Canción inédita
Diosa de la sangre
Lestat de Lioncourt
El Jardín Salvaje
Te vi allí, sentada viendo el paso del
tiempo.
Allí donde el sol no puede dañarte.
¿Qué eres? ¿Un monstruo o un ángel?
¿Puedes sentir mi miedo y pasión por
ti?
Agraciado he sido por tu amor,
yo sé que soy afortunado por ello.
Que tú abrieras tus brazos y me
sonrieras
para darme el néctar más dulce de
éste mundo.
Te vi con los ojos apagados, pero la
chispa regresará.
Sé que besarás mis labios como yo he
deseado
y ese abrazo fraternal dejará de
serlo.
¿Qué has visto en lo eterno? ¿Qué
ves en mí?
Yo sé que me estás escuchando
a viva voz, con deseo, y queriendo
moverte.
¿Por qué no vienes a éste escenario?
Quiero ver como te mueves para mí.
Te vi con el rostro lleno de dolor
pero sin cicatrices aparentes en tu
figura.
¿Quién te hizo tanto daño? Deja que
te cure.
Besaré tus manos y las colocaré en mi
pecho, siente la magia.
Mi reina, estamos vivos.
Vivos pero muertos.
No te condenes en el silencio.
Háblame y dime que soy el elegido.
Soy el amor que andas buscando.
Seré el fuego del destino, lo sé.
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