Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

miércoles, 5 de enero de 2011

Dark City - Novela - Capitulo 19 - Lluvias de otoño y nieves de invierno (XV)

Tuve un pequeño parón navideño. Ahora que las vacaciones estan a punto de finalizar os ofrezco de nuevo este nuevo trozo del capítulo... como regalo de ¿Reyes?

Espero que estén pasando unos días agradables en compañía de quienes aman, o aprecian. Pero no olviden que los buenos propósitos estan para cumplirlos... y no sólo en Navidad y los primeros días del año.





Nada más llegar la busqué con la mirada para encontrarla en su rincón, allí arrojada como una muñeca de trapo inservible pero cargada con una belleza mágica. Me senté a su lado y dejé frente a ella aquel paquete envuelto en regalo. Tenía un forro de color negro y un enorme lazo rojo. Esperaba que le gustara, que al menos lo aceptara con agrado.

Muchos pensarían que era absurdo ser amable con una mujer así, pero lo absurdo sería tratarla como un cacho de carne sin sentimientos, era alguien agradable ¿por qué no podía serlo yo con ella?

Podría decirse que era una de esas noches donde la luna parece insignificante, amantes se convierten en patéticos peones de ajedrez buscando el consuelo entre los mulos de cualquier mujer; sin embargo, para mí la luna resplandecía en aquel local y la música no era la de un burdel, sino la de un tango cargado de erotismo y pasión. Junto a mí estaba una criatura dulce, delicada y sobretodo única. Ella simplemente observaba el regalo que había frente a ella, para luego fruncir el ceño.

Noté como miraba a ambos lados temerosa, sabía que otras no conseguían regalos como los suyos. El mayor regalo que tenían aquellas infelices era no contraer enfermedades o al menos poderse levantar de la cama una noche más, para así buscar otro cliente. Quitó el lazo con delicadeza, abrió unos segundos la caja y la dejó como si le quemara.

-Bombones... belgas.-murmuró.-No debió, no...-estaba nerviosa, eso la hacía aún más encantadora.-No se puede...-percibí que buscaba una palabra para describir o explicar lo que sucedía, a veces le ocurría aquello. El idioma se le complicaba en ocasiones, aunque no siempre.-Permite, no se permite.

Sabía que, aunque lo rechazara en un principio, siempre terminaba aceptándolos. Yo era muy testarudo y más con los regalos que hacía, porque así lo deseaba, no porque tuviera que hacerlo.

-¿Realmente no los quieres?-pregunté en un tono bajo cerca de su oído.-No me mientas Beauty.-me aparté y sonreí contemplándola con deseos de estrecharla entre mis brazos, de acariciar lentamente su piel y dejarme deslumbrar por su mirada aún inocente.-Digamos que podemos decir que comparto contigo estas delicias, el cliente siempre tiene razón y que me diga algo la bruja de la barra.-podía escuchar sus maleficios con sólo mirarla de reojo, se veía tan molesta como otras del local que bailaban sin ritmo.

No me agradaba que no le permitieran tener regalos, que no pudiera hacer un pequeño presente a una amiga, porque ellas sufrieran una envidia que las envenenaba. Sí, la veía como una amiga. Deseaba que confiara en mí y poder tener algo más que sexo. Seguro que me veía como un iluso, pero a veces los ilusos son los que más suerte poseen.

Me saqué el abrigo y lo dejé a un lado del sofá, para acomodarme mejor en aquel rincón. Estaba cómodo a su lado, en un sitio algo apartado y con blues de fondo. La pequeña orquesta había comenzado a tocar algo agradable y con estilo, después de baladas cliché y tonos insinuantes sin sentido.

Tan sólo suspiró pesado, quitando el envoltorio y abriendo la caja para ofrecerme uno.

-Usted primero.-murmuró.-Por favor...-susurró nerviosa.-No. No quiero problemas.

Tomé uno de los bombones mordisqueándolo mientras me reía de la cara de aquella vieja. Tenía celos de ella, lo sabía, pero también sabía que si la dañaba yo mismo haría que cerraran su negocio.

-Está delicioso ¿por qué no tomas uno?-pregunté.-Hay de avellanas, café, delicias de piñones...-señalé uno y sonreí.-Rellenos de guindas al licor.

-¿Quieren algo de tomar?-preguntó una de las camareras, prácticamente desnuda.

-Yo quiero un whisky... ¿Tú Beauty?-pregunté antes de terminarme el bombón.

-Vodka con zumo de frutas.-dijo tomando uno de los bombones, de sabor café, mientras la camarera se iba..-Rico. Está rico.-murmuró tras un mordisco.

-¿De café verdad?-sonreí antes de besar leve sus labios para capturar el sabor del bombón, nada más, y también para que dejaran de cuchichear. Esas malditas alimañas eran peor que cualquier engendro que pudiera echarme a la cara.-Sí, es delicioso.-susurré cerca de sus labios.-Un sabor único, por eso son mis favoritos.

Me acomodé de nuevo en el sofá, notando como la camarera se acercaba con el pedido, lo dejó sobre la mesa y se inclinó bien frente a mí. Tal vez quería llamar mi atención, pero no me interesaban sus pechos falsos, y mucho menos estúpidas envidiosas.

Notaba como Beauty siempre se quedaba como ida cuando la besaba, podía notar que le atraía y eso me daba fuerzas para proseguir mis métodos de conquista. Siempre se piensa que las prostitutas no besan, pero por dinero uno hace cualquier cosa, si bien ella me daba los besos gratis y podía tomar tantos como quisiera.

-Gracias.-dije tomando mi whisky, para darle un sorbo.

-Si, tienen un buen sabor.-sonrió leve, dando un largo sorbo a su bebida.-¿Vino sólo a esto?.-murmuró señalando los bombones.-¿Viene por servicio completo?

Acaricié, entonces, sus cabellos, amaba que fueran tan sedosos y naturales. Llamaban mi atención, no era lo habitual en mi país y nada más llegar a Europa me fascinó aquel color dorado... pero había bellezas rubias como diosas y ninfas... y rubias que parecían brujas.

-No, quiero algo más que un servicio.-susurré.-Algo mejor... tu compañía tan sólo.-sonreí antes de tomarla por el mentón.-Necesito estar contigo, olvidarme un poco de mi soledad.-dije antes de besar su mejilla de igual forma que lo haría con alguien cercano a mí, no a una prostituta cualquiera.

Tomé mi vaso y di un sorbo. Quería estar con ella, casi era Navidad y me negaba a estar en casa solo observando los días y las horas pasar.

-Para eso comprase un perro, yo no sirvo para dar compañía, sino placer.-se terminó la bebida y se levantó.-Ya no traiga regalos ni nada, sólo sirvo para ser puta y nada más.

Dicho aquello echó a caminar hacia el otro extremo del local, aunque antes no faltó el cliente que se agarrara a ella. Aquel tipo la sostenía de su trasero, pegando bien su mano e intentando levantar su vestido. Practicamente la desnudaba y observaba la “mercancía” antes de comprarla.

Me levanté tras ella, tomando mi abrigo, no iba a permitir que dijera eso y mucho menos que fueran tan poco caballeros. No esperaba su reacción, tan desafiante como si le quemara por dentro tener otros tratos que no fueran sexo. Supongo, que no quería sentir el desprecio cuando me conquistara otra chica del local y verse relegada a la nada. Pero, se equivocaba. Yo estaba demasiado interesado en ella, más de lo que yo mismo imaginaba.

-¿Me disculpa?-dije agarrando al cretino por el brazo, de forma tan fuerte que se quejó de dolor.-La joven estaba conmigo, así que ¿por qué no te vas pedazo de mierda a arrastrarte hasta el agujero de donde saliste?-mis ojos brillaron mostrando el delincuente que fui una vez.-No hagas que te parta cada uno de tus deditos...

Se soltó pero, en un acto de valentía, me intentó dar un golpe en la cara, claro que yo tenía reflejos y el golpe se lo terminó llevando él. Le rompí la nariz y de inmediato empezó a sangrar como a llorar.

-Hijo de puta.-murmuraba entre quejidos y gimoteos.

-Está bien Beauty... quiero mi servicio.-respondí con aplomo, no iba a permitir que otro la tocara.

-¡Oh pobrecito!-gritó la camarera tomándolo del suelo y casi pegándolo a sus pechos.-Ven que yo te cure.

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Lestat de Lioncourt