Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

jueves, 8 de agosto de 2013

Ella es nuestra hija

Este escrito va dedicado a un pequeño grupo de personas, tres en concreto, que me han apoyado desde hace meses en mi proyecto: El Jardín Salvaje. 

En primer lugar a Quinn, por su esfuerzo para hacerme sentir mejor en aquellos tristes días y presentarme a dos personas excepcionales. Sé que en estos momentos lucha por sacar la cabeza estudiando neurocirugía, aunque más bien creo que es por no perderla más que otra cosa. 

En segundo lugar a mi pareja, porque ella me coloca una sonrisa radiante en mi rostro cada día. Sus buenos días y noches ocupan los momentos más felices en estos momentos. Ella me hace feliz y me siento dichoso. Una persona que comparte mis inquietudes y muchos de mis gustos, alguien que al fin puedo escuchar y que me escuche sin sentir que no hay nada más que hablar. 

En tercer lugar a Louis, por su esfuerzo en intentar comprenderme y por aceptar mis órdenes a la hora de editar, ya que puedo ser quisquilloso. 

Estas personas son la columna vertebral de nuestra página, aunque hay más compañeros y compañeras. Aman la historia de Claudia, por triste y dolorosa que sea, y también al personaje. Por ello hoy les dedico este texto que acabo de realizar. En honor a Claudia, Anne Rice y a mis compañeros... "Ella es nuestra hija"


Ella es nuestra hija


Te recuerdo con los cabellos enmarañados por la fiebre, pequeños churretes por tus mejillas hundidas por el hambre y tus labios, esos pequeños labios pálidos, que parecían pedir a gritos la vida. Tan pequeña, tierna y cubierta de dolores mientras yo te observaba a la luz del candil de la enfermera.

-¿Es ella? La pequeña que busca ¿es ella? ¿Es su hija?-preguntó aproximando más aquella tenue luz.

-Sí, es mi pequeña hija- dije tomando sus manitas diminutas entre las mías- Mi hermosa Claudia.

-La encontramos aturdida y con fiebres que no bajan, no sabemos si resistirá ¿desea dejarla aquí o llevarla a un médico de confianza?-dijo con voz tierna aunque rasposa.

La mujer había visto a cientos de personas morir en los últimos años, entre ellos decenas de niños, pero aquella hermosa criatura que tú eras de cabello desaliñado la conmovías. Tan hermosa incluso a punto de morir. Sin mediar palabra te tomé contra mi pecho y besé tu frente preguntándome porqué lo hacía. Pero ni siquiera lo sé ahora. ¿Tal vez me enamoré de tu belleza y fragilidad? Eras inocente, tan sólo una niña, y Louis te necesitaba.

Caminé por las calles cubiertas del lodo por la lluvia, miseria y lágrimas. El cielo precipitaba las últimas gotas de la tormenta mientras me aproximaba al cochero. No iba a llevarte así, como un hombre lleva a una novia hacia el lecho conyugal, por medio de las calles más transitadas de New Orleans.

-¿Dónde va con esa pequeña, señor?-preguntó el hombre asombrado.

-La llevo a casa, su madre la necesita y ella necesita sus medicinas-susurré con una gentil sonrisa, aunque mis ojos mostraban tristeza.

¿Y si no lo lograba? ¿Y si morías? Había cometido una locura. Te había arrancado de las húmedas sábanas donde ibas a morir para llevarte a otro mundo, uno que quizás te convertía en un monstruo como yo y como él. Pero ¿no son también los monstruos hijos de Dios? Y por eso mismo lo hice. Porque yo era un hijo de Dios y deseaba ser igual que mi padre. Quería crear a mi propia Eva, una Eva diminuta que correría por los jardines salvajes que yo le ofrecería.

¡Ah! ¡Pero lo más sorprendente fue la cara de Louis! ¡Cómo gritaba! ¡Decía que me había vuelto loco! ¡Se negaba a ser tu madre! ¡Él se negaba! ¡Pero mira como luego cepillaba tus cabellos mientras yo contaba historias increíbles! Mi dulce y diabólica muñeca, ¿cuándo tu manita dejó de estar atada a la mía? ¿En qué momento creciste? ¿Y cuándo surgió el odio en tu pequeño y terco corazón?


Aún te recuerdo, mi hija... mi Claudia.  

No hay comentarios:

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt