Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

lunes, 27 de mayo de 2013

Danza en la lluvia

Llovía, o más bien diluviaba, cuando me desperté aquella noche. Fuera arreciaba una tormenta y los árboles se movían de forma agitada. Se escuchaban los truenos y los relámpagos iluminaban toda la mansión. Recuerdo que era marzo, un marzo gris y turbulento que me recordaba a mi añorada Inglaterra. Suspiré pesadamente sosteniendo una vieja carpeta rescatada de Talamasca y aparté el visillo de la ventana para mirar hacia fuera. Y allí, como si fuese un hada, bailaba Mona Mayfair en camisón blanco y con el cabello completamente alborotado.

Sus pies desnudos aplastaban la hierba empapada y manchaba los bajos de su camisón con barro. Tenía el camisón tan pegado a su cuerpo que dejaba ver que bajo este no llevaba nada. Sus pezones se marcaban tan rosados y diminutos que era una imagen demasiado pecaminosa. Intenté apartar la vista en un par de ocasiones, pero acabé mirándola con cierta ansiedad. Sentí la boca seca viendo como se retorcía y cantaba canciones que parecían irlandesas.

-Mona Mayfair- dije aplastando mi flequillo contra el cristal de la ventana- Inmortal Ophelia- mascullé notando que me veía y prácticamente me incitaba a unirme.

Acabé por marcharme de la ventana. Era pecado verla de ese modo. Un pecado delicado y dulce como un pequeño bombón en una caja destapada. Cualquier niño habría tomado el bocado aunque fuese de licor, pese a que no tuviese un sabor agradable, pero ya por el envoltorio tentador y el saber que nadie le vería lo tomaría.

Me senté en la cama sintiendo que mis manos temblaban. Mis instintos de hombre me rogaban acompañarla, pero no lo hice. No quería dañar más a Tarquin con mi estupidez, pues ya estaba siendo torturado por cuestiones ajenas a Mona y mis instintos. Sin embargo, acabé rendido a ella noches después. Una noche de lluvia y frío, en la cual la rescaté para subirla a mi cama y consumar mis deseos de hombre.


Esos labios empapados en lluvia, esa espesa mata de pelo rojizo humedeciendo mi almohada y esas piernas abiertas sin ropa interior, con un pequeño matojo rojo exhibiéndose tentador acariciando sus labios y rogando ser besados, tocados y penetrados como los de cualquier hembra. Reconozco que se lo hice ahogando mis gruñidos y buscando su boca para hundirme en pesadillas agradables. Sus uñas arañaron mi torso, brazos y espalda mientras mis caderas tomaban impulso para poder ofrecerle una danza única, especial y para nada cobarde. Pese a todo, a lo prohibido y lo cruel del asunto, sentí ganas de gritar que era mía. Porque esos dulces gemidos proclamaban mi nombre, por eso.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt