Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

domingo, 3 de marzo de 2013

Lo imposible - Parte 5 -


Parte 5
Inmerecido amor


Desperté a la noche siguiente recostado aún junto a Louis. Me había sentido miserable en las últimas horas, incluso culpable cuando sabía que la tentación siempre provocaba que cediera. Acabé por incorporarme quedando con la espalda recostada en el cabezal y los ojos fijos en la nada, pero me giré hacia la mesilla intentando hallar una de las novelas de Louis. Aunque no me gustaba el mismo tipo de literatura podía leerlo para distraerme. Si bien, hallé algo más excitante y al tomar la foto sentí deseos de adentrarme en ella, escucharla gemir y dejarla agotada para que conociese a un hombre menos remilgado que mi hermanito.

La imagen era una fotografía suya desnuda por completo recostada en un lecho de satén tan rojo como sus cabellos. Tenía una pose mucho más allá de lo sensual, pues sus piernas estaban abiertas mostrando su deliciosa entrada. Su monte de venus estaba poblado por un vello algo corto del mismo color que su pelo, sus manos estaban sobre sus pechos apretándolos con suavidad, y sus ojos tenían cierto descaro que me hizo sentir una leve erección.

“Jefe espero reconsideres mis propuestas acerca de eso...
sabes que te deseo y tú a mí.

Con cariño y siempre tuya así como dispuesta.
Mona Mayfair”

Era la nota que estaba escrita tras la fotografía y sellada con un beso de ese carmín que solía tener en sus labios. Eso provocó que acabara acariciando mi entrepierna.

No debía, pero sinceramente aquello era excitante. Miré a mi lado y vi a Louis aún descansando, por lo que tomé la imagen y fui al baño encerrándome. Allí mismo comencé a masturbarme deseando que fuese la boca de Mona la que estuviese abierta para recibir mi semen.

-Maldita zorra... me provoca... pero si vuelvo a tocarla quizás pierdo más que gano-murmuré entre jadeos mirando la imagen con una leve sonrisa. Estaba más que seguro que podía satisfacer ese calor que brotaba entre sus piernas.

Llegué al final con los ojos cerrados pensando en los labios de Mona, algo extraño porque jamás lo hacía si no era pensando en Louis. Si bien, el no conseguir lo que quería me provocaba ciertas fantasías. Seguramente si hubiese acabado lo que empezó no estaría con ese deseo ardiendo en mi entrepierna.

Me limpié con cuidado y guardé la fotografía en la cartera que aún llevaba en los pantalones. Ni siquiera me había cambiado de ropa para descansar. Tal y como bajé a buscarlo me había quedado. El pantalón estaba sucio y algo deslucido, por ello acabé desnudándome y tomando una ducha.

El agua no aclaró mis ideas, sólo las revolvió más aún. Mona aparecía en cada uno de mis pensamientos y deseé que jamás se hubiese cruzado en mi vida. Al salir vi a Louis sumergido en una extraña fascinación hacia una guitarra.

-¿Ahora quieres aprender a tocar? No creo que sea tu estilo, Louis.

Pegó un respingo al escuchar mi voz, pues pensó que estaría en cualquier otro lado menos en la habitación. Tomó el instrumento en sus manos haciendo una lenta negación a la pregunta lanzada y se dirigió hacia él mí. Con cuidado me la entregó como si fuese algo excesivamente frágil.- ¿No recuerdas lo que dije ayer? -preguntó con una apenas perceptible sonrisa.

Miré la guitarra que poseía un negro muy atractivo, era una Gibson que tenía tatuado a un lado mi nombre imitando mi firma. Me sentí sucio y mi conciencia parecía gritar, pero era una Gibson y terminé aceptándola con cierta fascinación.

-Louis, sabes bien que amo el rock...-susurré acariciando con delicadeza aquella maravilla. Con rapidez la había colgado de mi figura- pero ya no toco en una banda... aún así tocaré para ti cuando quieras.

-No importa que ya no toques, ni tampoco pido que lo hagas para mí-retrocedió un paso mirando tan sólo la guitarra- puedes guardarla como colección -se permitió sonreír cuando nuestras miradas chocaron una vez más-. Iba por un nuevo piano, pero la vi y pensé que era perfecta para ti -un leve rubor tiñó sus mejillas provocando que un tono pastel diera vida a su rostro de mármol- aunque me ha quedado horrible la firma.

-No, ha quedado bien-susurré antes de dejarla en la cama, para no abandonarla en el suelo. Estiré mis brazos hacia Louis y tomé del rostro mirándola con cierta tristeza. Era demasiado atento, demasiado agradable, demasiado... -¿Por qué me amas Louis? Muchas veces te lo he preguntado pero siempre das rodeos.

-Porque... -agachó un poco la cabeza para poder pensar su respuesta y escoger bien sus palabras- Eres el único que me ha amado... a tu manera pero lo haz hecho. Escuchaste mis ruegos deseando morir y me tendiste la mano cuando más necesitaba de alguien en ese peor momento. Si bien, siempre te lo reproché pero muy en el fondo estaba agradecido... Lestat no sé como, no sé cuando pero me enamoré de ti y aún cuando me trates como la peor de las putas te seguiré amando, es algo que no encuentro palabras para explicar... simplemente te amo.

Era el peor de los idiotas, pero sin duda sus palabras sonaron demasiado sinceras. Tan sólo me quedé allí escuchando mientras observaba su cuerpo desnudo, el cual estuvo expuesto en la nieve como si nada y que fue tratado como despojo por mis propias manos. Un cuerpo que sin duda siempre había soportado mis golpes y caricias recibiendo ambas como si fuesen un milagro. Prefería que le tocara, aunque fuese de forma ruda, con tal que estuviese a su lado y no lejos de él.

-Louis, deseo sexo... deseo hacerlo ésta vez sin presiones- pedí aquello para borrar las cicatrices de la noche anterior, pues deseaba que cuando cerrase los ojos no viera en mí un villano.

-Esta bien -sonrió, pero en su mirada aún se reflejaba la tristeza y el dolor. Sin embargo, se volvió hacia la cama y se acomodó invitándome a ir con él-. Ven y hazme tuyo.


Tomé la guitarra dejándola en su funda, pues era un buen regalo que no quería destrozar. Era una auténtica maravilla, igual que el cuerpo de Louis recostado en la cama esperando que hiciese con él lo que quisiese. Me aproximé con calma acariciando sus muslos, los cuales a penas tenía vello, para ahondar dos dedos en su trasero sin dejar de observarlo. Quería ver como gemía y quitarme la imagen de Mona de la cabeza.

-Vamos Louis, quiero ver a mi puta favorita gemir mi nombre- movía los dedos de una forma que siempre le hizo jadear sin remedio, por muy molesto que estuviese, y esperé que abriese sus labios y me diera ese placer.


Gimió mordiéndose el labio inferior y se abrió aún más, apretando los dedos de sus pies.

- Lestat... -soltó mi nombre con voz ronca mientras su pecho subía y bajaba conteniendo unos fuertes gemidos-. No es suficiente...-miró un con ligero atisbo de deseo, aunque no quisiera, aquellos dedos intrusos estaban causando espasmos de placer.


Sonreí observándolo mientras hundía con mayor deseo los dedos. Quería ver a Louis completamente rendido a mis pies antes de llevarlo al suelo, arrodillarlo y penetrar su boca. Quería una chupada como la que no tuve la noche anterior, saborear la sensación de la humedad que me regalaba la lengua de Louis reptando por todo mi sexo.

-Louis, quiero verte tan caliente como la mejor de las putas. Deseo que me demuestres cuanto me necesitas. Vamos Louis, quiero verte muy zorra ésta noche. Necesito escuchar tus lloros por placer, sentir que tiemblas, o sino no te daré ésto que tanto deseas- tomé su mano derecha con la izquierda y la dejé sobre mi entrepierna-. ¿No quieres saborear lo que tengo para ti? ¿No quieres sentir mi semen correr por tus muslos? Vamos Louis, sé que puedes gemir más fuerte y con mayor deseo - aparté los dedos para abrir bien sus piernas y acomodarme entre ellas colando mi lengua. Quería que gimiera como nunca, pues quería sacar a Mona de mi cabeza. Cuando me alejé lo miré convulso y sonreí-. Sé que puedo hacer que te corras con sólo mi lengua y mis dedos ¿a caso no lo recuerdas? ¿Cuántas veces te has venido en las calles de Nueva Orleans sólo con unos besos y unos simples roces de mi pierna contra su miembro? Louis... eres mi puta y lo sabes... dame lo que quiero-dije hundiendo tres dedos en él sintiendo como al fin cedía de la forma que quería. Incluso sería algo bestia esa noche, si tenía que introducirle toda mi mano lo haría. Yo amaba a Louis, no a Mona, y quería dejarlo claro aquella noche no sólo para mi amante sino también para mí.


-¡Mon Dieu!-gruñó cuando los tres dedos invadieron sus entrañas- Eres un insaciable, un perverso y un pervertido, un idiota -comenzó a insultarme solo por el simple hecho de excitarme más- No seas tan cabrón y dame lo que quiero -apretó sus nalgas y con ese acto apretó mis dedos- ¡Mueve tus dedos! -exigió perdiendo ya la cordura- ¡fóllame con ellos maldita sea! -jadeaba y se movía inquieto en cada movimiento-¡Ah! oui, así... ¡así!

Reí excitado al escuchar sus palabras y notar sus acciones. Louis se veía tan desesperado que con tres dedos no era lo suficientemente feliz. Con cuidado metí todo el puño moviendo el brazo con cierto ritmo. Quería que gritara por el placer y se corriera manchando su vientre, y salpicándome si no había otra.

-Vamos putita, quiero ver como gritas... porque luego vas a tener la boca muy llena para hacerlo-sin embargo, no gimió sino que gritó de dolor.

-¡Sácalo! -imploró con pequeñas lágrimas sanguinolientas empapando sus pestañas mientras se retorcía y tensaba su cuerpo- ¡Lestat!

Aparté su puño y besé su frente. Rápidamente le miré con una sonrisa pervertida. Él me agradeció con la mirada que hubiese parado aquello. Se sintió aliviado y relajó su cuerpo.

-¿A caso no quieres sentir placer más allá de lo normal? Sólo debes acostumbrarte Louis... pero si lo deseas puedo darte ésta rica paleta-murmuré desabrochando el pantalón para mostrarle el miembro- Ven Louis, te quiero de rodillas en el suelo para tener tu premio entre tus labios.

-Eres una bestia Lestat, eso ha sido demasiado -protestó mirándole con cierto enfado.

Si bien, y aún así, continuaría con aquella enfermiza forma de entregarse al sexo que le proponía. Bajó de la cama y se arrodilló en el piso para tomar de inmediato mi sexo. Quería mamarlo como si fuese un caramelo, su lengua reptaba y mordisqueaba, para luego proceder a darle unas buenas chupadas. Él se sentía sucio cuando se comportaba de ese modo, lo cual era excitante para ambos.

Eché la cabeza hacia atrás con ambas manos sobre su espesa melena negra. Mis dedos se hundían en las hebras oscuras mientras movía suavemente la pelvis. Quería sentir mi glande golpear el final de su garganta, justo en la campanilla, pero primero deseaba que él disfrutara sintiéndose excitado por su sabor.

-Así putita, así... sé buena conmigo- sin desearlo y sin pretenderlo me imaginé a Mona arrodillada frente a mí saboreando mi miembro con esas ganas que mostró la noche anterior.

Ella era tan zorra, tan lasciva, tan sumisa esperando que llenara sus labios rojos pintados por un carmín que la hacía parecer algo más adulta, pese a que su cuerpo estaba parado en dieciocho primaveras.

-Mon dieu- abrí los ojos mirando a mi dulce Louis queriendo ser complaciente, pero mi fantasía era mucho mejor.

Mis ojos violetas quedaron cerrados, mis labios abiertos gimiendo mientras ayudaba a la cabeza de mi amante a chupar como quería. No sentí asco de mí en ese momento, aunque puedo asegurar que ahora que lo narro me siento un fraude y un estúpido. Caí en los juegos de una bruja que haría mi vida miserable.

-Así, tan golfa... tan puta... así... -con cierto instinto salvaje me clavé en su boca abriéndome paso por su garganta, para dejar los labios de Louis en el borde de la base del miembro.

Mis manos estaban agarrando fuertemente su rostro y el vello rubio rozaba la nariz de Louis ofreciéndome su respiración. A pesar de los siglos Louis seguía respirando como si le hiciese falta, igual que yo lo hacía aún... buscando un aire que no precisábamos. Cuando cruzamos por un instante nuestras miradas noté que él se había percatado. Él no era estúpido, aunque así le recriminara en más de una ocasión la inocencia que a veces padecía. Aguantó estoicamente todo lo que hacía, pero mordió mi glande provocando que arrugara mi nariz y decidiera llevar un ritmo distinto.

-Mon dieu... -balbuceó sacando todo hasta el glande para volver a hundirme en su boca-. Así... así...

Repetí aquello por más de cinco ocasiones y a la sexta acabé corriéndome. Lo hice imaginando los ojos de Mona, su lengua, sus pechos turgentes esperando ser chupados y los fluidos de su vagina deseando tener mi miembro aprisionado entre sus muslos. Aquello fue una visión cercana al paraíso, pero al abrir los ojos me encontré con Louis y extrañamente me sentí algo decepcionado. Si bien, hice como si nada apartándome para tirarlo a la cama mordiendo su cuello. Estaba intentando olvidar mis ensoñaciones.

Louis se dejaba hacer a sabiendas que no pensaba en nosotros, sino en ella, y con cuidado abrió sus piernas cuando mis atenciones se volvieron más violentas. Mis besos en su cuello se convirtieron en profundas mordidas, las mismas que tuvieron sus pezones mientras imaginaba los deliciosos y juveniles senos de la Mayfair. No me negó el poseer su cuerpo, aunque notaba que únicamente su cuerpo reaccionaba al placer por mero impulso. Aquello fue extraño, pero aún así me vacié de nuevo besando su frente y sus mejillas como de costumbre.

-. Lo siento mon cour- murmuré acariciando su cuerpo suavemente-. Perdóname- no pedía perdón por lo de anoche, sino por lo que acababa de suceder-. Je t'aime - musité incorporándome para mirarlo con una leve sonrisa-. Créeme Louis, te amo a ti... lamento lo ocurrido, ¿me crees verdad?

-Oui mon cour- respondió intentando alejarme-. Tengo que ir a la tienda de muebles, he encargado algo para nuestro hijo -me dijo aquello mirándome a los ojos esperando que sintiera remordimientos.

-Yo iré a buscar algo de sangre, hoy tengo apetito-reí alejándome de él para meterme de nuevo en la ducha. En esa ocasión fue rápida para tan sólo alejar el aroma del sexo, al salir Louis entró sin siquiera cruzar una mirada o palabra conmigo. Él lo sabía. Había sido infiel incluso estando en nuestra cama.  

No hay comentarios:

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt