Parte 4
Frío
Cuando liberé a Louis me quedé
observándolo fascinado. Era mío aunque se negara, no podía dejar
de disfrutar de ese momento tan preciado. Si bien, cuando se vio
libre, reunió todas las fuerzas junto al odio posible en su puño y
me propinó tal golpe que me rompió la nariz y parte de mi boca.
-Disfruta eso maldito hijo de puta -sus
ojos irradiaban total desprecio mientras me empujaba lejos de él.
Rápidamente se apresuró a ponerse algo de ropa, pero no la
suficiente -. ¡Púdrete en el infierno imbécil! -salió de ahí
convertido casi en el mismísimo demonio, pateando y rompiendo todo
lo que había a su paso.
Quedé sentado en el piso tras caer de
la cama por el impacto. Mi nariz se reconstruyó junto a mi labio
superior, pero no así mi ego. Corrí tras mi amante deteniéndolo
antes que acabara con las valiosas esculturas que había aportado
Marius, caros jarrones que había adquirido hacía algunos años y
los cuadros que tanto apreciaba. -¡Louis! ¡No puedes estar hablando
en serio!-grité agarrándolo por los brazos mientras le miraba con
los ojos cubiertos de lágrimas. No sólo mi orgullo se había roto,
también mi estúpida esperanza. Ya nada sería igual, eso presentía
y eso estaba viendo. Louis no reaccionaba como esperaba y eso me
asustaba -. No puedes dejarme porque yo te quiero, Louis...
-Te dejo con tu puta -señaló a Mona
llorando en el centro del hall, a penas se había movido unos
metros-. Sé que ella y Rowan sabrán consolarte y darte mejores
cosas que yo. Me llevo a Byron y cuando nazca el bebé también me lo
llevo -se limpió con rudeza las lágrimas que aún corrían por sus
mejillas- Mataste todo de mí...
Mona continuaba llorando inconsolable
cubriendo su rostro con ambas manos, ocultándose entre su mata de
cabellos pelirrojos. Si ella lloraba era su problema, no el mío.
Louis se estaba marchando y nada me importaba más que impedirle que
se fuera.
-Mientes Louis... ¡estás
mintiendo!-grité antes de tomarlo del rostro para que me mirara.
Sabía que no podía mentirme mirándome a los ojos, pues siempre
fueron su perdición igual que mis mentiras-. ¡Louis! ¡No me puedes
dejar! ¡No puedes vivir sin mí!... No me puedes quitar ese hijo y
tampoco me puedes quitar tu cariño -miré a Mona llorando en un
rápido vistazo y luego lo miré a él-. Ella jamás tomará tu
lugar, pues es imposible... además le pertenece a Quinn
-Debieron pensarlo dos veces... -se
soltó de mi agarre y bajó precipitadamente las escaleras de la
vivienda, para luego salir por la puerta dando un horrible portazo.
-Louis... -caí de rodillas con las
manos apoyadas sobre el inicio de la escalera. Estaba atónito ante
lo que había ocurrido. No podía creer que se hubiese salido todo de
control-. Maldito idiota... realmente estaba dispuesto a casarme con
él si olvidaba todo...
-Jefe... -se acercó a mí llorando
mientras subía lentamente por las escaleras. Estaba mostrando una
fragilidad nunca antes vista en ella y sin poder articular palabra
alguna, pese al dolor, rompió a llorar- Quinn se fue... -fue lo
único que pudo decir rompiendo una vez más en llanto.
Louis sin embargo andaba en círculos
por el jardín, solo llevaba el pantalón y unos zapatos que no eran
lo mejor para andar en medio de una nevada. Apenas había cruzado la
verja cuando cayó de rodillas osbre la gruesa capa de nieve que
cubría el piso, había tropezado y aún se encontraba casi desnudo.
Si bien, poco le importó. Era más el dolor de su pecho y corazón
que el frío que cubría su cuerpo. Lleno de ira golpeó la nieve
repetidas veces hasta abrirse los nudillos manchando de ojo la pulcra
capa nevada que yacía frente a él. En ese momento volvió a gritar
y yo lo escuché.
-¡Te odio!
-¡Al diablo Quinn!-exclamó furioso
mientras dejaba que su rostro se cubriera de lágrimas-. ¡He perdido
a Louis por tu culpa! ¡Y me da igual si lloras porque eso te mereces
por zorra!-ni siquiera pudo creer que dijo aquello, pero era tal el
estado en el cual se encontraba que la verdad brotaba en su boca.
Mona abrió los ojos sorprendida por mi
respuesta y terminó rompiendo a llorar una vez más. Ella aplastó
de ese modo su dolor en cada sollozo y en cada lamento que emitía.
Se veía destrozada, pero a mí sus lágrimas no me interesaban. Era
cierto que la quería, si bien Louis estaba ahí fuera alejándose de
mí y él era mucho más importante que una niña que no supo
controlar sus caprichos.
Me incorporé apartándola de mi camino
mientras me colocaba como bien podía las ropas. Tenía que buscar a
Louis antes que cometiera alguna atrocidad, como ponerme los cuernos
o inmolarse al sol.
Cuando di dos pasos por el jardín noté
que la nevada del día anterior había empeorado, aún caían copos
impactando contra la nieve que ya se encontraba en el suelo,
amontonándose aún mayor cantidad.
Las huellas de Louis no eran fáciles
de seguir, estaban acompañadas de sangre proveniente de sus ojos y
también de sus nudillos. Así que lo alcanzó en menos de un
segundos, mientras se deshacía de su camisa para cubrir el torso
desnudo de su amante.
El se había incorporado en esos
momentos, casi derrumbándose de nuevo como un castillo de naipes,
para seguir su camino aunque tenía todo el cuerpo entumido debido a
las bajas temperaturas. Si bien, en cuanto sintió mi camisa sobre él
se volteó.
-¿Qué quieres? -habló con voz y
mirada fría- Déjame, no quiero estar más aquí.
-Te quiero a ti-respondí acariciando
su rostro mientras sentía como el frío se clavaba en mi cuerpo como
mil dagas-. Louis... ésto es una locura ¿por qué no vuelves a
casa? ¿eh?
-No, no volveré... ahora si te daré
razones para decir que te pongo los cuernos -una sonrisa cruel
apareció en su rostro demostrándome esa otra cara que sólo tenía
para mí. Para otros siempre era gentil, aunque estuviese
terriblemente molesto, pero conmigo rompía esa platina elegante y me
lanzaba cuchillos afilados como aquella mueca-. Me iré con David -en
él no vi duda alguna, sino una seriedad tan fría que me
electrocutó.
Dicho aquello apartó mis manos de él
y terminó de incorporarse. Sus pasos eran como los de un niño que
aprende a caminar, aún sentía su interior dañado por mis bruscas
arremetidas y sus pantalones estaban algo manchados con su sangre.
Había dañado lo que más quería, por encima de mí mismo, aunque
jamás le concedía el averiguar si era cierto o no.
-Louis... -balbuceé cayendo de
rodillas nuevamente, pero ésta vez sobre la nieve. Nada de lo que
hacía parecía suficiente. Así que simplemente comencé a tararear
“Je l'aime à mourrir” que alguna vez susurré pegado a su
cuerpo. En nuestra cama siempre había caricias más allá del deseo
y podía ver en su mirada que se sentía satisfecho.
Louis se alejaba mientras mi voz se
quebraba y comenzaba a golpear la nieve. Sentí cierto pánico que se
volvió aún más terrible cuando comprobé que mis lágrimas ya
manchaban mis mejillas. Si bien, detuvo su andar habiéndose alejado
tan sólo unos metros, escucharle cantar esa canción terminó por
romperlo y lo sabía bien. No hacía falta que nadie me dijera sus
pensamientos, pues los gestos que él me regaló en medio de aquel
jardín nevado hablaban a gritos. Apretó con fuerza sus puños y se
mordió el labio ahogando sus sollozos. Su cuerpo convulsionaba por
el frío, se negaba a moverse y se odiaba profundamente por estar
dudando.
-Como quieras... no voy a rogar
más-dije dándome por vencido para regresar a la mansión, mientras
se intentaba sacudir la nieve que se había agolpado en mis cabellos
y hombros. Estaba sintiendo el mismo frío que aquella mañana junto
a los ocho lobos.
Por unos segundos pude verlos danzar
sobre el césped cubierto por una densa capa de nieve, casi galopando
como un caballo desbocado, y mostrando sus dientes atroces a punto de
clavarse hasta mis ateridos huesos. Eso hizo que me pusiera por
completo en pie y echara a caminar con mayor rapidez. No quería
recordar esa locura y menos seguir viendo como Louis se quedaba ahí
dudando. Si quería pensar allí que fuese él y no yo.
Sin embargo, Louis se dio media vuelta
y corrió hacia mí dándome un rápido alcance. En segundos sentí
como me agarró por el brazo para detenerme-. ¡Eres un maldito
idiota! ¡Eso es lo que eres!-gritó rompiendo a llorar amargamente.
-No más que tú, Louis-mis ojos
estaban fijos en él sintiendo su mano agarrando mi brazo-. ¿No te
ibas? ¿No ibas a dejarme sin lo que realmente me importa para darme
una buena lección? Anda, corre desnudo por el jardín hasta que
llegues lo más lejos posible... porque según tú no te merezco ni
me merezco ser realmente feliz.
Mis palabras provocaron que bajara su
rostro momentáneamente y soltara su agarre. Por un momento había
pensado perdonarle y olvidar todo, pero al ver la negativa le
decepcionó.
-D'accord... entonces ésto es nuestro
adiós definitivo - dejó caer la camisa que había puesto sobre él
y volvió sobre sus pasos, yendo a recoger las escasas prendas que
agarró antes de huir.
-¡Realmente es idiota!-dije tras un
alto gruñido yendo tras él agarrándolo de las muñecas. Le miré
desafiante y lo observé como quien observa a un intruso en su
territorio -. ¿Sabes? Realmente iba a casarme contigo si te
olvidabas de todo eso, incluso aceptaría que hicieses la ceremonia a
tu gusto, pero tienes que complicarlo todo y mira ahora -retrocedí y
lo abofeteé furioso-. ¡Te largas dejándome hundido en la mierda!
¿A caso no sabes que todo lo que sueltas por esa boca sobre que te
irás con otro sólo me provoca mayores deseos de confirmar que así
me amas? Si me amaras tanto como dices jamás me amenazarías de esa
forma, pues aunque pueda parecer efectivo en un principio acaba
siendo tedioso y horrible. Yo soy infiel por naturaleza, pero tú
eres terrible Louis... eres infiel para causar daño a quien
supuestamente amas. Después das lecciones de moral a los demás,
pero a mí no me engañas... si realmente me amaras verías que lo
hice en un acto desesperado, me sentí engañado, decepcionado y
encima tentado. Fue un impulso, jamás haría algo así a sabiendas
que te haría daño... pero tú sí-tras decir aquello me marché
hacia la mansión enojado y seguro que Louis haría todo lo que había
dicho, pero eso ya no me importaba aunque sí dolía.
Había notado como mis palabras se
clavaron en su, ya de por si lastimado, corazón y sintió como si le
destrozaran las entrañas con agujas. Bajó una vez más su rostro,
pues muy a pesar de sus amenazas jamás las cumpliría aunque eso yo
no lo tenía tan seguro.
-Que poco me conoces... -murmuró
dolido sin esperar a ser escuchado, se abrazó a si mismo y se marchó
caminando sin rumbo fijo.
Me giré antes de entrar en la mansión
y vi como seguía caminando alejándose de mí, del hogar que ahora
poseían y de todo lo que habían comenzado a amar ambos. -¡Si te
vas no regreses Louis! ¡Quizás me haya casado con alguien que no
sea tan irresponsable como tú!
-¿Y para qué quieres que me quede? Me
ha quedado muy claro que para ti soy el peor de los dos-se giró
mirándome como un cordero a punto de entrar en un terrible matadero,
allí donde lo sacrificarían al fin-. Dices que te hiero ¿pero y
tú, crees que no haces lo mismo?
Me aproximé a él tomándolo por el
rostro mientras secaba sus lágrimas. Sus ojos me desmoronaban, pero
intentaba mantenerme fuerte.
-Nadie ha dicho lo contrario, pero al
menos no me creo la única víctima.
-Pero lo soy, me convierto en la
víctima cada vez que salgo a hacer algo y alguien viene a inventarte
que me he ido con otro. Tú le crees sin chistar y si es una mujer
enseguida te enrollas con ella ¿A caso crees que soy de palo cuando
te veo en otros brazos pasandola de lo más feliz? tú te haces la
víctima cuando apenas te digo que me iré con otro solo por puro
coraje mío. ¿Cuántas veces no te he dicho ya que no puedo hacer
eso? Y aún así veo que son insuficientes porque prefieres creer más
en otros y sin duda vas por ahí de pica flor.
Fruncí el ceño escuchando todo
aquello y únicamente respondí besando sus labios de forma
demandante. Noté como intentó alejarme, pero al final dejó de
hacerse del rogar y accedió al beso, no solo permitiendo la unión
de sus labios sino también abriendo su boca para albergar dentro mi
lengua y jugar con ella. Rodeé su cuerpo contra el mío sintiendo
como el deseo volvía de forma más desmedida, si bien me contuve y
me alejé tomándolo de una de sus manos para meterlo dentro.
-Lestat... -le detuvo un momento-. Aún
no me siento preparado para hacerlo, aún me siento violado.
-Como digas, pero al menos métete
dentro... ya no puedo soportar más el frío ni los recuerdos -
respondí mirándolo fijamente esperando que accediera de una buena
vez. No podíamos quedarnos eternamente fuera, pues el frío ya nos
debilitaba y pronto amanecería.
-Oui... -sonrió después de tanto
dolor y amargura y apresuró el paso.
Se adentraron en la vivienda mientras
sacudía de sus rizos la nieve. No había rastro de Mona y lo
agradeció. Sus pies tocaron la alfombra y se sintieron aliviados.
Tenía los dedos congelados y sus labios tenían un ligero toque
azul, del mismo modo que Louis. El frío lo sentían del mismo modo
que a los humanos, aunque no los matara. Él me siguió dando un
suspiro con cansancio y recargó la cabeza en mi hombro.
-Llévame, no quiero caminar -susurró
caprichoso.
Tomé a Louis entre mis brazos
intentando pensar de forma coherente. Una vez entre sus brazos
acomodó su cabeza sobre la curvatura de mi cuello no sin antes besar
mis mejilla. Por acto reflejo cerró momentáneamente sus ojos, había
sido una noche terrible y quería olvidar todo lo más pronto
posible. Sólo esperaba que Louis hubiese olvidado la propuesta de
matrimonio y no deseara que la cumpliera. Pues la pregunta ya había
sido lanzada y aunque tuvo una respuesta, la cual fue negativa, nada
ni nadie podía decir que cambiara de opinión. Mientras subía por
las escaleras fruncí el ceño y agité mis cabellos intentando
despejar mis ideas.
Al llegar al dormitorio recosté a
Louis sobre nuestro lecho conyugal, lo miré pausadamente y me sentí
el ser más horrible. No era la primera vez que discutíamos de ese
modo, tampoco sería la última y lo sabía muy bien, si bien parecía
que esa vez lo había dañado aún más que antes.
Me alejé de la cama dejando su cuerpo
bien colocado, arropado, y tiritando. Mis pasos fueron cortos y
elegantes justo antes de arrojarme al suelo frente a la chimenea. Con
mi poder mental encendí el fuego y me quedé recostado frente a las
llamas. Allí me quedé observando como éstas crepitaban y sentía
al fin mis dedos en mejores condiciones.
-Descansa, Louis.
Cuando me alejé de él no tardó en
pronunciar mi nombre. Si bien, no añadió palabra alguna de cariño.
Aquello era una muestra que había excedido mis límites como en
aquellos primeros meses, los cuales fueron crueles para Louis aunque
maravillosos para mí. Me había enamorado de un hombre que rechazaba
su homosexualidad, el cual se negaba a cada caricia y cuando lo
desnudaba rompiendo sus ropas lloraba desesperado. Más de una vez
aulló palabras de dolor, sin embargo acabó jadeando disfrutando de
mis palabras sucias y toda la palabrería cubierta de dulces poemas.
-Lestat...
-Oui?-mascullé pesadamente sin dejar
de mirar el fuego, sintiendo que de nuevo la había fastidiado pero
no pediría disculpas. Ni siquiera esa vez se disculparía.
- Ven por favor... -dijo en un susurro-
Tengo frío...
-¿Sólo me llamas porque tienes
frío?-pregunté con la voz seca mientras seguía mirando las llamas
danzar-. Hoy he hecho cosas horribles y sin embargo he terminado
saliéndome con la mía ¿es eso correcto?
-No yo sólo... -podía imaginar su
mirada baja y sus deseos de romper en un nuevo llanto, pero eso no me
detuvo a ser así de áspero- olvídalo-. Los ánimos de tenerme su
lado para recibir mi calor se desvanecieron con la frialdad de mis
palabras. -Oui, siempre... -respondió a duras penas.
-¿Y el día que no lo haga? ¿Qué
ocurrirá Louis? ¿Qué pasará ese día?-interrogué mientras me
aproximaba a él caminando pesadamente-. El día que no vuelvas, el
día que te hartes realmente de mí, que destroce todo lo que sientes
provocando que me detestes y no quieras volver a verme ¿qué
sucederá? ¿Me quedaré esperando en la puerta a tu regreso? ¿Seré
un nuevo Hachiko?
Hachiko era un perro de origen japonés
que permaneció toda su vida esperando que regresara su amo, el cual
había muerto y jamás bajaría del andén. Conocía bien la historia
mucho antes que fuese demasiado conocida. Un hombre asiático me
narró el suceso mientras bebía una jarra de cerveza y yo visitaba
Japón con el único deseo de alejarme de todo unos días.
-No lo sé... sólo sé que estaría
lejos de ti y de todos. Tal vez aislado del mundo, hundido en el
sueño profundo tal como lo hiciste tú, porque si de algo estoy
seguro es que por mucho que te odie y alardee irme con otro, antes me
inmolaría... No sé si me esperarías, aunque puede que sí.
-¿Esperarte?- fruncí el ceño
mientras lo miraba-. Louis, tarde o temprano te buscaría... porque
por mucho que te crucifique y te acuse de idiota... te quiero- dije
entre murmullos.
-Pero... dijiste que no lo harías, que
preferirías casarte con otra... -de nuevo sonrió amargo eso le
había dolido demasiado y aunque no fuera cierto. La forma en que lo
dije fue lo que lo hirió y yo lo sabía.
-¿Desde cuando te crees todo lo que te
digo? ¿A caso no me conoces? me gusta decir cosas para provocarte-
ya me había sentado en la cama.
-Sonabas tan seguro en tus palabras...
-suspiró- pensé que no vendrías -me dijo al verme sentado en la
orilla- Mon... cher... tengo frío porque te necesito aquí a mi
lado.
Suspiré pesadamente girándome hacia
él para terminar recostado a su lado. Mi cuerpo cayó pesado sobre
la cama y le estreché entre sus brazos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario