Tras una larga pausa en sus entrevistas
decidió tomar con delicadeza la próxima intervención. Se hallaba
sentado en un salón elegante de un hotel cercano. Había pedido la
suite más lujosa y pedido que llenaran la habitación de flores
silvestres. Había un enorme mueble revistero donde se hallaban
sendos ejemplares de periódicos del día anterior y varias revistas
de moda, viajes y arte. La curiosidad de Pandora era intensa y al
acceder a su petición decidió que todo estaría conforme a todo lo
que él podía recordar de aquella intensa mujer. Una mujer
apasionada y que guardaba secretos tras sus enormes ojos, sus
sonrisas templadas y su caminar elegante.
La cámara grababa hacia el cómodo
sofá forrado de piel en tono crema, los cojines eran rojos al igual
que la hermosa alfombra que cubría las losas de mármol. El silencio
era acogedor, para nada inquietante como en otras situaciones. Y,
aunque la cámara no pudiese captarlo, el aroma a incienso y flores
acaparaba todo provocando que todo fuese más cómodo, fresco y
natural.
Pandora se hallaba vestida con un
vestido rojo en un tono intenso casi granate, tenía tan sólo los
labos pintados y los cabellos sueltos perfectamente peinados hacia
atrás. Tenía la frente limpia, lo cual provocaba que sus ojos
fueran más intensos y te provocaban un ligero escalofrío. Sus manos
estaban sobre sus muslos cruzadas una sobre otra sin mostrar
nerviosismo alguno.
David estaba a su derecha vestido con
un traje de corte clásico, camisa crema como el sofá y corbata roja
igual que los cojines. Tenía un aspecto pulcro y elegante, sobre
todo por los gemelos pequeños y casi imperceptible engarzados de
rubíes en base de oro blanco.
Lentamente alisó la falda de su
vestido volteando lo más serena que pudo hacía el joven vampiro,
pues una disputa con Marius había alterado un poco su humor; sin
embargo, trató de disimularlo con una suave sonrisa entrelazando las
manos, dejando estas sobre el escritorio del revistero a la espera de
las acostumbradas preguntas.
-Es un placer tenerla aquí- comentó
con una leve sonrisa gentil- Es un ejemplo para las mujeres que han
sabido vivir una vida plena, o prácticamente plena. Para muchos es
una auténtica desconocida, pese a desnudarse en aquel libro que hizo
llegar a todos. Pues, muchos dicen que tras sus enigmáticos ojos
guardan secretos demasiado dolorosos -estaba realmente entusiasmado
de hablar con ella. Podía notarse su energía en sus ojos café, tan
profundos como la entrada a una mina de carbón, y en sus labios que
no paraban de deslizar sonrisas tenues- ¿Cómo se encuentra en éstos
momentos? Es decir, todos deseamos conocer la impresión que tiene de
su vida en estos días y los últimos pensamientos que recorren su
mente.
Una sutil sonrisa se dibujo en su
semblante, provocando que David la respondiera por gentileza y deseo.
Se sentía ante una vieja amiga, alguien ya conocida, y sabía que su
entrevista sería más relajada que la anterior del Druida Mael.
–Muy bien. Muchas gracias por
llamarme a otro encuentro entre ambos desde aquel en esa cafetería
no hemos vuelto a cruzar palabra alguna, salvo en ciertas reuniones.
Como siempre un placer estar aquí. Con respecto a mi vida no ha
cambiado mucho desde aquel entonces, la soledad sigue siendo mi
compañera y con respecto a mis últimos pensamientos no son más que
cosas insignificantes como leer algún libro pendiente o salir a
pasear por algún sendero que me lleve al mar; cosas algo aburridas
para algunos sin embargo para mí son gratificantes.
-La naturaleza es tu mejor compañía,
así como la literatura, aunque tenía entendido que habías vuelto a
ver a Marius- comentó algo sorprendido. Pandora y la soledad era una
imagen común en su mente, pero también lo era esa mujer que una vez
estuvo conquistada por el talante del que fue su esposo- ¿Aún
discuten incansablemente?
-Oh- emitió suspirando pesadamente
respondió- mi hermoso Marius, lo amo es verdad e intentamos volver,
pero nuestros reproches mutuos lo impidieron. No lo niego su
presencia aún después de dos milenios me pone nerviosa, sin embargo
creo que nuestra convivencia puede ser definida con escasas horas a
la semana.
Recordó las vivencias que ambos habían
explicado en sus historias, las enseñanzas de dos seres cuya forma
de ser terminaba golpeando su orgullo. Pandora jamás dejaría sus
reproches por el abandono de Marius y él no podía dejar de vivir
una vida dedicada al arte y a sus nuevos discípulos. Sin embargo,
pensar que un amor tan intenso estaba siendo abolido por disputas le
entristeció. Eran dos seres milenarios que no habían aprendido del
amor y perdón, sin embargo él no era nadie para dar lecciones
porque a penas había vuelto a sentir el amor en su pecho, olvidando
así a Merrick y el amargo trago que fue saber que había
desaparecido para siempre.
-En estos largos siglos ha tenido
cientos de experiencias, pero estoy seguro que alguna ha sido la más
satisfactoria ¿cuál de ellas? Estoy seguro que a los interesados en
su historia están emocionados por saberlo de sus propios labios- su
tono era cortés e intentaba encauzar la entrevista hacia un lado más
agradable para ella.
-Aunque no lo parezca, fue vivir junto
a quien amo por 200 años.. -respondió serena intentando ocultar la
tristeza en su semblante y voz.- El fue mi mejor época- si bien,
para él fue fácil descubrir como tras aquella mujer digna, firme y
de ojos desafiantes había cierto dolor que no podía calmar.
-¿Aún desea comprender el amor?
Recuerdo que quería sentirse amada- dijo con una tenue sonrisa- Es
amada por muchas personas que han conocido su historia, así como
aquellos que han comprendido su personalidad gracias a las palabras
de otros inmortales, y yo mismo estoy encantado con tenerla entre mis
contactos. Estoy seguro que el amor ha llegado, aunque no sea con una
pareja firme sin embargo, deseo saber si aún desea querer
experimentarlo de forma intensa.
-Bueno, mis mascotas me aman en cierto
modo. Se llaman Pepinillo y Melchor, y son los perritos que rescate
¿Cuentan no? -soltándose a reír recobró la compostura- Soy un
tanto seria a decir verdad, les quiero pero no es lo que yo busco...
-¿Y qué busca una mujer como usted?-
intervino ansioso de conocer qué podía esperar ella del mundo, o
más bien de las almas que lo rondaban. No importaba si eras mortal o
inmortal, pues siempre esperabas algo y buscabas con ansias hallarlo
aunque no lo demostrases.
-Me canse de buscar, como repito
siempre- respondió con celeridad. Su rostro parecía iluminarse en
cada comentario. Ella era una mujer hermosa y para nada frágil, pero
su corazón tenía sentimientos que provocaban cierto dolor
atenazado- Creo que lo único que he encontrado es la soledad, aunque
parezca disco rayado. Aprendí muchas cosas gracias a ella, qué más
quisiera revivir los años con Marius pero no es y será posible. Una
gran brecha nos separa, la cual es acrecentada día a día con
nuestros reproches mutuos por múltiples amantes a lo largo de
nuestra existencia.
Observó con cierta melancolía el
rostro del joven, alargando la mano diestra con suavidad a su rostro
despejándolo sus cabellos en un acto puramente maternal. Los gestos
sencillos, aunque excepcionales tratándose de quien se trataba, eran
sin duda una muestra que tras su máscara de mujer firme, libre y de
carácter había una flor delicada cargada de pasión y sentimientos.
–No cometas errores así querido
David, no los cometas- murmuró sonriendo con amargura recobrando la
compostura una vez más.
-¿Qué relación mantiene con el resto
de inmortales? Lestat, de quien dice ser muy parecido a Marius, Mael,
Armand y otros se han aproximado a él- comentó con su sutil y
carismática sonrisa- ¿Con cuál comparte más vivencias
actualmente? O al menos, comentarios en las fiestas donde solemos
relacionarnos.
-Mael posee una platica muy agradable
igual que Avicus, me agrada sentarme a platicar con ellos durante
horas en las fiestas; sin embargo no pasa mas que unas cuantas horas
y reuniones esporádicas -respondió con suavidad entrecerrando los
párpados.
David alzó ambas cejas intentando
comprender para sí como podía ser amable con otros, cuando con él
fue tan cortante y prácticamente lo pateó alejándolo del establo.
Aún no tenía el placer de conocer a Avicus, pero sin duda esperaba
que fuese una entrevista agradable e intensa.
-¿Qué opina de las mujeres que como
usted viven en la eternidad?-interrogó- Gabrielle, Petronia, Zenobia
y otras tocadas por el Don Oscuro, como así lo llama Lestat al
vampirismo- hizo un breve inciso enmarcando una sonrisa- Muchas de
ellas tienen un carácter fuerte, sobre todo Petronia, y buscan la
libertad de sus acciones. ¿Qué opina de ellas en general? ¿Cuál
podría considerarse como una compañía agradable en uno de sus
viajes por el mundo?
-Cada una tiene su perspectiva y modo
de ver la vida, pero como compañeras no estoy del todo segura pues
cada una tiene su vida. Tal vez, entablar breves conversaciones pero
el don oscuro nos a hecho independientes a las reglas impuestas
muchas veces por los hombres. Creo que en ello todas congeniamos,
pero no estoy segura de querer compañía de otras.
Era cierto. El hombre siempre se había
impuesto a los hombres, sin embargo ellas se revelaban como
auténticas amazonas luchando por su libertad con los encantos de una
sirena. Petronia era increíblemente fuerte en sus comentarios y
Mona, su mona salvaje y cándida a la vez tan explosiva, era una
mujer que no estaba dispuesta a aceptar de otros reglas. Todas y cada
una de las mujeres que conocía tenían un valor extraordinario como
hembras y como inmortales.
-¿Qué cree que le espera al hombre en
el futuro?- era una pregunta que a más de uno ya le había realizado
de diversas formas, pero siempre era interesante saber sus distintos
puntos de vista.
-No estoy del todo segura, pero por sus
acciones no será algo bueno-respondió escueta.
-Ésta era mi última pregunta- dijo
estirando sus manos hacia ella, tomando entre las suyas las de
Pandora. Eran mucho más ásperas, grandes y gruesas que las frías,
delgadas y de dedos largos de ella- Ha sido un placer volver a
tenerte cerca- susurró llevando las manos a sus labios para besar
ambas en su dorso.
La cámara fue a negro mientras se
escuchaba la peculiar risa suave, y escueta, de Pandora. Una risa
encantadora, dulce, pese a su aspecto temerario. Era una mujer que
vivía la soledad sosteniendo una pose digna sin importarle como la
fragmentaba. David era un caballero que quería conquistar su afecto
para entregarse a ella como una mano amiga.
Entrevista conducida por David,
Salvaguardada aquí.
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