.-respondí.-Él hizo que se acabara.

-¿Por qué?-tal vez quería saberlo, ya que por Phoenix destrocé nuestra familia y en esos momentos podría sentir confusión o rabia.-¡Dime!-exclamó confuso a punto de zarandearme.

-Él se alejó de mí porque empezó a coquetear con otro en mi ausencia.-se apartó de mí incrédulo, pero a la vez con cierto temor debido a que su profesión era la mía. Tal vez en él instalé dudas, pero Olivier no era como Phoenix y se veía mucho más dependiente del afecto de mi hijo que mi antigua pareja de mí.-Yo tampoco me quedé atrás, he conocido a una mujer y la voy a salvar de sus problemas. No la tendré como pareja, pero sí como amiga. Necesito a alguien a quién cuidar, supongo.

-Jamás pensé que sucedería algo así.-susurró.-Jamás creí que todo se derrumbara de nuevo frente a mí.

-Hizaki, no tengo la culpa esta vez.

Él asintió, yo simplemente suspiré pesado. Se marchó sin decir nada más, creo que sólo buscaba saber y nada más. Cuando escuchó mis palabras no tuvo queja, tal vez él aceptó sin más que había mundos donde no debía pisar y desconocer por completo.

Las horas pasaron como si fueran losas, después de aquel breve encuentro y de regresar con el pequeño de la guardería, lo único que hice fue pensar en ella. Me había envenenado. Estaba asfixiándome poco a poco con su veneno, pero no deseaba dejar de estar enganchado y querer quedarme junto a ella.

Conseguí una canguro para aquella noche y me marché. Jun había estado intranquilo todo el día, deseaba ver a Phoenix y quedarse dormido entre sus brazos. Si bien, lo hizo aferrado a Uta. La canguro no tenía que hacer mucho, tan sólo vigilar al pequeño y arrullarlo si se despertaba, mientras podía ver la televisión y el dichoso canal de la MTv. No habría problemas, o al menos eso esperaba.

Me arreglé con un traje algo caro, de diseño exclusivo y hecho a medida, era de color negro, la camisa era blanca y la corbata de seda negra. Mi abrigo negro cubría hasta mis pies y estos estaban envueltos por unos zapatos de piel italianos. Mis cabellos los había dejado sueltos, cubrían más allá de los hombros, regresaba a mi aspecto más primitivo. Realmente parecía el hombre con el cual se casó Clarissa. Había regresado a mis veinticinco años, al menos vistiendo, porque siempre fui igual de inconsciente.

Me dirigí al club donde estaba, quería conversar, tomar unas copas y quizás algo más. Fuera como fuese, cuando recogí al pequeño en la tarde compré unos bombones en una de las chocolaterías más prestigiosas de la ciudad. Llevaba únicamente una pequeña caja de bombones de una marca exclusiva, belgas muy caros y quizás los más deliciosos del mundo, si lo hacía era porque era ajena a mi vida anterior. Con ella podía empezar de cero y hablar como si no existiera pasado, ni presente y quizás siquiera futuro. Podía tener conversaciones banales con unas hermosas vistas a la decadencia.

Nada más llegar la busqué con la mirada para encontrarla en su rincón, allí arrojada como una muñeca de trapo inservible pero cargada con una belleza mágica. Me senté a su lado y dejé frente a ella aquel paquete envuelto en regalo. Tenía un forro de color negro y un enorme lazo rojo. Esperaba que le gustara, que al menos lo aceptara con agrado.

Muchos pensarían que era absurdo ser amable con una mujer así, pero lo absurdo sería tratarla como un cacho de carne sin sentimientos, era alguien agradable ¿por qué no podía serlo yo con ella?

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt