Nicolas de Lenfent
El Jardín Salvaje
Los infiernos se abrieron
para que caminara sobre ellos sosteniendo tu recuerdo como única
condena. Mis manos, ya libres del dolor, palparon mi rostro y se
hundieron en mis mejillas mientras reía y lloraba girando sobre mí.
La desnudez de mi cuerpo era visible, pero mi alma estaba vestida con
la túnica de la ira. Caminé entre los muertos, escalé el otro
mundo y hallé una grieta donde perseguir la miserable vida que tú
llevas. Canté, bailé, sufrí y lloré en otra vida pero en ésta
pienso reír mientras tú sufres. Prepárate para la venganza y
saborea el salino sabor de tus lágrimas.
Y me alzaré en el
fuego
con el corazón
latiendo
y el violín en las
manos.
Me alzaré entre las
llamas
para devorar tu alma
y conquistar los
cielos.
Mírame, soy la
pesadilla
que tanto has temido
y ya no hay vuelta
atrás.
He regresado a la vida con el destino de tomarte entre mis brazos, susurrar en tu oído y explicarte cuanto daño me has hecho. Te hundiré en la miseria de la culpabilidad y sentirás como tu pecho se desquebraja mientras tu verdad, esa que tanto te hace mantenerte en pie, cae derrumbada como si fuera un viejo castillo hecho con terrones de azúcar. Vas a llorar las lágrimas que yo ya no he podido verter. No te confundas conmigo, pues no regresé para vivir la calma de la eternidad.
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