Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

lunes, 19 de diciembre de 2011

Tenshi - Capitulo 4 - Luciérnaga nocturna de invierno - Parte II





Dedicado a la luciérnaga que habita en mis noches frías.



Frederick abrió la puerta contemplándome con cierto dolor en su corazón, pero por otro se sentía aliviado por las charlas taciturnas de días atrás. Parecía más firme que la noche anterior, pues noté que aún tenía dudas. Me invitó a entrar con un leve gesto, así como sonrisa, para comenzar la actuación que ambos llevaríamos a cabo. Subimos por la escalera, él delante y yo detrás. Mis pies hacían crujir cada peldaño y mis manos acariciaban lentamente la barandilla. La nieve seguía cayendo fuera, así como el nerviosismo dentro de su frágil cuerpo.

Quedé unos minutos en el pasillo que daba a sus habitaciones. Desde la primera noche no había regresado al piso superior, temía mis deseos de abrazarla y jurarle que no soñaba. Giré mi rostro hacia el enorme ventanal del pasillo, el cual daba al jardín, y mostraba como la nieve se iba adueñando de todo. Aquel manto blanco se acumulaba en el alfeizar de aquella ventana, así como en la copa de los altos árboles centenarios que nos rodeaban. Podía imaginarme a la Reina de las Nieves paseándose por allí, sonriendo dulcemente con cierta frialdad.

Los copos de nieve eran todos distintos, siempre lo asemejé a las personas. Pero, sin duda en ellos había belleza y en la mayoría de humanos sólo resplandecía la mediocridad. No había elegancia, no existía nada que pudiera encontrarse en un copo de nieve, salvo el frío que algunas personas transmitían. Frederick y ella me transmitían un contacto cálido, aunque sólo fuera pensando en sus vidas pequeñas e insignificantes para el resto.

La puerta de su habitación se había abierto, el pequeño crujido, de una grapa mal engrasada, y los pasos calmos e inseguros de Frederick, dieron buena cuenta de ello. Mis ojos se fundieron en el marco de la puerta, dejando que mi buen amigo entrar primero. Ella miró hacia la puerta, pues desde que se tumbó intentaba ver la nieve caer como yo había hecho.

-Aquí está mi amigo.-dijo en tono sosegado y masculino, dejando su frialdad en el último peldaño de la escalera. Con ella siempre fue delicado, a pesar de los sentimientos que le hacía sentir.

Entré en la habitación y escuché de inmediato su corazón bombear con violencia, sobresaltada se sentó en la cama contemplándome. Sus ojos escudriñaron cada trozo de mi rostro y cuerpo, mi apariencia la había visto en lo que ella creía sueños, fantásticas visiones de otros mundos, y que no debían existir en la realidad. Vi como sus manos se aferraron a las sábanas de la cama, pegándolas contra sus caderas. Sus piernas temblaron, de haber estado de pie hubiera caído desplomada.

-Su nombre es Tenshi.-susurró desconcertando aún más a su frágil mente.-No temas, no es como todos los doctores.

-Tiene una sobrina peculiar.-dije con un leve murmullo.-Su rostro me es familiar, pero supongo que pudimos habernos visto en otra vida o en sueños.-sonreí de forma ingenua y estúpida, pero mis palabras eran calculadas al milímetro.-Pequeña, tranquila.-dije acercándome a su cama con cautela.-Sólo revisaré tu salud.

Pude percibir cada pensamiento y sentimiento que brotaba de ella, parecía germinar un bosque denso de preocupaciones y delirios. Se aferró más a las sábanas, pero en segundos terminó aferrada a mi. Me abrazó sin miedo, con una necesidad parecida a la de aquella primera noche. Sus ojos eran mundos que no comprendía, no podía leer en ellos con claridad. Todo estaba tan desorganizado en su pasado que quedaba un velo de dolor, miseria y desesperanza en sus pupilas.

Su delicado cuerpo se veía de cristal, como las zapatillas de aquella princesa. Parecía romperse a trozos en mí, deshaciéndose cual azucarillo en medio de un café hirviendo. Su frente estaba caliente, más de lo habitual, y sus mejillas eran dos manzanas maduras. El aroma de su perfume me embriagaba, igual que el de su gel corporal. Toda ella se veía tentadora, entregada como un ángel al sacrificio de un demonio convertido en deidad.

Frederick se esfumó como el humo, desapareció de aquella habitación decorada para ella con mariposas de colores en la pared. Sabía que él la veía como una hija, su propia hija se entregaba al hombre que él amaba. Me veía como un amor inalcanzable, pero yo podía tocar el mío y tal vez ser feliz algunos años en mi triste mundo sanguinolento.

-Eres real, eres real.-repetía una y otra vez, mientras mis manos acariciaban sus cabellos como único consuelo.-Eres real, Tenshi.-murmuró.-Abrázame hasta que me duerma, abrázame.

-Soy real.-susurré llevando una de mis manos a mi chaqueta, sacando de esta un pequeño tubo de mi sangre mezclada con licores.-Yo te voy a sanar.-dije recostándola para ofrecerle la ampolla.-Bebe, bebe pequeña.

Me miró confusa aceptando aquel pequeño sorbo, su temperatura bajó de inmediato y sus mejillas sólo quedaron sonrojadas por mi mirada. La observaba como si fuera un ángel, el ángel que me envió un Dios para ofrecerme la paz que no hallaba en la sangre. Mis dedos acariciaban sus cabellos, revolviéndolos y después acomodándolos. El silencio hablaba por nosotros, como si fuéramos viejos amantes que con una mirada nos decíamos todo.

-Tú eres Tenshi, eres el ángel que vi de pequeña y has vuelto a venir a mí para cuidarme.-murmuró tomando una de mis manos, llevándola a su corazón para que notara su pulso frenético. Cada bombeo de este me provocaba deseos de beber de ella hasta la última gota, para luego ofrecerle el cobijo de mis brazos y una nueva vida. Comprendí entonces que mis deseos no eran otros que convertirla en mi compañera, una compañera eterna.-¿Lo notas? ¿Puedes notarlo? Aceleras mi corazón, sólo por saber que eres real y que me quieres. Porque eso siento en tus ojos, aunque sean extraños, lo siento tan dentro que quema.

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt