Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

miércoles, 6 de marzo de 2013

Lo imposible - Parte 8 - II


Parte 8 - II
Je t'aime

Su sonrisa parecía deslumbrar en aquella suave penumbra que era nuestro dormitorio. Sus ojos eran los de un amante entregado que al final despertaba de un terrible sueño. Sus manos se enredaron con las mías y sentí que al fin lo hacía feliz. Mi madre siempre me insistía en ser feliz desde el momento en el cual salí de Auvernia y comenzó de esa forma mi aventura eterna.

-Mon cher, hemos pasado por un momento terrible, pero no tienes que verte obligado a que nos casemos- hizo un inciso para abrazarme hundiendo su rostro en mi pecho-. Estar contigo me basta. No necesitamos de papeles ni ceremonias -se separó un poco y tomó mi mano colocándola a la altura de su corazón-. Para mí estamos casados desde aquí.

-Louis, es tu capricho y deseo hacerte ese regalo ¿ahora eres tú quien no quieres? Además, tú lo has dicho y lo he entendido... es un papel que puedo incluso usar en tu contra- comenté con una leve sonrisa abrazándolo contra mí.

-¿Me estás amenazando? -arqueó sus cejas en sorpresa- ¿Cómo piensas usarlo en mi contra? -frunció el ceño y me mordió la mejilla más próxima a su lado.

-No sé, para espantar a todo el que me plazca... seguro que como matamoscas es idóneo- dije con una sonrisa burlona antes de besar su frente, lo que hizo que cerrara sus ojos.-. A parte, quiero verte feliz.

Rió a carcajadas negando mientras me daba suaves golpes con la palma de su mano contra mi pecho. Me sentí confuso porque no entendí cual era el chiste.

-¡Pero si nadie se me acerca porque te tienen miedo!-se acomodó a mi lado-. Très bien, que sea cuando tú quieras que sea- susurró-. Yo no pongo la fecha, no quiero presionar y no quiero que sólo sea mi capricho ¿bien? -entonces besó fugazmente mis labios.

-Oui, podría ser para cuando el niño ya ande... ya sabes, que lleve los anillos al altar-me sentía cómodo en ese momento, la presión de una boda era inferior a ver a Louis derrumbado, sin pasión alguna en su mirada, con el alma rota en mil pedazos y sin amor para mí.

-Magnifique... -volvió a rodearme con sus brazos y apoyó su cabeza en mi hombro disfrutando del aroma de mi perfume. También lo hacía del calor que le brindaba el estar así entre mis brazos, pues no sólo me había detenido en comprar mis ropas, las joyas y algún complemento. En mi recorrido había hecho varias paradas para entrar en calor-. Mon cher... -acercó mi labios a su oído y le susurró en secreto-. Je t'aime, tu es ma vie.

-Oui- susurré mirando hacia las molduras del techo, mientras coqueteaba con mis dedos entre los lacios cabellos oscuros y lacios de mi dulce amante-. Louis, ¿crees que Quinn me perdone?- mi pregunta le hizo suspirar y yo simplemente temí su respuesta.

-No lo sé. Yo le vi muy destrozado, pero si tienes que hablar con él porque lo has traicionado- me acariciaba el pecho por encima de mi camisa como si fuese la cosa más interesante.

-Cuando acabé rechazándola a mi lado juró venganza- susurré tomándolo del mentón para que le mirara-. Mi mayor temor es primero tu seguridad y después, por supuesto, que él me perdone.

No la rechacé, simplemente pedí que se alejara para regresar con él. Por mucho que jurara amor a otros, u otras, terminaba enredado en los brazos de Louis. Necesitaba su compañía y aunque me maldecía mil veces por ello, del mismo modo que me crucificaba a mí mismo con palabras crueles, caía rendido a un cursi reencuentro deseando que no empezase con sus celos.

-Oui, recuerdo claramente cómo me amenazó aquella noche, no sé que planee hacer pero tampoco quiero que te haga daño -le mira preocupado- No me agrada esa mujer, temo que sea capaz de acusarme de algo y le creas... siempre crees a otros...

-¿Vino aquí?-pregunté frunciendo el ceño mientras tomaba su rostro-. Louis ¿qué te dijo? ¿Qué dijo esa maldita bruja?-comenzaba a molestarme el sólo hecho que ella se presentara ante él.

La primera respuesta que tuve de Louis fue un leve estremecimiento y un desvío de su mirada. Con eso ya había dicho todo, me había aclarado el motivo por el cual parecía sumido en delirios que únicamente podría tener un mortal debido a fiebres altas.

-Oui, estuvo aquí... dijo que tenía la forma perfecta de acabar con nuestra relación- inmediatamente volvió su vista a mí-. ¡Pero sea lo que sea yo te juro que no he hecho nada malo! -colocó ambas manos sobre mi pecho y miró con angustia al borde de las lágrimas-. Lo juro, soy incapaz de irme a los brazos de otro.

Conocía las estrategias de Mona, aunque no las tenía muy claras. No sabía porque ese empeño conmigo, pero suponía que podía ser un reto para quedar pareja con Rowan. Siempre deseó superarla ante todos, muy a pesar que sabía que ambas se respetaban y querían a su modo.

-Louis, te creo- murmuré acariciando sus cabellos intentando sosegar sus nervios-. Louis, deja de llorar, por favor- besé su frente acomodándolo en la cama, para desnudar su torso al abrir su camisa.

-Oui, oui -aceptó tratando de controlar sus espasmos y jadeó un poco en cuanto sintió mis dedos desabotonando la camisa.

-Iremos a tomar un baño, quizás algo de sexo de conciliación y conversaremos con algunos invitados en el salón... d'acord?

-Lo que quieras, pero mantente conmigo ¿oui?-susurró mirándome con cierta ternura-. No estaré tranquilo hasta que esa bruja nos deje en paz... -me abrazó esperando despertar en mí la misma ternura, ya que mi amor siempre era brusco y picante pero para nada romántico-. Te necesito mon amour, todas estas noches sin ti han sido un infierno- acarició mi espalda y besó mi oreja con necesidad.

Jadeé cerrando mis ojos violetas mientras sentía las caricias de Louis. Mis dedos eran rápidos y pronto desabrocharon del todo la camisa, la cual cayó a un lado en la cama. Lamí sus pezones mientras deslizaba mis dedos por sus costados, vientre y caderas maldiciéndome en francés por haber dejado que Mona atacara de esa forma. Se lo pagaría caro a esa maldita niña.

Leves suspiros y jadeos escaparon de sus labios provocando que se los moridera y luego gimiera. Mis caricias que su amante le proporcionaba eran toda una delicia, su cuerpo volvía a temblar pero esta vez era por ser presa del placer.

-Mon cour... -murmuró con voz ronca y ahogada-. Aquí no... -a pesar de haber dicho eso no me detuvo ni un momento-. Quiero que lo hagamos en el baño, en la tina, en la regadera o donde quieras...

Llevé mi mano izquierda a los labios de Louis y con dos dedos sellé su boca para que dejara de hablar. Deslicé su mano derecha por su torso hasta llegar el cinto y desabrocharlo, para meter ésta dentro de su ropa interior-. Louis, mon amour... -besé su pecho y mordí su pezón izquierdo para empezar a succionarlo.

Gimió echando la cabeza hacia atrás y levantó su pecho mientras se estremecía. Cedía a mis deseos. Podía ver en él que se desprendía del dolor con el cual había sido envuelto.

-¡Lestat!-soltó mi nombre en un sensual gemido e instintivamente abró sus piernas. Aún tenía los pantalones puestos y no le importaba ofrecerse. Sus manos se aferraron a mis hombros y apretaron clavando mis uñas, pero sin romper la ropa tan cara que llevaba puesta.

-Mon amour- mascullé muy próximo a su pezón dejando caricias suaves sobre su miembro.

Estaba algo endurecido y parecía que se había vuelto más sensible tras algunos días lejos de mis manos. Pasé la punta de mi lengua por su vientre, dejando así un camino hasta el borde del pantalón. Saqué mi mano y dejé algunas lamidas cerca del elástico de la ropa interior. Entonces, con ambas manos, tiré del pantalón y lo llevé a sus tobillos. Con cuidado, aunque con cierta prisa, quité sus zapatos y calcetines.

Estaba desesperado por tenerlo a mi merced y entonces besé sus rodillas, sus muslos y sus ingles mientras me deshacía de toda prenda que Louis llevaba puesta. Eché una vista a su miembro y noté que estaba deseando ser atendido, cosa que me hizo sonreír mientras colocaba mi dedo índice de la mano derecha sobre su glande.

-Louis, deja que te recompense- mi voz estaba tomada por el deseo mientras miraba aquel trozo de carne algo erecto.

Me lamí los labios y aproximé su boca a su miembro. Pronto estaba besando sus testículos, la base y el glande. Con destreza pasó mi lengua y la enrosqué tras abrir mi boca y comenzar a chupar con los ojos cerrados y las manos colocadas a ambos lados de sus costados.

-Dieu... mon amour... -tan pronto como su miembro comenzó a ser atendido fue perdiendo el control de sí mismo.

Los dedos de sus pies se movían inquietos, como siempre que le hacía algo como aquello, y se tensaban mientras sus manos buscaban desesperadas aferrarse a algo. Sus dedos encontraron su lugar en mis cabellos dorados.

-Mon amour... -jadeó excitado y movió su cadera lentamente como si me penetrara-. ¡Ah!-gritó tirando de varios mechones de mi melena.

Sabía que aquello no era lo acostumbrado, así que Louis parecía desquiciarse como siempre que ocurría. Movía suavemente sus caderas penetrando suavemente mis labios, provocando que su dureza acariciara mi paladar y dientes que intentaban no rozarle. Relajé mi mandíbula y tragaba todo hasta llegar a la base. Notaba las venas estrangulando aquel delicioso falo que parecía que únicamente yo podía atender de esa forma, ya que así mismo me dijo una vez. Por mucho que hubiese sentido las chupadas de las prostitutas a las que alguna que otra vez acudió, casi sin éxito en su búsqueda de placer, no había notado el cielo bajo su cuerpo tras unos simples y miserables besos por parte mía en su entrepierna.

Sentía como mi nariz rozaba el escaso vello oscuro que poseía Louis, mi lengua se deslizó enroscándose por el miembro apretando cada milímetro hasta casi estrangularlo, del mismo modo que sus propias venas, y mis labios apretaron con gula mientras le miraba a los ojos. Suavemente fui relajando la presión de mi lengua y labios, para ir sacándolo totalmente de mis fauces. Me lamí los labios deleitándome con el sabor de Louis. Sonreí con descaro hundiendo de nuevo mi rostro entre sus piernas, para morder sus testículos, su vientre y deslizarme hacia arriba mordiendo ambos pezones.

-Haré que te corras en mi boca Louis y luego compartiré contigo tu amor... vas a ver Louis, vas a sentir que tocas el cielo- murmuré cerca de su boca sin besarlo, haciéndose desear, antes de bajar a gran velocidad hasta sus partes y succionar aceleradamente como si al fin Louis pudiera saber que sentía él cuando lo penetraba con violencia. En ocasiones tuve ciertas náuseas, pero las contenía mientras arañaba sus muslos, costados, vientre y parte de sus nalgas.

Su pecho subía y bajaba de forma desenfrenada mientras su cuerpo se retorcía y sus manos se aferraban a las sábanas arañándolas con sus uñas. Los cabellos de Louis estaban pegándose en su frente, pues ya estaba surcado de pequeñas gotas de sudor sanguinolento. Sus ojos tenían un tono lima muy amenazador, el cual sólo sacaba cuando se encendía.

-Mon amour... -gruñó presa de las fuertes oleadas de placer y excitación que sacudían su cuerpo, estaba a punto de eyacular- Lestat... -susurró- Mon amour... -clavó su mirada esmeralda con toques fluorescentes, como si fuesen ojos radiactivos, en mis amatistas y lo que vio terminó por enloquecerlo y hacerlo llegar, llenando mi boca con su esencia.

Succioné todo mientras le miraba con deseo y cuando lo tuve en mi boca, sintiendo ese calor intenso de ese pastoso líquido blanquecino, me incorporé deslizándose sobre su figura temblorosa y le besé ofreciéndole su propio semen mientras enroscaba mi lengua con la suya. Me aparté con un leve hilo blanco que quedó colgado entre ambos, el cual se cortó manchando la boca de Louis. No lo pensé siquiera dos veces, y deslicé la punta de mi lengua la comisura de su boca, mientras me inclinaba de su nuevo.

-Hoy tengo grandes planes para ti-dije mientras él parecía derrotado y perturbado por mis acciones.

Me aparté del todo para desnudarme con parsimonia, aunque la camisa había quedado sucia por la sangre. Con cuidado saqué mis gemelos, chaleco, corbata y camisa. Dejé a un lado el cinturón y me saqué los zapatos, del mismo modo que los calcetines, para ir a buscar descalzo en uno de los cajones de la cómoda un juguete que había comprado semanas atrás, el cual aún no había usado con él. Aquellas cosas eran poco habituales, pues soy un hombre de viejas costumbres aunque siempre se podía innovar.

El juguete era de color negro y poseía un mecanismo que lo hacía vibrar. Podría decirse que era pequeño en comparación con mi miembro, aunque el ritmo que poseía era seguramente delicioso para él. Así que me acerqué y sin mediar mucho, no más de unas miradas, le introduje en su estrecha entrada aquel juguetito. Abrí bien sus piernas para verlo enterrado antes de prenderlo, pues quería deleitarme.

-Vamos Louis, tenemos que darte un baño- cerré sus piernas y coloqué mi mano derecha en su nuca, para incorporarlo de la cama.

Hice que caminara entre jadeos y temblores hasta la bañera. Yo no iba a llevarlo en brazos, pues deseaba que sintiera un placer tortuoso. Aprendería así a no renegar, a quererme más que a nada en ese mundo, y sobre todo que siempre podía tener en la manga un truco nuevo.

-¿Por qué no me das cierto placer mientras se llena?-interrogué abriendo los grifos de la bañera para que se llenara.

Me coloqué frente a él abriendo lentamente el botón de mi pantalón, bajé el cierre y tomé su la diestra para que sintiera bajo sus dedos la dureza de mi miembro. Sonreí aún más canalla mientras colocaba mis manos en sus hombros, lo hundía hacia abajo y provocaba que se arrodillase.

-¿Lo quieres?-susurré bajando los pantalones hasta mis tobillos, para luego hacer lo propio con mi boxer. Él estaba allí jadeando pidiendo aire, algo de cordura para su mente y sobre todo quería saber hilar alguna palabra que demostraba que no se encontraba ausente. Reí agarrándolo de la nuca y pasé mi glande por sus mejillas. Eran caricias sutiles que lo encendían-. Louis, ¿aún te queda inocencia? si es así pienso arrebatarla ésta noche... ésta vez haré que llores y supliques porque no pare. Ésta vez querrás incluso que te lo haga frente a todos para que sepan que tú eres quien más goza entre mis brazos.... Ésta vez vas a probar más de una vez mi semen en tus labios, esos labios que tanto me gustan...-me aparté de él dejándole con las ganas mientras sacaba de los bolsillos de mi pantalón un lápiz labial que había robado de una de las víctimas de mi noche, supuse que podría usarlo con él en alguno de mis locos juegos. Con cuidado le pinté los labios y coloqué la punta de mi miembro sobre éstos. -Hazlo con gula Louis, esa gula que tanto me gusta... se algo mejor que una puta – susurré dejando el labial sobre el mueble del lavabo.

Noté como apretó el objeto en sus entrañas mientras que sus mejillas tenían un tono rosa pálido, sus labios rojos gracias al carmín, y sus manos acariciaban la alfombra del baño. Era mi puta, la única que quería. Mona podía ser una zorra, pero la única puta que tenía era él.

- Oui... -con manos temblorosas tomó mi miembro y humedeció el glande con pequeñas lamidas, para luego volverlas largas recorriendo toda su extensión. Sus ojos se mantenían cerrados disfrutando de las vibraciones en sus entrañas. Soltó el miembro sólo porque necesitaba dejar escapar un leve gemido al notarme completamente erecto. Si bien, me compensó engullendo de una sola vez, envolviéndolo con su lengua moviéndola de forma serpenteante. Gemí hondamente echando la cabeza hacia atrás cuando noté que finalmente engullía mi miembro. Y por supuesto jadeé moviendo las caderas colocando mi meno derecha sobre su cabeza. Metió y sacó el miembro en repetidas ocasiones y, en la última sacada, lo tomó por la base a la altura de mi pelvis, sacó su lengua lo más posible y golpeo ésta con el pene.

-¿Así? -preguntó con una mirada de inocencia frotando su mejilla cariñosamente contra mis partes, para luego repartir besos y volver a engullirla dando fuertes chupadas y una que otra mordida. Tenía el labial corrido de sus labios y lo había restregado prácticamente por la base. Noté que algunos de mis vellos estaban manchados y reí de forma morbosa.

-Así, pero mejor quiero ver como gritas en el agua- lo aparté, pero no saqué su vibrador y tan sólo lo levanté. Con cuidado lo ayudé a meterse en la bañera.-¿Sabes? Tengo otro juguete que quizás use luego sólo para satisfacerme de forma morbosa- reí bajo dejándolo a cuatro en la bañera mientras lo acompañaba al fin.-¿Sabes? No voy a sacar a nuestro amigo... no sería justo ¿no crees?-pregunté inclinándome sobre él mientras le penetraba sin aviso alguno- ¿Lo notas? Jamás te he abierto tanto ¿verdad? Nunca te he dado una doble penetración y creo que ya va siendo hora- besé sus hombros y la cruz de su espalda mientras me movía suavemente.

Él no hablaba porque no podía. Los jadeos y gemidos eran cada vez más altos, sus ojos estaban empañados por la lujuria y el placer. Si bien, cuando logró hilar pensamientos claros, o más bien cuando el dolor y el placer lo inundaron todo, gritó mi nombre y empezó a empujar sus caderas contra mi pelvis.

-Duro... muévete... ¡ah!-logró exclamar como puta en celo pidiendo más.

Con rapidez conecté el vibrador en el ritmo más alto y del mismo modo nicié una penetración fuerte. Mis manos acariciaban sus hombros, sus caderas, su vientre y pronto me anclé en sus nalgas que apreté con deseo mientras fruncía mi ceño y empeñado en hacerle disfrutar. Necesitaba que llorara aún más, que rogara por ser deseado, así que salí de él y me senté en la bañera jugueteando con el agua que aún se agitaba.

-Ven, quiero ver como te mueves sobre mí. Vamos... vamos Louis- estiré mis brazos y lo agarré con una de mis manos su muñeca derecha. Pronto tiré contra él.-Pero antes... espera.

-Lestat, por favor...-jadeó con lágrimas empapando sus mejillas mientras se arrodillaba frente a mí. Necesitaba sentirme y vaya que sí lo necesitaba. Con cuidado de no dejar escapar su goloso juguete, el cual parecía ofrecerle algo de consuelo, buscó como encontrar la punta de mi miembro y de una sola sentada se penetró. En ese momento eché la cabeza hacia atrás y deseé que se esperase de una vez.

-Te he dicho que esperes furcia- dije mostrando mis colmillos de forma agresiva, aunque no pensaba dañarlo-. Obedece cuando te mando, no me hagas ser violento Louis porque puedo golpearte mientras te penetro. O te portas o no habrá placer únicamente.

Busqué con mis ojos el labial y estiré mi brazo, llegando a duras penas con la punta de mis dedos, hasta éste. Sonreí con él en mis dedos porque quería volver a pintarle los labios. Si bien, no fue lo único que pinté, ya que también pinté su torso pero éste tenía escrito la palabra "Bitch". Lo hice mientras reía lamiendo sus pezones, pero fue el derecho el cual terminé por morder con saña hasta hacerlo sangrar y succionar algo de sangre. Sus ojos se vieron enormes y abrió su boca; de la comisura de sus labios chorreó un hilo de saliva en el momento exacto en el mordí su pezón.

-Ahora sí, mueve esas caderas sobre mí. Quiero ver como te penetras y abres tu boca de furcia- cerré el labial echándolo a un lado de la habitación y me agarré a la bañera. No pensaba tocarlo, dejaría que él se moviera como quisiera.

Se sostuvo entonces con fuerza de sus hombros y comenzó a cabalgar de forma rápida, y algo brusca, con fuertes gemidos escapaban de su boca y desgarraban su garganta. Si bien, pese a las humillaciones nada lo detenía, al contrario apretaba con todas sus fuerzas su ano y se movía de tal forma que cupiera todo.

Sentía como se enterraba por completo. Era como una enorme daga que se enterraba mil veces en el pecho de un enemigo, pero sin duda una daga deliciosa para mi amante. Él se estaba comportando de forma desesperada porque no deseaba dejar de sentir, así que sin duda alguna disfrutaba como buena golfa. Estiré la derecha hacia su rostro acariciando el hilo de saliva y lo llevé a su boca con una leve sonrisa.

Recuerdo que gruñía y jadeaba viendo como él se contorsionaba, incluso dejé escapar algún gemido. Louis mostraba como podía hacerme gozar y sin duda no lo detenía.

-Vamos Louis, quiero verte gritar más alto – agarré su pelo largo y moreno entre mis dedos, para tirar de ellos y provocar que su cabeza se inclinara hacia delante. Mis ojos violetas miraban con deseo los suyos de tonos verdes muy intensos. Ofrecía con mi mirada palabras mudas, las cuales podían ser más soeces que las que podía dedicarle mi lengua.

-Dime ¿quién es tu único dueño? ¿Quién es tu único amor? Quiero oírte recitar mi nombre como letanía, lo quiero oír Louis... -solté su pelo y volví a quedar apoyado en el borde de la bañera. S

Fue ahí, o eso creo, que pudo darse cuenta que no solo él lo estaba disfrutando, la sonrisa en mis labios y aquella mirada tan dominante, y penetrante, le dijeron todo. Reunió toda la coherencia posible para poder responder a mis preguntas.

-Tú... lo eres... tú... ¡Tú Lestat! ¡Lestat! ¡Tú! -proclamó en un potente grito que poco le importó si lo escuchaban todos en la mansión e incluso fuera de ésta.

En esos momentos era la sucia perra que se arrastraba buscando mis atenciones, y lo demás nada importaba, pero al gritar aquello su miembro expulsó con potencia un gran chorro de semen que chocó contra mi vientre. Louis tembló sobre mí mientras sus fluidos se desvanecían con el agua caliente. Acto seguido se desplomó sobre mi pecho jadeando descontrolado.

Eyaculé cuando él lo hizo. Mis manos se quedaron clavadas en el borde de la bañera, que prácticamente quebré. Mis ojos se cerraron disfrutando la última imagen que habían captado, pero cuando los volví a abrir lo vi completamente cansado sobre mí sólo pude reír.

-No hemos terminado Louis- el vibrador seguía moviéndose en su interior y con cuidado lo saqué del mismo modo que mi miembro.-No amor, no ha pasado aún lo mejor- tenía su rostro agarrado con mis manos y lentamente lo alejé para salir de la bañera.

El cuerpo de Louis quedó recostado sobre la alfombra que teníamos en el baño, la cual estaba empapada y su color rojo parecía más intenso debido la humedad del agua. Sus ojos estaban cerrados y su cabello revuelto. Podía notar que su cuerpo aún tenía espasmos por el placer que había sentido, pues todavía no se había relajado.

-Espera aquí- ordené echando mis cabellos hacia atrás-. Ni pienses que puedes huir, puta.

Ya le había amenazado antes con el segundo juguete, el cual fue un obsequio de la chica de la tienda. Cuando compré aquel pequeño vibrador la muchacha parecía muy deseosa de conocerme sin ropa, sin palabras educadas y con unas miradas más intensas. Me propuso ser mi guía por aquel mundo que visitaba tan poco, caminó frente a mí como una leona intentando cazar una presa y tomó un juguete nuevo entre sus manos.

El juguete era un pene, el cual se podía colocar uno idéntico al del comprador si se usaban unos moldes, que tenía en su borde, junto a los testículos, un chupón. Éste chupón se podía poner en el suelo, pared o mampara de baño. Simplemente era para penetrarse uno mismo sintiendo al amante, aunque podía ser para disfrutar de juegos de cama para un matrimonio para nada convencional.

Sus palabras me sonaron a gloria. Ella me ayudaría a endurecer mi miembro, hundirlo en el molde y por último recogerme entre sus piernas, a cambio de ese juguete gratuito regalo para Louis. No me negué a lo que me ofrecía, pero sin duda temía que Louis se percatara, o se enterara, como se hacían... por eso no se lo había dado.

Además del juguete tomé la cámara de vídeo. Quinn me había dado nociones de como se usaba, él decía que era un invento fantástico y que podía hacer mil cosas con aquello. Incluso me insistía que me llevara la cámara a mis aventuras, las grabara y difundiera. Si bien, cuando la tuve entre mis manos pensé en las cosas que podía grabar de Louis desde sus sonrojos hasta sus gemidos más lascivos.

Si bien, esa noche me pareció la indicada y al llegar donde lo guardaba, en la cómoda junto con la bolsa del anterior, corrí prácticamente hasta el aseo y coloqué la ventosa en el suelo, muy cerca de una de las paredes, y tiré de Louis para llevarlo hasta donde se encontraba su nueva tortura.

Levanté su cara por su mentón y mordí sus labios para lamer la sangre que le provoqué. Sus ojos mostraban a un hombre agotado, pero podía hacer que diera de sí un poco más.

-Quiero ver como sientes éste juego- dije acercándolo al miembro antes de ayudarle a penetrarse-. ¿Lo sientes? Es igual al mío. ¿Ves? Lo mejor de lo mejor para mi única puta- susurré apartando mi mano para conectar la cámara-. Muero por grabarte, ¿lo sabías? No, creo que no te había dicho nada aún- comenté frunciendo el ceño mientras enfocaba hacia él y me cortaba el miembro con una de mis uñas. Estaba flácido pero chorreaba algo que a él le haría reaccionar.

-Ven, hoy te alimentaré.

-Mon amour... -me miró suplicante- sólo un pequeño descanso... sil vous plait... -sus parpados lucían caídos y apenas podía sostenerse.

-No Louis, no hay descanso- dije serio tomándolo del rostro. Con cuidado había dejado la cámara en el suelo, para ayudarle a meterse el miembro ensangrentado en la boca-. Ya descansarás luego, así que haz el último esfuerzo- tomé la cámara otra vez y filmé los suculentos labios de Louis entorno a mi glande-. Te estoy dando sangre ¿no te gusta? Es algo que me contó Quinn... si a él le gustó ¿por qué no a ti?
Sus ojos se abrieron al sentir el sabor de la sangre entrando por su boca. Tenía una herida que se cerraba con rapidez y provocaba que el pene tuviese un sabor único. Atrapó la mitad de mi sexo con sus labios aún manchados de carmín, aunque el de su pecho se había esfumado, y limpió el alrededor de éste con su lengua. Pronto sentí como presionaba su paladar y empezaba a lenguetear. Se sacó la punta, le dio un beso y alzó la mirada hacia mí.

-Je t'aime... -sus labios embarrados esbozaron una sonrisa y volcó toda su atención para verlo erecto. Envolvió la base con su mano derecha y me masturbó con rapidez que pronto salió líquido preseminal.

Cuando me quise dar cuenta tenía un hilo de saliva sobre la punta y lo lamió lascivo. Sus caderas se movían sutilmente sobre el juguete en forma de círculos. Escupió contra mi miembro y lo volvió a lamer mientras emitía sonidos que demostraban que gozaba como cualquier perra.

-Oh Lestat... mon amour, desgárrame por favor... enseña a esta perra tuya quien es su amo, fóllame duro rómpeme... tu puta lo desea...-no dejaba de masturbarme y su boca emitía sonidos siseantes-. Fóllame mon cher...

Eché su cabeza hacia atrás manteniendo la cámara encendida mientras le gravaba. Cerré los ojos y dejé que mis caderas se movieran con rabia contra Louis. Quería sentir de nuevo su lengua antes de vestirme y bajar a tocar el piano, como había deseado, pero en compañía de Louis que posiblemente caería desplomado por el cansancio.

-Vamos Louis, se mi puta... mi única puta.

Abrió todo lo posible su boca dejando entrar el pene hasta que la punta golpeara su campanilla, sintió varias arcadas pero aún así las soportó y permitió que impusiera el ritmo, mientras tanto su lengua serpenteaba alrededor. Llevó una se sus manos a su entrada y se acarició rozando el juguete. Reconozco que comencé a darle unas estocadas muy violentas y que cuando noté que él eyaculaba de nuevo, aunque escasa cantidad, hice lo mismo en su boca porque quería tener bien marcada en mi memoria, y en lo que podía ser una nueva colección de vídeos.

Cuando me aparté ésta vez lo llevé a la ducha limpiando con cuidado su cuerpo. Estaba desfallecido, aunque feliz. No paraba de murmurar que me daba todo lo que quería, que no me fuese con Mona de nuevo y que si yo quería, sólo si yo quería, me dejaría hacerle cosas así cada vez que me apeteciese.

Al llevarlo a la cama, tirándolo allí con cierta despreocupación, vi como miraba el anillo y eso provocó que me recostara a él abrazándolo. Me olvidé por completo de ir a tocar el piano, pues era sólo un capricho que se desvanecía cuando pensaba en su cuerpo desnudo, agotado, y lleno de placer por mi culpa.

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Lestat de Lioncourt