Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

lunes, 28 de febrero de 2011

Dark City - Novela - Capítulo 19 - Lluvias de Otoño y nieves de invierno (XVII)


-¿Aún quieres que me vaya?-pregunté.-¿Quieres que me largue? ¿O quieres que me quede? aún puedo darte más Beauty.-besé su cuello y la arropé con aquellas sábanas.-Dime ¿qué tengo que hacer para que dejes este sitio? no es tu sitio. Y si me lo dices te juro que te dejaré ser libre, tan sólo te pediré a cambio que me dejes cuidarte como se cuidan los amigos... y buscarte un buen empleo en una de mis empresas.-la tomé del rostro y la miré bien a los ojos.-¿Sabes quién soy Beauty?

Se veía agotada y con la mirada nublada, tan sólo acarició mi rostro delineándolo. Parecía estar en un sueño, como si aquello que acabábamos de hacer fuera una fantasía. Ella era mi sueño, era la isla de los sueños donde había desembarcado para ser un adolescente por siempre jamás.

-No puede...-murmuró.-No es por el dinero, sino porque no puede.-respondió sentándose sobre mi vientre, sin taparse con la sabana. Me dejó ver aquel cuerpo de sirena, mis manos no se quedaron quietas y acaricié su cintura. Era tan hermosa que parecía sacada de la fantasía de cualquier hombre. Mis manos quedaron finalmente sobre su rostro, notando sus calientes mejillas.-Soy mercancía... un objeto.-frunció el ceño intentando tal vez explicarse.-Vivo aquí...-hizo un leve quejido de incomprensión o más bien de desear ser comprendida, aún el idioma no lo manejaba del todo.-Lo siento.-aún estaba agitada, pero su semblante se volvió un ruego de desesperación.-No se marche.-susurró.-No quiero estar con otros.-aquello me hizo sentir satisfecho, había logrado que ella también quisiera estar conmigo.-Me lastiman.-indicó que le dolía, porque quizás la trataban como un juguete sin vida. Acomodó sus cabellos y eso hizo que su figura fuera aún más erótica.

-No, no me voy a ir sin ti.-dije acariciando su rostro tan sólo con la yema de mis dedos.-Deja que haga una llamada... sólo una y veremos si siguen negándote la libertad.-la pegué a mí y besé su frente.-No eres mercancía... grábate eso a fuego en tu mente o en tu alma.

Me incorporé hacia mis pantalones y busqué mi móvil, a ella la dejé recostada en la cama. No quería que se moviera demasiado después del sexo, ya que terminaba con sus piernas temblando y con su cuerpo agotado.

Encontré el móvil en uno de los bolsillos de mi abrigo. Entonces volví a por ella y marqué el número de Kamijo. Eran las doce de la noche, las doce pasadas, pero él sabría que era emergencia.

-¿Sí?-su voz sonaba agotada.

-¿Te agotó Rose o el trabajo?-dije riendo bajo, mientras acariciaba los cabellos de aquella sirena rusa.

-El trabajo... a Rose la agotó el bebé... ¿qué quieres? no son horas para llamarme... y decirme si me agota mi pareja.-parecía molesto, a veces tenía mal despertar.

-Necesito un favor.-respondí rápidamente, no quería que me colgara.

-Habla.-su tono de voz se volvió inquieto, lo pude notar en tan sólo una palabra.

-Tengo a una hermosa amiga encerrada en una jaula oscura... llena de brujas que vuelan sin escoba... y me pregunté si el gato con botas me podría ayudar.-lo expuse como si fuera un cuento de hadas, a veces era perfecto para hablar en clave.

-Dios, deja de llamarme así... ¿quién empezó con ese juego?-dijo aún en tono molesto.-¿Qué chica? ¿Dónde?

-Club pet sex, se llama Beauty y créeme hasta tú me darías la razón.-hice un inciso breve para que saliera de su asombro, o tal vez no. Él sabía que yo podía acabar en esos antros.-No es su lugar. No merece estar aquí. Es amiga mía, la quiero fuera.-él suspiró pesado de inmediato.

-Sho irá para allá con Yoshi... el dueño es un cretino que nos debe dinero... y lo detesto...

-¿Armas?-interrogué.

-Sí... así que espera que lleguen... los aviso ahora.

Colgué y la abracé pegándola contra mí. Quería cuidarla, no deseaba verla dañada por idiotas que no sabía ni que era una mujer. Creo que en ese preciso instante me convertí en su fiel guardián, en alguien que únicamente quería tocarla con caricias y poder oír su tímida risa como si fuera imaginaciones mías.

-En una hora serás libre... ahora descansa y deja que te cuide.-más o menos podían tardar eso en organizarse, eran rápidos para ponerse en marcha.

No sabía qué tretas iban a usar esos dos, pero me suponía que no unas agradables. Sólo rezaba porque le jodieran, era un maldito hijo de puta. Yo mismo quería cruzármelo y romperle la cara, quedarme satisfecho de hacerle una nueva y que ni su propia madre pudiera reconocerlo.

Se aferró con fuerza a mí, temblaba de euforia. Podía notar su asombro y también su felicidad. Era una niña que expresaba sus sentimientos con todo su cuerpo, una mujer perfecta y preciosa que me hacía amarla sin reservas.

-¿Cómo pagaré? ¿Cómo?.-en ese momento guardó silencio.-Mi ropa... Mis cosas... Empacar.

-Eso déjaselo a esos dos tarados, cuando vengan que colaboren.-dije levantándome.-Por ahora vistámonos y tomemos lo esencial.-comenté antes de buscar mi camisa y mi corbata.-El pago ya te lo dije, un trabajo normal y nada más. No es tu sitio, el de las otras quizás... pero tú, no... aquí no puedes estar.

Me vestía intentando pensar qué hacer, primeramente que descansara en mi casa y luego le alquilaría algo para que fuera más autónoma... que lo hiciera con su primer sueldo. De secretaría estaría bien, necesitaba una ahora que me dedicaría más a mis negocios y podría controlar que nadie la molestara.

Cuando estaba totalmente vestido el nuevo actor del teatro de Kamijo, su nueva estrella mediática, abrió la puerta con aquel aspecto de pirata alcohólico. Nos miró fijamente y dejó que Sho, uno de los sobrinos de Kamijo, pudiera pasar.

-¡Es aquí!-gritó hacia el pasillo.

-¡Pero si se están vistiendo! ¡Te dije que llamaras!-lo agitaba como si fuera ligero como una pluma.-¡Idiota! ¡Mierda! ¡Debiste quedarte en el coche!-entonces se giró hacia nosotros y se quitó la mascarilla de cuero y chapas.-Si nos disculpan.-sonrió forzadamente.-Os esperaremos fuera.

-Espera Sho.-dije serio colocándome los gemelos.-Necesita que le den sus cosas... dile a Yoshi. No quiero que se queden con nada suyo.

-Trato hecho viejo Cheshire... vamos inútil.-tiró de Chris, el actor de malos modales, casi arrastrándolo por el suelo. Yo simplemente cerré la puerta y suspiré pesado.

-Ya has oído, en marcha.

Asintió tomando sus cosas revueltas en la cama, también a los pies de esta, para colocárselas con cierto encanto, ese encanto femenino que tan loco me volvía. Pude aproximarme a ella y hacérselo de nuevo, era demasiado tentador todo aquello.

Cuando se levantó cayó al suelo, sus piernas temblaban. A veces no me controlaba lo suficiente, hacía que ella se quedara extenuada, que no adolorida. Se marchó como pudo hacia la puerta, pero terminó siendo abofeteada como si fuera un resorte. Aquella estúpida estaba esperando verla aparecer en el pasillo.

-Aunque te marches, seguirás siendo una puta, eso no lo olvides.-esos aires se los bajaría, porque Beauty se quedó callada.

Tomé a Beauty entre mis brazos y fulminé a esa maldita desgraciada. No tenía otro nombre que el de hija de puta o zorra deleznable.

-Ella no es una puta, tú sí... hasta el día en el cual mueras.-entonces la miré fijamente.-Vuelve a tocarle un sólo pelo a Beauty y te juro que te arrepentirás toda tu pútrida vida... zorra.-cerré la puerta antes que pudiera replicar nada.

Senté a Beauty en la cama y miré la herida, sin pensarlo saqué mi pañuelo y limpié la sangre. Dejé el pañuelo sobre su mejilla y puse su mano contra él. Me comportaba como un padre, pero no lo veía de ese modo. Tal vez ella en parte sustituía esa protección que Miho no dejaba que sacara, y a la vez ese amor que quería ofrecer a alguien. Era tan vulnerable que me hacía tiritar deseándola.

-Esto lo curaremos mejor en mi casa, te quedarás conmigo hasta que consigamos un piso en alquiler para ti ¿estás de acuerdo?-pregunté acomodando sus cabellos, el bofetón incluso la había despeinado.-¿Cual es tu ropa? ¿está en este armario? Dime, lo iré metiendo yo en bolsas o como sea... aunque puedo comprarte ropa mejor que la que hay aquí, tengo un amigo que deja todo a precio de saldo.

Señaló mi armario mientras asentía. Estaba ida, parecía volver a su nebulosa de dolor. Terminó de ponerse la demás ropa, lo hizo de forma cuidadosa porque aún seguía cansada y también porque estaba preocupada.

-Quiero irme... Por favor.

-Bien, nos llevamos tus joyas y este peluche.-dije metiendo los pocos recuerdos en una bolsa.-Yo te compraré ropa ¿de acuerdo? los amigos se ayudan.

Sonó la puerta y a continuación entró Yoshiki vestido con esas ropas tan inusuales... Parecía una chica, salvo en su forma de caminar. Se aproximó a ella inspeccionándola, miró el arañazo y suspiró pesado.

-En mi coche hay para curas, tengo botiquín.-dijo para tomarla del rostro y sonreír.-Sí que eres bonita... y tienes una mirada preciosa. ¿Te ocupas de ella Atsushi?-preguntó y yo sólo asentí con un gesto de mi cabeza.-Voy fuera, en el coche me espera ya Chris... Sho os escoltará.

-Arigato.-dije aquello y él sonrió.

-No hace falta que des las gracias.-se arrojó a mis brazos realizando ruidos extraños.-¡Pero sabes darlas! ¡Eres un viejo agradable!

-¡Oye! ¡Mocoso! ¡Deja de molestarme!-grité apartándome de él.-Me vas a pegar tu colonia a la ropa.

-¿Insinuás que tengo mal gusto?-preguntó frunciendo el ceño y sacó el abanico para golpearme.-Os espero fuera.-antes de salir me sacó la lengua y yo simplemente suspiré pesado.

-Vamos, tenemos que ir con esos majaras.-comenté tomándola de la cintura.-¿Puedes caminar bien?-dije sonriendo al ver que la herida se curaba.

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt